15 Sep El amor es la única necesidad que tiene el ser humano
Aquí, un fragmento de El amor, esa maravilla , de Anthony de Mello, sacerdote jesuita que difundió la doctrina cristiana con elementos del budismo.
El amor es la única necesidad que tiene el ser humano. Amar y ser él mismo. La sexualidad no es amor. El amor dice: “No soy yo quien te ama, sino es el amor el que está aquí, es mi esencia y no puedo menos que amar”. Esto surge libremente cuando estás despierto y se han caído las programaciones.
Cuando comprendes que eres felicidad no tienes que hacer nada. Sólo dejar caer las ilusiones. El apego se fomenta porque tú te haces la ilusión (porque así te lo han predicado y lo has leído en mucha literatura barata) de que tienes que conseguir la felicidad buscándola fuera, y esto hace que desees agarrarte a las personas que crees te producen felicidad, por miedo a perderlas. Pero como esto no es así, en cuanto te fallan viene la infelicidad, la desilusión y la angustia.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho drogadictos la sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible. Lo importante es desengancharse despertando, para ver que todo ha sido una ilusión. La única solución es dejar la droga, pero tendrás los síntomas de la abstinencia. ¿Cómo vivir sin algo que para ti era tan especial? ¿Cómo pasarte sin el aplauso y la aceptación? Es un proceso de sustracción, de desprenderte de esas mentiras. Arrancar esto es como arrancarte de las garras de la sociedad.
¿Cómo empezar? Llamando las cosas por su nombre. Llamar deseos a los deseos y exigencias a las exigencias, y no disfrazarlas con otros nombres. El día que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya no te resistas a ver las cosas como son, se irá deshaciendo tu ceguera. Puede que aún sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
Aliméntate bien con placeres naturales: disfrutando de la naturaleza, ejercitando los placeres del tacto, del oído, de la vista, del gusto, del olfato. Hay un mundo por descubrir desde nuestros sentidos atrofiados. Te darás cuenta de que no hace falta otra cosa para ser mucho más feliz de lo que consigues ahora. Sentirte libre, autónomo, seguro de ti a pesar de reconocerte con todas tus limitaciones, o quizá por ello, porque has aceptado el ser sin límites que eres. Y cuando estás en la realidad ya no echas de menos a nada ni a nadie. Te verás libre y lleno de felicidad como los pájaros.
LA NACION