Más chicos con problemas intestinales

Más chicos con problemas intestinales

Juana pudo retomar las clases de equitación sólo cuando le diagnosticaron la enfermedad.

Por Fabiola Czubaj
Cada vez son más los chicos a los que se les diagnostica la enfermedad inflamatoria intestinal, un término paraguas de trastornos con síntomas aún bastante confusos y un alto impacto en la calidad de vida en pleno crecimiento, cuando el cuerpo necesita aprovechar todos los nutrientes que recibe con la alimentación. Se estima que entre el 10 y el 15% de los pacientes a los que se les detecta colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn o colitis indeterminada son chicos.
“Cuanto más pequeños son, la enfermedad se extiende más y es más agresiva. En los chicos pequeños con [la enfermedad de] Crohn, que son los más complicados para tratar, a los cinco o seis años ya se utilizaron todos los tratamientos disponibles, por ejemplo”, dijo el doctor José Antonio Ruiz, jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital Garrahan.
Los expertos consultados coincidieron en que la detección depende de la alerta y, a veces, se subestiman los síntomas. Por eso, hay que consultar cuando un chico o un adolescente tiene diarrea nocturna o persistente, con sangre o sin ella, pérdida de peso, fiebre, dolores o inflamación articulares, baja estatura u otro problema del crecimiento.
Un signo que hace sospechar de la colitis ulcerosa, un trastorno que afecta la mucosa del intestino grueso, es la desnutrición aguda. En tanto, la desnutrición crónica orienta más hacia la enfermedad de Crohn, que lesiona toda la pared intestinal de cualquier porción del tubo digestivo.
“Son síntomas que no pueden pasar inadvertidos porque impactan en la calidad de vida de los chicos y, también, en el desarrollo infantil”, indicó el doctor Juan Andrés De Paula, jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital Italiano, durante una reunión organizada por la Fundación Más Vida ( www.masvida.org.ar ), una ONG que busca mejorar el conocimiento sobre la EII en la población general, incluidas las comunidades médicas y educativas.
Sin embargo, el problema es que, “a veces, esos síntomas no están tan bien jerarquizados y eso dificulta el diagnóstico. Por eso, los que más nos preocupan son los pacientes que no sangran. A veces, el síntoma ni siquiera es la diarrea”, indicó la doctora Marina Orsi, subjefa del Servicio de Gastroenterología, Hepatología y Trasplante Hepatointestinal del Departamento de Pediatría del Italiano.

Baño limpio y papel
Luciana Escati Peñaloza, que preside la fundación, padeció las consecuencias de esa falta de información generalizada. “Sé lo que es ir a explicarle a la directora del colegio que mi hija necesitaba ir al baño en cualquier momento, y que necesitaba ir a un baño limpio y con papel higiénico”, comentó.
Es que, además de la inflamación de tobillo constante e inexplicable que tenía Juana, su hija, iba entre 15 y 20 veces por día al baño. Unos meses después, comenzó a mover el intestino con sangre. Sin embargo, el síntoma que más llamó la atención de los médicos que la atendían era la inflamación del tobillo. En una guardia le diagnosticaron un esguince y le colocaron un yeso. “Cuando se lo sacaron -recordó Luciana-, Juana seguía con la inflamación. Entonces, el traumatólogo me recomendó que le colocara hielo y me sugirió que podría ser algún problema de crecimiento. Me derivó a un reumatólogo, que rápido le diagnosticó artritis inflamatoria y le indicó un tratamiento farmacológico que le hizo peor. Finalmente, dimos con la doctora [Orsi] que acertó el diagnóstico e inició el tratamiento.”
Ahora, Juana “se ve espléndida”. Tanto que volvió a la pista de equitación del Club Hípico de Buenos Aires y está recuperando su habilidad con los saltos. El cumplimiento del tratamiento es clave: toma siete pastillas por día, tiene que realizar una consulta médica mensual y análisis de laboratorios de control. Pero su enfermedad, colitis indeterminada, está controlada y su calidad de vida es como la del resto de los chicos.
La colitis indeterminada tiene características de las otras dos EII; sólo el tiempo señalará el diagnóstico final.

Una gran simuladora
En el país, por cada dos casos de colitis ulcerosa se diagnostica un caso de enfermedad de Crohn. Con esta “gran simuladora”, el desafío está en sospechar de ciertos síntomas asociados, como fiebre prolongada e inexplicable con indicadores de inflamación crónica y diarrea tipo colitis, frecuentes, con dolor abdominal y que quitan el apetito.
“Estamos observando una aparición cada vez más precoz de estas enfermedades”, dijo Orsi. Y la doctora Silvia Pedreira, jefa del Servicio de Gastroenterología del Hospital Alemán, coincidió: “Cada vez hay más chicos con esta enfermedad, que se diagnostica a edades cada vez más tempranas”.
Unas 128 personas concurrieron a las jornadas informativas sobre las EII del Alemán: 18 de las 44 con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn eran adolescentes o niños. La gran preocupación en ellos es el crecimiento, porque las EII desequilibran el organismo. Como lo informaron integrantes del Servicio de Gastroenterología y la Sección de Coloproctología del hospital, “el aparato digestivo no puede absorber todos los nutrientes necesarios, lo que tiene consecuencias en el rendimiento escolar y en el desarrollo sexual en la etapa de la pubertad”.
LA NACION