Macho de película

Macho de película

Por Juan Manuel Danza
Como un capricho del destino, la vida de Héctor “Macho” Camacho se apagó drásticamente, al igual que la de otros grandes boxeadores. Como si los golpes que recibieron durante toda su carrera no hubieran sido suficientes. A pesar de haber nacido en Puerto Rico, vivió desde muy chico en Harlem, uno de los barrios más peligroso de Nueva York, y ahí se forjó de esa personalidad avasallante que supo cosechar amores y odios por igual, tanto arriba como abajo del ring. El apodo de Macho no era grupo, el tipo era macho de verdad, dueño de unos cojones de hierro, con una fuerza terrible, y con una guapeza envidiable. Ganó y perdió, pero lo hizo de pie, dando la cara, sin esconderse y dejando la vida hasta el último instante. El tipo era pendenciero, bien de barrio, de esos que disfrutaban agarrarse a pinas, características quizá adquiridas durante esas peleas callejeras en las que participó de chico.
Pero así como tenía todo el coraje del mundo para fajarse con quien se le ponga delante. tenía toda la soberbia y la bravuconada típica de quien se cree el mejor de todos. Un verdadero fanfarrón pero que tema con qué alardear.
“Clínicamente ya teníamos la sospecha. El encefalograma fue un ‘flatline’. Queremos darle la noticia a todo el mundo de que Macho Camacho ha fallecido.” Esas fueron las palabras que usó Ernesto Torres, director del Centro Médico de San Juan, Puerto Rico, donde Camacho fue trasladado de urgencia luego de haber recibido dos impactos de bala (una le perforó la mandíbula y quedó alojada en el hombro y la otra fue directo a su cabeza), para anunciar el fallecimiento. El Macho cayó en su última pelea, aguantó lo que pudo, como cuando combatía arriba del ring, hasta el último instante. Los primeros partes hablaron de muerte cerebral, mientras su familia se debatía entre el dolor y la creencia de que el milagro podría ser posible, aunque nunca llegó.
Camacho vivió unos últimos años de vida plagados de problemas. El boricua, al igual que muchos otros púgiles, tuvo inconvenientes en los que estuvieron presentes las drogas, el alcohol y acusaciones de violencia doméstica. En 2005 fue acusado de posesión de éxtasis, y hasta se tuvo que declarar culpable de estar bajo los efec­tos de estupefacientes cuando fue detenido en Misisipi en un establecimiento del que pre­tendía llevarse una computa­dora sin pagar.
El tiroteo del martes, en el que también perdió la vida Al­berto Mojica Moreno, su ami­go y fichado por la policía por tráfico de drogas (las primeras investigaciones hablan de un ajuste de cuentas hacia este y que Camacho no tenía nada que ver), no fue el único que protagonizó el Macho. En sep­tiembre de 2011 su auto fue ti­roteado en San Juan en un suceso en el que el boxeador dijo haber sido víctima de un inten­to de agresión. Cómo si hubie­ra sido un aviso que nunca fue escuchado.
Los partes médicos dirán que “el diagnóstico final es muerte cerebral, ya está confirmado” como frías palabras para ha­blar de la muerte de un grande del boxeo, alguien que supo ser campeón mundial Súper Plu­ma, Ligero y Welter, alguien que peleó de igual a igual con tipos de la magnitud de Rober­to “Mano de Piedra” Duran, Ray “Silgar” Leonard y Osear De la Hoya entre otros. Alguien que a los presentadores estadouni­denses les hizo el cambiar el tra­dicional “It’s Show Time” por el “It’s Macho Time” con el que era presentado en cada uno de sus combates y que lo hizo más famoso aún. Será el turno de ser guapo en el rielo, allí lo esperan otros grandes que perdieron la vida trágicamente.
EL GRAFICO