Detienen a una periodista acusada de someter sexualmente a una mujer

Detienen a una periodista acusada de someter sexualmente a una mujer

Por Gastón Rodríguez
La inclemencia de los captores le dio a la víctima una chance: la delgadez extrema, por una dieta indecente de polenta fría, alimento balanceado para perros y materia fecal, le permitió filtrarse por una ventana y salir del encierro impuesto en una casa de Coronel Suárez, al sur de la provincia de Buenos Aires, presuntamente por Estefanía Heit y su marido Jesús Olivera. Ella, una suerte de celebridad en la zona por ser la presentadora del noticiero del único canal local. Él, un estafador con delirios místicos al que le gusta presentarse ante los demás como pastor de una nueva fe.
La pareja está acusada de secuestrar, torturar y abusar sexualmente de una mujer durante tres meses. Ella fue detenida y él, hasta el cierre de esta edición, estaba prófugo.
El horror se descubrió el lunes muy temprano. Todavía no eran las 8 de la mañana cuando una mujer de 33 años, cuya identidad Tiempo Argentino preservará, se escapó de la casa ubicada sobre la calle Grand Bourg 1823. Según declaró después, el domingo a la noche, Heit y Olivera abandonaron la vivienda pero antes decidieron encerrarla en una de las habitaciones. Después de asegurarse de que la pareja aún no había regresado, la víctima salió por una de las ventanas. Ya en la calle, corrió hasta una obra en construcción, donde uno de los trabajadores la tranquilizó y hasta le dio dinero para que pudiera tomar un taxi. La mujer viajó siete kilómetros hasta Pueblo San José, una localidad dentro del partido de Coronel Suárez, y se bajó en la casa de su ex empleadora, donde había trabajado hasta no hace mucho como mucama.
La víctima contó su drama y después de bañarse y vestirse con ropa limpia, fue escoltada por esa mujer hasta la comisaría. A los agentes de Pueblo San José les costó creer el relato. La víctima dijo que durante tres meses fue mantenida cautiva por la reconocida periodista y su pareja. También detalló que vivió atada de pies y manos con bolsas de nylon para alertar a sus captores al mínimo movimiento; que dormía sobre un colchón ubicado en uno de los pasillos de la casa, que también debía usar como baño y que muy seguido era obligada a mantener relaciones sexuales con Olivera que incluían golpes y quemaduras con cigarrillos. Heit, recordó la víctima, estaba a cargo de filmar el abuso y hacer comentarios socarrones.
Pero aún quedaba más espanto: la mujer justificó su aspecto cadavérico contando que comía salteado y que cuando lo hacía compartía menú con los cuatro perros que la custodiaban: polenta fría mezclaba con alimento balanceado. A ella le agregaban restos de materia fecal.
También recordó que, pese a las liendres que poblaban su cabeza y las pulgas que picaban el resto cuerpo, nunca se rascaba frente a la pareja porque cada vez que lo hizo “le vaciaron encima un aerosol de Raid”.
En la tarde del lunes, Heit recibió a los policías en su casa y les entregó su teléfono celular donde –afirmó el secretario de Gobierno y Seguridad de la Municipalidad, Gustavo Di Battista– se encontraron imágenes que probarían los abusos cometidos por su pareja. Frente a la fiscal de Delitos Sexuales de Bahía Blanca, Claudia Lorenzo, la periodista prefirió callar. Olivera, en tanto, continúa prófugo aunque los investigadores confían en que su detención será inminente.
De acuerdo a los dichos de la víctima, la relación con sus captores nació en Río Colorado, en la provincia de Río Negro, de donde es oriunda. Allí, Olivera la convenció de unirse a una supuesta congregación de fieles y de viajar con ellos hasta Coronel Suárez, bajo la promesa de abrir una iglesia y una fábrica. Para conseguir el dinero, la víctima le habría vendido su casa a dos compradores distintos, por lo que se abrieron denuncias de estafas contra ella.
“Es como si hubiese entrado en una secta”, explicó ayer una cuñada de la mujer sometida.
TIEMPO ARGENTINO