El jinete pensante

El jinete pensante

Por Chara Gavaldón Vela
Para poder elevar las disciplinas ecuestres a nivel de arte no basta con ser jinete, sino que es indispensable ser un jinete pensante. Existen diferentes ideas sobre la importancia de los conocimientos teóricos en comparación con la práctica y a la inversa. Sin embargo, el punto irrefutable de concordancia es la aceptación de que ninguna de las dos, teoría y práctica, estaría completa sin la otra. Aunque la teoría representa el conocimiento, sin la práctica tiene poco valor, ya que la práctica es la forma de demostrar la teoría. Un jinete debe poseer un equilibrio entre el conocimiento teórico y la capacidad de desempeñarse en la práctica. Sin embargo, es fundamental que el conocimiento preceda siempre a la acción.
Los jinetes montamos a caballo esencialmente porque nos produce felicidad. A partir de esto y con la experiencia adquirida a través del tiempo va surgiendo un determinado grado de compromiso, una orientación específica tanto hacia una disciplina como hacia objetivos, sueños y expectativas que se van traduciendo a su vez en tipos y niveles tanto de caballos como de entrenamiento y en caminos a seguir. Sin embargo, cualquiera que sea el nivel y el camino de un jinete, éste debe encontrar en cada día de trabajo con su caballo la fuente de riqueza constante e inagotable que encierran las mil y más posibilidades de esa relación hombre-caballo, que florece sólo con base en el control del jinete sobre sí mismo, en la bondad en el trato hacia el caballo, en la voluntad y en la habilidad de comprender lo que sucede en la mente y en los sentimientos de ese ser de otra especie, así como en la paciencia requerida para acceder al mutuo entendimiento por medio de la comunicación a través del conocimiento expresado en un lenguaje común aprendido como los cimientos del trabajo conducente a la obtención de resultados muy cercanos a la perfección.
El estadista y general griego fonte basaron el entrenamiento del caballo en la intuición y en la bondad hacia el mismo, documentándolo en su libro, escrito hace 2 400 años, en donde dice, citando sus palabras, que “cualquier cosa forzada o malentendida no podrá ser nunca bella”. Xenofonte habla también de las enseñanzas de Plinio y de Simón de Atenas, cuyos libros lamentablemente se perdieron. Cita las palabras de Simón, quien dice que “Si se usara un látigo y acicates para forzar a una bailarina a bailar, no habría en ello más belleza que en un caballo entrenado en condiciones similares”.
A lo largo de varios miles de años de historia, de conocimiento y bondad, de ignorancia, abuso y crueldad, ha quedado establecido que la diferencia entre poder o no llegar a la consolidación de esa relación, que suena casi idílica entre un jinete y todos los caballos que monte a lo largo de su vida, la hace el que el jinete sea un jinete pensante, quien fundamenta sus acciones en un conocimiento que le da la capacidad de distinguir en las reacciones de su caballo entre causa y efecto. El efecto se ve muy fácil, generalmente es muy claro y evidente. Sin embargo, la causa sólo puede detectarse por medio del conocimiento y éste se encuentra en la teoría.
Con este primer artículo del año quiero iniciar el ambicioso proyecto de El Jinete Pensante, haciendo énfasis, una vez más, en seguir un camino con base en la escala de entrenamiento de un caballo.
Para comprender en toda su dimensión sus fundamentos y llevar al caballo a través de cada elemento de la escala es indispensable que un jinete conozca también tanto la fisiología como la psicología del caballo, así como la teoría del movimiento y del equilibrio. Asimismo, el trabajo debe ser metódico y llevar una secuencia lógica para desarrollar la mente y el cuerpo de un caballo, sin atentar contra su naturaleza con el riesgo de quebrantar su espíritu. Cualquiera que sea el método que se elija, es de suma importancia ser consistente. El jinete debe saber exactamente cuál es su objetivo y cuál el camino y los medios para alcanzarlo, como también conocer el nivel de educación y las fortalezas y debilidades de su caballo. El arte ecuestre clásico busca entrenar al caballo tanto para que sus movimientos y su desempeño sean brillantes, como para obtener un caballo tranquilo, obediente y que se mueva con soltura, logrando así que la suavidad de su monta haga de ésta un placer.

Movimiento y equilibrio
La teoría del movimiento representa la pureza de los aires, es decir, el conocimiento preciso de la secuencia de los pasos del caballo en cada uno de sus aires; mientras que la teoría del equilibrio consiste en saber la manera en la que deben ejecutarse los pasos y la forma que debe adoptar el cuerpo del caballo para mantener el equilibrio. Para que un jinete pueda enseñar o pedir algo específico a su caballo, primero debe tener un conocimiento claro de lo que va a pedir.

Los aires del caballo
Antiguamente se hablaba de aires ordinarios, además de la reunión, la extensión y los aires de trabajo. En la actualidad el término “ordinario” se ha sustituido por “mediano”. Muchos de los poco instructores que aún utilizan el término “ordinario” no tienen una idea clara de su significado y lo utilizan para referirse a los aires de trabajo, cuyo tempo es intermedio entre la reunión y el me¬dian, y en realidad sólo se usa para introducir a caballos jóvenes a los aires reunidos.
Los aires medianos naturales del caballo son paso, trote y galope; los movimientos laterales, el paso atrás, el piaffe y el passage son menos natura¬les. Mientras que el aire define la se-cuencia de las pisadas, el tempo mide la velocidad en forma de la distancia recorrida por minuto. Se puede alargar y acortar el tempo, aunque uno de los objetivos principales del entrena¬miento es lograr mantener un tempo constante. La cadencia es la brillantez en la ejecución del movimiento. Remitiéndonos al primer escalón de la escala de entrenamiento, puede haber ritmo sin cadencia, ya que el ritmo es la regularidad de los pasos, más no puede ser a la inversa.

El Paso
En el Paso, el caballo pasa de una extremidad a otra, sin suspensión. La secuencia de las pisadas es mano, pata diagonal, mano opuesta, pata diagonal, una tras otra, de tal manera que se deben escuchar cuatro pisadas. Dos o tres extremidades están siempre al mismo tiempo en el suelo. La secuencia de las pisadas no cambia en ninguna de las modalidades del Paso, mediano, reunión, extensión. Sin embargo, la elevación sí cambia en los diferentes tempos. Como referen¬cia, un caballo debe cubrir una distancia de 100 metros en el Paso Mediano. Las faltas graves en el Paso son caminar por laterales, es decir mover mano y pata del mismo lado de tal manera que se escuchen sólo dos pisadas en vez de cuatro; no cubrir el mismo terreno con cada una de las manos y patas y arrastrarlas en vez de elevarlas.

El Trote
En el Trote, las dos extremidades diagonales se elevan y avanzan simultáneamente y se deben posar en el suelo también al mismo tiempo, de tal manera que sólo se escuchen dos pisadas. El paar diagonal opuesto debe elevarse y avanzar antes de que el primer paar se pose de nuevo en el suelo, creando con ello un tiempo en el que el caballo se suspende totalmente con las cuatro extremidades en el aire. Ese tiempo de suspensión adquiere su máxima duración en el trote de extensión y su mínima al acortar el tempo en la máxima reunión. Es fundamental que se mantenga el ritmo. En el Trote Mediano el caballo debe cubrir una distancia de 225 metros por minuto.
Una de las principales faltas en el Trote es precipitar. Esto sucede cuando la mano del caballo toca el suelo antes que la pata del paar diagonal, con lo que se escuchan dos pisadas en vez de una. El peso del caballo y del jinete se van a la espalda del caballo en vez de al posterior. También puede suceder que la pata sea la que toque el suelo antes que la mano del paar diagonal, con el mismo efecto. Esto se debe a una insuficiente flexión de las articulaciones de las patas, por lo que el caballo las arrastra en vez de elevarlas.
El Trote es el aire mayor importante para el entrenamiento. Las faltas que se dan en el trote tienden a reproducirse y o a afectar los otros aires.

El Galope
Se dice que el caballo galopa a la derecha o a la izquierda, con base en la mano que va guiando el galope. Éste consiste en una serie de trancos que se inician con la elevación y el avance del posterior externo (en relación a la mano que va a guiar), pisada uno, seguido de la elevación y avance simultáneo de posterior interno y mano externa, pisada dos, para terminar con la elevación y avance de la mano interna, pisada tres. Esta secuencia que produce el sonido de tres pisadas da los tres tiempos del galope. Al repetirse la secuencia, el posterior externo que inicia debe elevarse y dejar el suelo antes de que el anterior interno se pose en el suelo, creando así el tiempo de suspensión. Como en los otros aires, la secuencia de las pisa-das debe mantenerse en todos los tempos.
Una falta grave es que el caballo galope en cuatro tiempos. Por falta de impulsión, en el segundo movimiento del galope, el caballo asienta primero el posterior interno en vez de hacerlo en forma simultánea con la mano externa.
El jinete pensante debe partir del conocimiento para realizar su trabajo con base en la escuela clásica, sabiendo lo que busca, sin darse por vencido. Así como las palabras confusas son la evidencia de ideas también confusas, la comunicación clara, simple, precisa y oportuna con el caballo le da a éste la paz mental y emocional y la confianza que requiere para aprender y dar lo mejor de sí.
REVISTA EQUINOS