02 Sep Aventura extrema Catamarca
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Por Gonzalo Sánchez Segovia
La propuesta de conocer los rincones recónditos de la provincia de Catamarca y recorrer 1.800 kilómetros a través de la Puna siempre resulta atractiva. Pero lo es todavía más cuando a la aventura se le suma la posibilidad de hacerlo al volante de una camioneta 4×4. Ese fue el reto que tentó a los participantes que se embarcaron en la Aventura Extrema Catamarca, una travesía que se realizó en junio, organizada por Toyota Argentina junto a la Secretaría de Turismo de la provincia. Así, a bordo de seis camionetas Toyota Hilux y SW4, 18 tripulantes transitaron por ásperos caminos de tierra y ripio; dunas, senderos montañosos y valles desérticos y hasta volcanes, una oportunidad muy especial para conocer paisajes del norte argentino de gran belleza natural. A lo largo de este emocionante circuito, los pasajeros pudieron descubrir destinos no tradicionales que se aspira sumar a la ruta turística conduciendo vehículos preparados para cruzar los terrenos más agrestes.
Escenario natural
“La idea era probar las nuevas camionetas Hilux y SW4 de producción nacional en situaciones extremas, en diferentes pisos y superficies, como posee Catamarca. Por otro lado, también era una excusa para visitar paisajes a los que no se puede llegar de otra forma”, cuenta el gerente de Relaciones Públicas de la automotriz, Eduardo Kronberg. El recorrido comenzó en el pueblo de Antofagasta de la Sierra , conocido como “la antesala al cielo”, a 3.323 msnm. La altura y el frío recibieron a los aventureros, quienes fueron acompañados por un cielo despejado durante todo el trayecto. Antofagasta es la capital del departamento del mismo nombre y suele ser el punto de partida para las excursiones que se hacen en la región. Sus calles tranquilas con casas de adobe se fusionan perfectamente en el paisaje.
El periplo condujo a los vehículos por zonas aisladas que carecen de rutas o senderos, por lo que los tripulantes tuvieron que dibujar su propio camino hasta el Salar de Antofalla, a 3.900 msnm. Pudieron apreciar el pico nevado del volcán Antofalla y los Ojos del Campo, tres curiosas lagunas atrapadas en el centro del salar, interconectadas entre sí, pero con la característica de que cada una posee un color distinto: azul, negro y naranja. El viento dibuja siluetas sobre la planicie carece seca del paisaje árido que atravesaron hasta llegar al volcán Galán, que con una altura de 5.912 msnm en su pico central, es uno de los más grandes del mundo. En el interior de su cráter descansa la laguna Diamante, que gracias a estar protegida del viento, es hogar de flamencos y vicuñas. La caldera del volcán y la laguna recrean condiciones de vida muy parecidas a las que existían en los orígenes de la vida, lo que la convirtió en un importante centro de investigación científica.
Paisaje lunar
Asimismo, la reserva Laguna Blanca, entre cardones y montañas, protege con celo a las vicuñas. Luego de cruzar enormes dunas de arena blanca, uno de los últimos puntos del circuito fue el llamado Campo de Piedras Pómez. Con una extensión de 25 kilómetros, sus rocas con formas irregulares engañan a la vista y lo convierten en un paisaje lunar.
REVISTA CIELOS ARGENTINOS