11 Dec “Pies descalzos”, el cuidado natural de los cascos
Por José Luis Flores
Hace algunos años me platicaron de una tendencia “naturalista” en el manejo de los cascos del caballo que consistía en mantenerlos sin herraduras, trabajando y viviendo su vida de forma natural. Yo siempre me pregunté: ¿para qué le clavan herraduras al caballo? Me parecía simplemente cruel, además de tonto, porque sencillo no es y por lo que la experiencia me dicta, en México 6 de cada 10 herradores saben poner las herraduras al caballo, pero no tienen mucha idea sobre cómo ajustarías -digamos- de manera “ortopédica”. Conozco muchos casos de propietarios que buscan deshacerse de sus caballos porque se “tropiezan”, problema que se puede solucionar en 9 de cada 10 caballos si tan solo se les ajustaran las herraduras de manera “ortopédica”. Yo también he escuchado y le he platicado a mis hijos el cuento de que las herraduras son como los zapatos y que protegen a los cascos de los caballos para que no se lastimen con el piso.
Ahora resulta que hay otra opción: nada de herraduras, ¡pies descalzos! Me puse a investigar un poco más sobre el tema y hay varios impulsores de este movimiento, pero el principal o más conocido instructor en Estados Unidos es Pete Ramey, un ex-herrador norteamericano, y digo ex-herrador porque hace tiempo que dejó el “vicio” de las herraduras, como él lo llama, que desde 1998 se ha dedicado al cuidado de los “pies descalzos”, una técnica de fortalecimiento de los cascos que permite que los caballos puedan montarse y trabajar sin herraduras. Y sí, Pete Ramey predica que puedes llegar a hacer todo lo que hoy en día haces con tu caballo pero sin herraduras.
Tengo que dejar en claro que en Malak Arabians sí herramos a nuestros caballos, somos de los ranchos que no hemos podido hacer la transición, simplemente creo en la teoría, he visto los resultados, pero no me he animado a dar el paso.
Pete basa su teoría en estudios que prueban que el casco está diseñado para ser un amortiguador natural, el casco mismo y la “rana” se tuercen, contraen y expanden según el terreno que pisa y el peso del caballo. Las herraduras le quitan ese efecto de colchón a los casos y el impacto se transfiere al resto de la pata del animal. Sería como ponerle una base de acero a las suelas de un corredor de marato¬nes, a los tenis más sofisticados del mercado, simplemente se anula la función del zapato.
La duda que muchos tenemos es si el casco puede hacer su función aún y con el peso del jinete sobre el lomo. Ramey asegura y demuestra con sus más de 700 “pacientes” que sí es posible. Los resultados de sus pruebas arrojan que al alcanzar la “rehabilitación” del casco aumenta la circulación de sangre significativamente y por ende la salud en general del animal. Pero no es tan sencillo, no es solamente quitar las herraduras y a ver qué sucede, hay que rehabilitar el casco, dejarlo crecer y recortar con las técnicas del cuidado natural, humectarlos y vitaminados para que lleguen a ser como las uñas cuidadas de las damas, suaves y sin resquebrajos, pero a la vez muy resistentes. El secreto estará en el recorte de los cascos, ahora no tendremos que evaluar si el herrador es bueno para herrar sino qué tan bueno es para recortar, y no todos los herradores son buenos “pedicuristas”, hasta ahora no necesitan serlo, pues el casco se adapta a la herradura y compensa las imperfecciones del recorte.
Ahora les quiero platicar de otra rareza: en el mundo del Endurance Ecuestre, del que ya les he comentado en ediciones pasadas, es muy frecuente que los caballos, árabes por cierto, en las competencias de 80, 100 o 160 kilómetros pierdan herraduras en el trayecto, lo que se vuelve un problema por que no es posible que a media carrera el jinete saque sus herramientas y le reponga la herradura al caballo. Para eso existen unas “botas”. Algunas son como un zapato de suela de hule para el caballo, que se ajustan con agujetas, otras se ajustan con velero, algunas otras son una suela de hule que se pega con pegamento a la parte baja del casco. En el Endurance se utilizan las de velero y las de agujetas, el jinete puede traer una en su mochila y si el animal pierde la herradura, entonces puede ponerle una bota para que pueda terminar la carrera como si nada hubiese sucedido.
Algunos jinetes que ya comienzan a practicar el método de “pies descalzos” montan y compiten sin herraduras, y sólo en caso de que sepan que el terreno de la carrera estará en muy malas condiciones o en condiciones que pudieran lastimar al caballo, colocarán las botas para competir. Pero la teoría dicta que las botas son necesarias durante el periodo de adaptación del caballo, cuando se busca que el casco se endurezca para soportar por sí mismo cualquier embate. Se supone que el casco mismo puede llegar a obtener la fortaleza suficiente para vivir sin herraduras mediante la “rehabilitación”, que consiste en vitaminar al caballo, recortar los cascos cuidando que no pierdan su estructura, dejar descansar por un tiempo al caballo y después poco a poco comenzar a montarlo para que el casco tome fuerza.
A mí me parece que el más grande dilema al que se enfrenta esta práctica en México es a la tradición. Yo mismo lo acepto, no lo he intentado porque va en contra de todo lo que me han enseñado. Pero estoy dispuesto a hacer el intento y propongo que todos algún día o con algún caballito que tengamos por allí lo intentemos para salir de la duda. Creo que esta técnica pudiera resultar, y no es que tenga algo en contra de las herraduras, mi problema es con los clavos. A mí sí me gustaría lograrlo y lo voy a intentar. Ya les platicaré como me fue.
Si te interesa esta teoría y quisieras explorarla, te recomiendo leer el libro de Pete Ramey, Natural Hoof Care y visitar su página de internet http://www.hoofrehab.com. Búscate un excelente recortador de cascos, olvídate de las herraduras y dale un descanso de por lo menos 6 meses a tu caballo para que se rehabilite, es posible que te lleves una grata sorpresa, pero sobre todo estoy seguro de que el caballo te lo va a agradecer mucho.
REVISTA EQUNOS