23 Aug Mitos y riesgos de los suplementos dietarios
Por Fabiola Czubaj
Son de venta libre y se los considera saludables por su origen vegetal. O, al menos, así se promueve vía Internet o se da por sobreentendido cuando se habla de productos como el té verde, el ginseng, el ginkgo biloba, la manzanilla o hasta el aloe vera. Sin embargo, los beneficios para la salud que se atribuyen a estos y otros suplementos con hierbas no siempre cuentan con un respaldo científico riguroso como para usarlos a discreción.
De hecho, en nuestro país, apenas la mitad de los diez suplementos dietarios de origen vegetal que más se consumen contaría con unos pocos estudios confiables como para convencer a un buen médico de familia.
Y lo mismo ocurre en el resto del mundo. Entonces, once países, incluida la Argentina, iniciaron un megaproyecto para determinar los riesgos y los beneficios de estos productos. Los resultados preliminares instan a no subestimar los efectos fisiológicos de los suplementos de origen vegetal y a conversar con el médico sobre el consumo de cualquier infusión, píldora o gotas aparentemente inocuas.
Esta recomendación alcanza especialmente a las personas con alguna enfermedad crónica, que están recibiendo algún tratamiento o que tengan factores de riesgo, como la presión o el colesterol elevados, según coincidieron los especialistas que presentaron ayer los resultados preliminares del proyecto Plant Libra en el 14° Congreso Internacional de Medicina Interna del Hospital de Clínicas de la UBA.
“Conocer los beneficios, pero también los efectos adversos de los suplementos dietarios es muy importante. La idea no es causar alarma en la población, sino estudiarlos para conocer y difundir si existen posibles interacciones con medicamentos o factores de riesgo de las personas que los utilizan”, explicó la profesora doctora Patrizia Restani, coordinadora del proyecto Plant Libra, de la Unión Europea, e investigadora del Departamento de Ciencias Farmacológicas de la Universidad de Milán, Italia.
El profesor doctor Roberto Iermoli, director de Docencia e Investigación del Hospital de Clínicas, comentó que es habitual que los pacientes no mencionen o nieguen en el consultorio que consumen estos productos. “Cuando se completa la historia clínica, el médico tiene que preguntar si el paciente está usando alguna sustancia, y el paciente comentarle si está tomando algún suplemento dietario, cualquier sea.”
Una megabase de datos
Hasta ahora, esta megabase de datos que están construyendo los equipos de 26 centros de investigación públicos y privados ya incluye información de unas 30 hierbas que se consumen para aliviar malestares. El trabajo está dividido en cinco áreas, según los efectos fisiológicos que se les atribuyen. En España se evalúan los riesgos y los beneficios gastrointestinales, mientras que en Inglaterra se estudia el período de la menopausia. En Italia se analizan las propiedades antiinflamatorias y en Sudáfrica, sus efectos antivirales y antibacteriales.
La Argentina, que participa a través de la IV Cátedra de Medicina Interna del Hospital de Clínicas, se ocupa de los riesgos y los beneficios cardiovasculares de estos suplementos dietarios. “Es un proyecto fundamental porque hasta ahora no existían en la literatura científica internacional, y como referencia para los Estados, normas de regulación de la producción, la manufactura, la disposición final y la comercialización de los suplementos dietarios basados en botánicos”, precisó luego de su presentación el doctor Raúl Pastor, jefe de la Sección Polifenoles, Vino y Salud de la cátedra del hospital universitario.
El especialista, que es el delegado científico de nuestro país en Plant Libra, destacó la importancia de esta información en estos tiempos. “La situación actual es crítica, con productos que se ofrecen y venden por vías informales, como Internet, con publicidades engañosas y hasta contenido tóxico -indicó-. Este proyecto será un antes y un después para los sistemas públicos de regulación.”
En Europa, según un relevamiento para este megaproyecto, el 30% de la población consume estos productos de manera regular, durante por lo menos seis meses, para aliviar algún malestar o prevenir otros. Aquí, un estudio de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) sobre alumnos universitarios reveló que el 11% de ellos consume suplementos dietarios, principalmente por algún problema de salud, y que también lo hace el 15% de sus familiares. La mayoría los compra en farmacias; el resto se dividía entre las dietéticas/herboristerías o el gimnasio, según publicó en Ars Pharmaceutica el equipo del licenciado Matías Cabral Pérez, del Departamento de Farmacia de la UNC.
La calidad del producto también es clave. Por eso, los expertos coincidieron en que no hay que subestimar ni hasta el jugo de pomelo. “No es la planta el problema, sino el contenido del producto y si la persona tiene factores de riesgo”, resumió Restani.
LA NACION