10 Dec Prejuicios, discriminación y estereotipos
Por Bernardo Stamateas
El prejuicio es un juicio anticipado, una idea que tenemos de la gente o de una situación, y es algo emocional inventado por nosotros u otros. Einstein decía: “Es más fácil desintegrar un átomo que desintegrar un prejuicio”; porque cuando una persona cree algo de alguien muchas veces es difícil cambiar ese pensamiento. Muchas veces quienes tienen prejuicios tienen temores y proyectan en otros aquello que condenan.
Por su parte, la discriminación es una conducta que nace de un prejuicio y será “en contra de”. Por ejemplo, si vas a buscar trabajo y, al decir que sos de tal religión, no te contratan, es muy probable que se trate de una discriminación originada de un prejuicio. El que discrimina se discrimina a si mismo; muchas veces aquello que criticamos en el otro es porque está dentro nuestro. Es una proyección donde “tal como me veo te veo”.
Ahora bien, el estereotipo es una generalización. Por ejemplo, oímos decir: “No me gustan las personas de tal barrio porque son peligrosas”. Eso es un prejuicio con un estereotipo: el estereotipo es una generalización. Es como decir: “los gallegos son todos cuadrados”, “los argentinos son ladrones”, “los abogados son todos mentirosos”.
Para salir de estos pensamientos limitantes necesitamos dejar de juzgar. Juzgar es criticar, encontrar faltas, condenar, acusar, meterse en la vida de otro. El que tiene “voz de juicio” en su mente critica todo, es una voz insatisfecha que jamás se sacia. Esa voz de condena por lo general estará dirigida primeramente hacia sí mismo para luego hacerlo en contra de los demás.
TIEMPO ARGENTINO