Tucumán y sus valles sagrados

Tucumán y sus valles sagrados

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Por Lucía Turco
Es pequeña en sus dimensiones, pero hay mucho por descubrir en ella. Conocida como El Jardín de la Repú­blica -por las buenas condiciones climáticas que mantie­ne durante otoño e invierno-, Tucumán puede recorrerse de diversas maneras. Caminar sus extensiones de cerros, practicar turismo aventura en selvas y bosques, apreciar sus áreas protegidas y los vestigios de sus habitantes originarios son algunas de ellas. Pero esta provincia del noroeste argentino también invita a emprender un viaje al pasado y al corazón de la Nación, ya que en su ciudad capital se declaró la independencia argentina en 1816. Es que si hay un lugar donde la historia argentina se recrea en las calles, ésa es San Miguel de Tucumán. En esta ciu­dad, reconocida en 1999 como Ciudad Histórica por su riqueza cultural, pueden conocerse por dentro edificios de gran valor, comenzando por la Casa Histórica de la Inde­pendencia. Convertida en museo, es uno de los edificios más emblemáticos de la historia del país. El Convento de San Francisco, la Casa de Gobierno y el Museo de la Indus­tria Azucarera Obispo Colombres son otros espacios dignos de conocerse.

Culto a la Madre Tierra
A 107 kilómetros de la capital, una paleta de intensos ver­des anuncia la entrada a Tafi del Valle, un enorme valle situado a una altura de 2.000 msnm, entre las sierras del Aconquija y las Cumbres Calchaquies. Con un invierno seco en el que suele nevar, es un destino de privilegia­dos paisajes y cerros de altura. Además de realizar cami­natas, cabalgatas, rafíing y trekking, se puede participar de labores rurales, jineteadas y cuadreras. Desde aquí se realiza un recorrido por las localidades de La Banda, El Churqui, La Ovejería. Las Carreras, Santa Cruz, El Rincón, El Potrerillo y El Mollar, en el que se descubren ríos, arroyos y un camino de cornisa que hace de marco a imponentes paisajes. El Mollar, la villa predilecta de la juventud de los alrededores, alberga el dique La Angostura-un sitio apto para la pesca y la práctica de montañismo, aladeltismo y parapente- y el Parque Los Mentares, un predio con más de 50 megalitos de entre el 820 a.C. y el 780 d.C, lenguaje simbólico de antiguos pueblos.
Saliendo de Tari del Valle, a 58 kilómetros existe un lugar en el que habita una comunidad de artesanos del tejido y la ce­rámica que conserva rasgos de la cultura diaguita: Amaicha del Valle, donde se celebra anualmente la Fiesta Nacional de la Pachamama. En el Museo de la Pachamama se ven reproducciones de viviendas de los habitantes originarios y demás elementos que brindan otras cosmovisiones del mundo. Además, el pueblo tiene un particular encanto para el visitante: el Observatorio Astronómico Ampimpa. Asimismo, es parte del Circuito Turístico de los Valles Cal-chaquies, ingreso al norte argentino. Aquí se encuentran las Ruinas de Quilmes. uno de los yacimientos arqueoló­gicos más relevantes del pais. La visita guiada que ofre­cen los actuales habitantes del lugar, descendientes de los originarios, sumerge al visitante en la forma de vida de la población preincaica y prehispánica que habitó este sitio hasta el siglo XVII, cuando fue desarraigada, dejando un gran ejemplo de resistencia.

Aventura entre nevados
Marcando la frontera con la vecina provincia de Catamarca, la Sierra de Aconquija ofrece una vista única de las ciudades de alrededor. Para acceder a los valles del Nevado de Acónquija, un camino recomendable es la quebra­da del río Cochuna, donde se despliega una tupida selva. Desde aquí se puede llegar caminando a la Laguna del Tesoro, para acampar de camino al Nevado y revivir una leyenda: dicen que en las aguas de la laguna estarían depositados los tesoros que los indígenas arroja­ron, hostigados por los conquistadores. Exóticos bosques y un clima subtropical son garantía de inviernos templados y húmedos en el pueblo de San Ja­vier, ubicado dentro del Parque Sierra de San Javier. El cerro puede recorrerse por varios senderos, pero se re­comienda subir por La Puerta del Cielo, que atraviesa la selva de las yungas.
Nadie podrá afirmar que conoció el espíritu tucumano si no se entrega a la música y a los bailes típicos en peñas folclóricas y bares a lo largo de sus 17 localidades. Las distancias entre los distintos pueblos nunca son muy ex­tensas, por lo cual es posible recorrer gran parte de la geografía tucumana. envuelta a cada paso por la melodía de las coplas y los ritos a la Pachamama.
REVISTA CIELOS ARGENTINOS