Pastillas de la juventud

Pastillas de la juventud

Por Andrea Gentil
En Japón son furor hace ya una década. Mujeres y hombres los compran hasta en el supermercado, y cada vez más con más frecuencia los eligen por encima de cremas, más­caras y sueros. Los nutricosméticos, compuestos que buscan embellecer y luchar contra el envejecimiento de la piel no ya desde afue­ra sino desde adentro mismo del cuerpo, se van transformando en tendencia en todo el mundo. Y convir­tieron al colágeno y al ácido hialurónico (por poner solo un par de ejemplo de sus­tancias que en principio solo se usaron como relleno para sur­cos y arrugas de la cara) en fór­mulas que se ingieren por vía oral y que prometen “embellecer” y “rejuvenecer” la piel, el pelo, las uñas.
Nutricosméticos, o “pildoras de belleza”, o “belleza desde adentro”, o “cosméticos orales”, lo que más ofrecen es un efecto antiaging, re­duciendo arrugas a partir de luchar contra los radicales libres generados por la radiación solar. Entre los in­gredientes más generalmente usados en nutricosmética, los antioxidantes son cruciales, llámense carotenoides (betacaroteno, licopeno, luteina, por ejemplo) o polifenoles. Aunque tam­bién hay otros, como el colágeno y el ácido hialurónico, que se sabe cum­plen un rol central en la nutrición y elasticidad de la piel.
En Asia y en Europa los nutricos­méticos vienen como pastillas, pildo­ras, polvos, perlas de aceite, batidos, refrescos, yogures, y hasta en barras de cereales, aguas saborizadas o co­mo aditivos en la cocina (Ver recua­dro), y tienen un mercado que en el 2007 movió más de 1.500 millones de dólares al año y este moverán 2.500 millones de la moneda estadounidense. Con un cre­cimiento anual sostenido, los analistas calculan que para el 2015 los nutricosméticos se venderán por un total de 8.500 millones de dólares. En la Argentina recién empiezan a asomar a las farmacias.
Los locales de delicatessen, las grandes tiendas departa­mentales y hasta supermercados de los Estados Uni­dos, Europa y Asia ofrecen nutricosméticos a precios que van desde los tres dólares en Ja­pón hasta los 20 euros en algunos países europeos. Si en los Estados Unidos hay “aguas de belleza”, los japoneses comen “mal­vaviscos colagenados” y los franceses se inclinan por “mermeladas gourmet antiaging” en sabores melon-mango o tomate-té verde, la realidad es que mayor parte de las ventas de nutricosméticos provienen de las formu­laciones en pastillas o polvos.

Efectos y consecuencias
En ge­neral, los especialistas médicos no oponen grandes resistencias a estos suplementos. Lo que sí advierten es que no hay “pildoras mágicas” que lo­gren volver a una persona más joven, o lucir bella cuando no lo es, con solo ingerir un comprimido o beber una botella de agua enrique­cida. Wahida Karmally, directora de nutrición en el Irving Center for Clinical Research de la Uni­versidad de Columbia, repite una y otra vez que lo fundamental para tener una piel sa­ludable y nutrida es comer vegetales, frutas, proteínas de alta calidad, cereales, y beber al menos dos litros de agua diarios. Hacer ejercicio también es importante “y siempre consultar al médico antes de tomar suplementos dietarios porque algunos pueden te­ner mega dosis de ciertas vitaminas que, en exceso, pueden ser contra­producentes”, advierte.
Comer grasas e hidratos de car­bono, fumar, tomar mucho sol sin o con muy poca protección, trasnochar e ingerir mucho alcohol son hábitos que van a dañar la piel aún cuando alguien se haga adicto a los suple­mentos dietarios antiedad.
Entre los dermatólogos argentinos, la opinión es similar y, agregan, hay que tener en cuenta cual es la con­centración de las sustancias antiage, para que realmente produzcan el efecto buscado. Un ácido hialurónico o un colágeno en muy bajas dosis no va a dar demasiado resultado, aún cuando la persona tome sus pildo­ras puntualmente durante meses. ¿Se pueden combinar con cremas o máscaras? Sí, dicen, porque los efec­tos de los nutricosméticos son más generales y profundos (van a todo el cuerpo y actúan sobre las células) y las cremas actúan a nivel local.

Presencia local
A nivel mundial, la línea Inneov, resultado de una alianza entre Nestlé, especialista en alimen­tos, y L’Oreal, experta en cosmética, está formada por seis productos que incluyen desde tratamientos anticaída del pelo hasta anticelulitis. Este año estarían llegando dos de esos produc­tos a la Argentina, uno para el cabello y otro con acción antiage.
“En Inneov hay una rigurosa selec­ción de los activos, como por ejem­plo el lacto-licopenoTM, isoflavonas de soja y vitamina C, zinc, taurina, bioasimilables, y que fueron someti­dos a estudios a doble ciego versus placebo bajo control dermatológico”, explica Laura Corinaldesi, coordi­nadora de Comunicación Científica Vichy-Inneov en L’Oreal Argentina. Y asegura que todas las formulacio­nes “tienen una eficacia demostrada clínicamente”, que se someten a estu­dios científicos durante al menos tres años antes de que el nutricosmético sea aprobado.
El ácido hialurónico es una sustan­cia natural que está en todos los tejidos que sostienen la piel, los huesos y los cartílagos. Une a las células en­tre sí y tiene la propiedad de atraer el agua, de manera que brinda soporte, aumenta la humedad y la flexibilidad de la piel, además de aumentar el co­lágeno y la elastina. El problema es que a partir de los 30 años los niveles naturales de ácido hialurónico en el cuerpo empiezan a bajar, y por eso es que se buscó la manera de incor­porarlo de manera artificial. Primero fue por medio de microinyecciones, como relleno, y ahora en formato de pastillas.
El laboratorio Microsules acaba de presentar en la Argentina com­primidos recubiertos que contienen 120 mg de ácido hialurónico de bajo peso molecular, de venta libre. ¿Es esto suficiente para tener resultados? Especialistas del laboratorio dicen que “los efectos dependen de muchos fac­tores como edad, alimentación, tipo de vida, genética de la persona que las consume. Pero normalmente con un comprimido por día y la ingesta de dos litros de agua, los efectos se notan a partir de la quinta semana”.
“Es importante tomar agua, porque el ácido hialurónico actúa como una esponja que atrapa el líquido y, al depositarse en la piel, la rellena”, explica Estela Bilevich, dermatóloga y jefa de la sección Cicatrización de Heridas del Servicio de Dermatología del Hospital de Clínicas. “Diversos estudios hechos en Francia demostraron que permite hidratar la piel a nivel de las capas profundas y que revierte y pre­viene las arrugas”, comentó Bilevich durante la presentación de la fórmula. ¿Contraindicaciones? “Alergia a los componentes, presión arterial alta o enfermedad cardíaca, edema en algún lugar del cuerpo, embarazo y lactancia, ser menor de 20 años”. Los efectos secundarios conocidos son, de acuerdo con Microsules, “poco comunes y de carácter transitorio”, como por ejemplo náuseas, pesadez, dolor abdominal, cefaleas.
A lo largo del 2011 se comercializó en la Argentina entre el circuito pro­fesional (esto es, entre los dermató­logos y especialistas en estética) un colágeno bebible de origen belga que ofrece 10 gramos de concentración de la sustancia, lo que técnicamente se llama “megadosis”. “Se toma un sobre por día en un jugo de naran­jas, por ejemplo, y está comprobado que ya a los 20 días se nota el efec­to en la piel. Si se consume por más de doce semanas, hay mejora en las articulaciones del cuerpo”, asegura Sebastián Casenave, cirujano es­pecialista en medicina estética, que además está al frente de la empresa que trae el producto al país. “Esta formulación es más potente que la de los comprimidos, que al contener excipientes reducen la cantidad de principios activos antiedad absor­bidos por el cuerpo, y que quedan reducidos a microgramos”, agrega el médico especialista en estética.
Todavía se están dando los trazos finales de cómo se pondría el nutrícosmético en las farmacias, con for­mulaciones un poco más bajas, un colágeno hidrolizado de entre 5 o 6 gramos de concentración (“que, se ha comprobado, es la concentración mínima necesaria para lograr efectos nutricosméticos”, enfatiza Casenave. “No tiene efectos secundarios -ase­vera el especialista-. Es en un 95% proteína animal y el resto es agua, no tiene agregados ni aditivos de ningún tipo, solo 45 miligramos de vitamina C”. Aún se está analizando si se ven­derá con o sin receta, aunque todo el mundo recomienda que siempre haya un médico controlando.
La tendencia recién llega a la Ar­gentina, aunque ya está establecida en Brasil, si de Cono Sur hablamos.
Queda por ver si los argentinos se suben (o no) a este tren.
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