El corazón de los líderes

El corazón de los líderes

Por Pablo Barassi
Técnicamente era una derrota pero en el aire flotaba olor a triunfo. Con un histórico 19-17 en el tercer set, Juan Martín del Potro caía en las semifinales del torneo olímpico de tenis en el court de Wimbledon frente al número uno del mundo, Roger Federer. Dos días más tarde, ganaba el bronce, nada menos que frente a Novak Djokovic. ¿Una mágica recuperación? Nada de eso, el tandilense fue muy claro cuando, emocionado, bajó del podio en el All England Club: “Se lo debo a mi equipo que me apoyó y con el que entendí que no podía quedarme sin nada, y al público”. Una vez más, el compromiso y la dedicación del líder asomaba por sobre los cálculos con esa particular retroalimentación entre su decisión y una nueva meta para alcanzar.
La sustentabilidad dejó de ser una opción más. Hoy es parte de aquellas visiones que nos traccionan hacia el futuro que anhelamos. A la originaria idea de sustentabilidad medioambiental, se le suma el concepto, vital, de la sustentabilidad organizacional. La imperiosa necesidad de generar, conscientemente, redes de vínculos que mueven los sistemas sociales que vamos creando.
Dichas redes pueden llegar a ser perdurables, generándolas para dentro y para fuera de nuestras instituciones, con empleados, clientes y accionistas. Vínculos en lo que fluyen en un circuito virtuoso energías individuales y colectivas.
Los líderes de una organización, privada o pública, ya sea en toda su extensión o en alguna área específica, desarrollan el potencial emocional de sus colaboradores; y, a veces, pueden bloquearlo.
Asumiendo que el éxito no se piensa, sino que se siente: ¿por qué hallamos casi a diario líderes que valoran y reconocen poco; que nunca festejan? El resultado: cientos de personas que cotidianamente generan aciertos, que no se sienten ganadores. Con la orientación que proponía el ex técnico de Sergio Vigil: “No quiero un equipo que gane siempre, quiero uno que siempre quiera ganar”. Sutil y sustancial diferencia.
Porque quedar enredados siempre en lo operativo, no conduce directamente a obtener más rentabilidad. Y, obviamente, tampoco más felicidad. ¿Cuál es, entonces, la causa por la que tanto cuesta liberarnos? ¿Ignorancia? ¿Inconsciencia? ¿O quizás ambas?
Sin líderes conscientes, perdemos la oportunidad de promover climas emocionales que tienen impactos directos en nuestros negocios, desconectando inteligencias y sensibilidades propias y de nuestros colaboradores. Justo lo que necesitamos para perdurar, diferenciarnos y mantener ese sello de identidad en el tiempo. Como enseñaba el educador Carlos González Pecotche, “Toda enseñanza moral no avalada con el ejemplo de quien la dicta, obra en el alma del que la recibe en sentido contrario”.

¿Mi equipo primero o yo?
El líder se define por la capacidad para ser seguido: no existe el líder que no convoque. El cultivo interno y de la conciencia nos lleva a ser más íntegros. Y los líderes conscientes, respetuosos de sus naturales limitaciones, deben generar equipos conscientes. El egoísmo de “primero yo, segundo yo, tercero yo” es tan disfuncional como el mesianismo de “primero el equipo, segundo el equipo, tercero el equipo”. Pero un criterio amplio y de libre pensamiento, sugiere ser asertivo en cada situación y definir un buen mix, en función de la situación y tiempos que se presenten.
Con seguridad, la mejor inversión del líder para su propio futuro y el de su gente sea cultivarse internamente. Desde el corazón; con apertura, tiempo y dedicación hacia los demás.
EL CRONISTA