Para nuevas y mejores energías

Para nuevas y mejores energías

Por Luis Aubele
Asistí a largas discusiones sobre si el feng shui era un arte o una ciencia. Para mí todo eso no tenía sentido, porque aprendí feng shui en China, un país particularmente pragmático donde nada es para siempre y la realidad es el cambio, como dice el I-Ching o Libro de las mutaciones. Y arte y ciencia son maneras de aplicar la energía para mejorar la vida diaria. Entonces, para mí, feng shui (viento y agua) es una técnica que estudia y enseña la mejor manera de activar y emplear la energía, esa fuerza vital de la que estamos hechos nosotros y todo lo que hay en el mundo. Todo es energía e información, aseguran los teóricos de la física cuántica. ¡y tienen razón!”, reflexiona la arquitecta Larisa Boiarkina.

Una relación amorosa. Para el feng shui, todo lo que existe está compuesto por cinco elementos: agua, tierra, fuego, metal y madera. Representan las leyes del equilibrio, de la naturaleza, de la armonía, la relación entre la naturaleza y nosotros. “En China hay una sola palabra para denominar árbol o madera. Personalmente, prefiero decir árbol porque es un elemento vivo. Es importante que haya una relación amorosa entre un elemento y otro. Así, el árbol da vida al fuego, el fuego da vida a la tierra, la tierra da vida al metal, el metal da vida al agua. Y nuevamente, el círculo amoroso vuelve a comenzar cuando el agua da vida al árbol”, sigue Boiarkina.

Sobre la destrucción. Pero puede haber una relación destructiva entre un elemento y otro: entonces, el árbol destruye el fuego, el fuego destruye el metal, el metal destruye la tierra, la tierra destruye el agua. “Si unimos los puntos de encuentro de los elementos destructivos, el resultado es una coincidencia curiosa: una estrella de cinco puntas, que universalmente es el símbolo que significa destrucción”, agrega la especialista.

Ni sí ni no. Hay otro elemento que también representa equilibrio: el yin y el yang. Pero el yin y el yang es negro o blanco, y para los chinos eso en la realidad no existe, porque son dos absolutos, sin alternativas. Tal vez sería bueno explicar que los chinos nunca contestan ni sí ni no, dicen por ahora. Por ejemplo, por ahora oscuro, por ahora claro. Entonces no hay absoluto; por ejemplo, si en un desfile de moda se presenta un vestido rojo y todos exclaman que es lindo, los chinos se estarán preguntando, ¿lindo para qué?

Yin y yang en las relaciones. Como bien se muestra en su símbolo, en el yin hay una parte yang, y en el yang una parte yin. “Esto significa que todas las mujeres tenemos una parte masculina y que todos los hombres tienen una parte femenina. Por lo tanto, yang en yin, como yin en yang, es otra forma de equilibrio natural donde es necesario mantener la relación amorosa. El desequilibrio a veces creado por conflictos o por modas no nos hace felices. Es decir que las mujeres no debemos tratar de imitar a los hombres ni los hombres a las mujeres. No es normal, es algo forzado.”

Equilibrio en el ropero. Considerando los colores como formas de energía, Boiarkina aconseja: “No usar el mismo color todos los días porque limita la propia energía. Hay tres leyes importantes para el uso del color. Primera, nunca mezclar colores fríos con cálidos, como amarillo y azul; segunda, tampoco mezclar más de tres colores; tercera, ante cualquier duda usar gris, que a todos nos queda bien. Y, por último, hay algo que uno debería preguntarse a sí mismo cuando se viste para asistir a una reunión, ¿qué es lo que quiero? ¿Llamar la atención o estar en armonía con el lugar del encuentro?”
LA NACION