10 Dec Márquez, un KO de antología
Por Osvaldo Príncipi
¡El boxeo necesitaba una pelea así! Para cerrar en lo mas alto el balance de su temporada; para archivar en la historia la autenticidad de un clásico como Márquez-Pacquiao IV y para devolverle a Las Vegas la magia que sólo el pugilismo puede darle. Sobre todo, cuando se reflotan, en noches como éstas, toda la nostalgia y la grandeza que los notables líderes de otras décadas, como Hagler, Leonard, Durán y Hearns, solían provocar con el arte de sus puños.
A los 39 años, el mexicano Juan Manuel Márquez (64,900 kg), un boxeador de raza, con un tránsito de 20 años por el profesionalismo y ganador de cuatro coronas en peso diferentes, logró finalmente el reconocimiento tardío que el poder boxístico se negaba a otorgarle. Su contra de derecha artesanal fue la causante de uno de los KO mas espectaculares de los últimos tiempos, al estallar plena en la cabeza del filipino Manny Pacquiao (64,900), quién cayó -dramáticamente- fulminado a los 2m59s del sexto round. Las definiciones épicas como éstas le otorgan a los combates célebres un lugar preponderante en la historia y rompen definitivamente con el concepto que los precedía. En éste caso una frustración que perjudicaba a Márquez con dos derrotas y un empate ante el Pacquiao, quién nunca había podido justificar sobre el ring lo que marcaban las estadísticas. Quizás esta cuarta edición del desafío haya puesto las cosas en su lugar. Y así lo entendieron los 16.000 espectadores que dejaron en taquilla 10,5 millones de dólares en las boleterías del hotel MGM.
Márquez, quién aseguró una bolsa mínima de 6 millones de dólares, con un record de 55 éxitos (40 KO), con seis derrotas y un empate, supo como enfocar el combate desde un principio. Pese a tener ante sí a un Pacquiao, con peso excesivo, pero veloz y con una movilidad asombrosa, superior a la exhibida en sus últimas 4 peleas.
Un magistral swing derecho de Márquez derribó al asiático en el 3° y allí afloró su evidencia para aprovechar al máximo la clave de su victoria; lanzamientos medidos, escasos pero certeros. La pelea parecía volcarse en su favor, pero reapareció la clase y el alma de Pacquiao, quién con un cross zurdo lo envió a la lona gestando un trámite espectacular para un 5° round inolvidable. Márquez y Pacquiao, comprendieron -simultáneamente- lo que estaban protagonizando y el sentido que para sus carreras tenía éste trámite de pelea: viril, ofensiva y arriesgada. Lo acrecentaron en el 6° y cuando el filipino parecía imponerse, un anticipo de derecha de Márquez sobre las sogas lo dejó tendido por un par de minutos. Fue antológico y dramático a la vez. Un KO de los que cuesta volver. Jugaron a todo o nada su lugar en la historia. El más inteligente superó al más espectacular.
Márquez se convirtió en la gran bandera de México en el desierto de Nevada. Siendo un guerrero viejo y silencioso. Ajeno a la estridencia de Erik Morales y al tiempo díscolo de sus jóvenes compatriotas Saul Canelo Álvarez o Julito Chávez. Su victoria reivindica a los sacrificados trabajadores del ring, sabios de la técnica, la convicción y la estrategia.
Pacquiao, de 33 años, ganador de cinco títulos mundiales oficiales entre los 50,800 kg y 66,678, aseguró un ingreso mínimo de US$ 24 millones, pero no pudo detener sus síntomas hacia el ocaso deportivo que tanto preocupaba a los conocedores de su campaña. No especuló jamás y puso todo sobre el ring. Quizás en ello encuentre consuelo ante una pérdida tan valiosa, causante de un luto apocalíptico para los “hombres del negocio”, quebrados por la imposibilidad de verlo en un cuadrilátero ante el incomprensible Floyd Mayweather. Ese deseo quedó sepultado con la cuenta de KO del árbitro Kenny Bailess, en una noche que costará olvidar.