Más cursi, por favor

Más cursi, por favor

Un músico elige su canción favorita: Fabio Rey Pastrello y “por la ventana”, de Daniel Melero

Por Fabio Rey
Por lo general, no es fácil que una canción me conmueva de movida. Pero hay una que me encantó desde la primera vez que la escuché. Fui a verlo a Daniel Melero al Living de Palermo, en el Centro Armenio, el día que presentó Supernatural. Estuvo buenísimo. Y ahí escuché el tema “Por la ventana”, que es del disco Por. No lo conocía, no lo había escuchado. Y me quedó grabado el estribillo: “No es que esté de vuelta /es que ya no quiero ir!”. Y dije: “¡Guau, qué buena frase!”.
Quedé loopeado con eso, me seguía rebotando en la cabeza cuando llegué a mi casa. “De dónde será esa canción…” Entonces empecé a buscar en qué disco estaba, me puse a revisar entre los que no conocía, hasta que di con Por en Grooveshark. Ahí la encontré. A raíz de “Por la ventana”, pude descubrir un disco que me encanta. Y, desde ese día, lo sigo escuchando muchísimo. Eso también es distinto, porque si hay algo que no me pasa últimamente es querer escuchar un disco entero. Veo a Por como si fuera todo una misma canción. Tiene una coherencia estética notable: en las letras, en el sonido, en todo.
“Por la ventana” despertó todas esas emociones, que ya no son tan frecuentes en mí. No entiendo de qué habla la letra. La escucho y pienso: “¿Qué querrá decir con esto?”. Pero también tiene eso: las imágenes que te dispara una frase son tan intensas, que a veces no importa lo que están diciendo literalmente, sino lo que proyectan en vos. En una canción, determinadas palabras, acompañadas por una melodía, adquieren otra fuerza, otra energía. Y eso también es parte de la magia.
Ultimamente había estado escuchando temas en los que se entiende claramente lo que dice la letra. Estoy muy metido con el rock argentino de los ’70: Almendra, Pappo’s Blues, Aquelarre. Manal, por ejemplo, te describe la situación de un tipo que va caminando por la avenida Rivadavia y, mientras va describiendo el lugar, vos lo vas viendo con él, casi. O, por otro lado, también estoy escuchando mucho folclore: el Dúo Coplanacu, Rally Barrionuevo, Peteco Carabajal. Canciones que hablan de paisajes, de amor y desamor.
Y de repente apareció un tema pop como el de Melero, que no sabés bien qué está diciendo la letra, pero que igual te produce emociones, te proyecta imágenes. Yo creo que eso me pegó. Es muy corto: dura un minuto y algo. Pero después de ese recital en el Centro Armenio, el estribillo me siguió sonando en la cabeza toda la noche.
Melero fue el primer productor de Los Brujos. Tengo un cariño muy grande hacia él, le debo mucho. Me acuerdo de que me había ido de vacaciones y, cuando volví, Gabriel Guerrisi, mi primo, el otro violero del grupo, me dijo: “Che, no sabés lo que pasó”. Melero nos había visto en un festival en Cemento, había escuchado un demo y nos había propuesto grabar un disco de Los Brujos. Era raro, porque Melero venía de un palo más pop-tecno. Después uno va creciendo y descubre que la música no tiene rótulos, pero a los veinte años uno tiene ideas más acotadas y, si uno es rockero, es rockero; y si es pop, es pop. Por eso mi primo me dijo: “Te vas a sorprender, es más: te vas a llevar muy bien cuando lo conozcas”. Y así fue. En general se lo presenta como alguien que está siempre a la vanguardia, casi tecno. Pero su fuerte son las canciones y la forma en que las dice. Cada vez encuentra una forma nueva de interpretarlas: está muy “decidor”, como si dijera las palabras con el cuerpo.
Años después, cuando yo estaba en Adicta y él nos estaba ayudando con unos demos, me dijo algo que me quedó para siempre: “Hay que perder el miedo a ser cursi”. Lo mismo recuerdo haber leído en un reportaje inspirado de Calamaro, en el que contaba que por eso él hizo esa canción que repite “Te quiero…” quinientas veces. Fue un gesto de rebeldía contra ese miedo.
Ahora tengo Por y lo escucho bastante seguido: me pone bien. El otro día, antes de ir a tocar con Fanfarrón, lo escuché entero y me fui a tocar de buen humor. Optimista. Ya no me detengo sólo en “Por la ventana”: escucho todo el disco, desde que empieza hasta que termina. Y ya no sé si es mi canción favorita. Pettinato una vez dijo que, después de los 40, todo es como un grandes éxitos: ya no te detenés a escuchar un disco entero. Por eso está bueno haber encontrado Por y disfrutarlo desde la primera hasta la última canción. Hacía rato que no me pasaba una cosa así. Y me gusta que haya sido con Daniel, justamente, que significa tanto para mí.
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