“La ciencia no acabará con la religión”

“La ciencia no acabará con la religión”

El sacerdote argentino José Gabriel Funes, director del Observatorio Astronómico del Vaticano

Por Sergio Rubín
La fe siempre llevó a mirar al cielo como una forma de dirigirse a la Casa del Padre, a Dios. Pero hace ya varios siglos que el Vaticano apunta su visión hacia lo alto con la ayuda de telescopios cada vez más sofisticados para conocer un poco más acerca del universo. Más exactamente empezó en 1572 con el fin de corregir la fecha de la Pascua. Pero en 1891 el Papa León XIII quiso patentizar que la Iglesia no está en contra de la ciencia, sino que la promueve, y decidió crear el Observatorio Astronómico Vaticano tal como hoy se conoce. Levantado dentro del propio Vaticano, la creciente luminosidad -el gran enemigo de los astrónomos- obligó a trasladarlo en 1935 a la sede estival de los Papas de Castelgandolfo, a 35 kms de Roma. Y, de nuevo, afectado por la luz, abrió en 1981 un centro de observaciones en Tucson, Arizona -una zona muy oscura-, manteniendo el otro como centro de estudios. Entre sus integrantes, se contó el famoso jesuita Angelo Secchi, el primero en clasificar las estrellas según sus espectros. Pero el avance del estudio del universo lleva a que muchos se pregunten, por caso, si la hipótesis del Big Bang, sobre su origen, o la posibilidad de vida inteligente en otras galaxias, no desafían las creencias religiosas.
En busca de respuestas, Valores Religiosos dialogó con el director del Observatorio que, desde hace unos años, es un jesuita argentino, oriundo de Córdoba, el padre José Gabriel Funes, quien, además de licenciado en Filosofía, es doctor en Astronomía.

-¿Qué asidero le otorga a la teoría del Big Bang que habla de una suerte de explosión que abrió paso a la creación del universo?
-Es la mejor teoría científica que tenemos hoy. No sé si en el futuro se mejorará o si surgirá otra. Pero, de momento, es la mejor sobre el origen del universo. No usaría la palabra creación porque tiene una connotación teológica. Desde la fe hablamos de creación y creemos que Dios creó todo. Desde la ciencia se dice que en el pasado el universo era mucho más caliente y concentrado, como la cabeza de un alfiler a miles de millones de grados, y que con el paso del tiempo se expandió y se enfrió.

-¿Ahora cómo se compagina lo científico con lo religioso?
-Lo que nos dice la fe es que el universo, en su ser en su existir, depende de Dios. Sabemos que Dios es un padre bueno y que esa bondad nos permite ver todo lo creado como bueno. Hay bondad en el universo. En el Génesis se dice que cuando Dios terminó la creación descansó y vio que todo era bueno. Esa bondad del creador tiene que ser nuestra bondad cuando miramos todo lo creado. Cuando se habla del relato de la creación hay que tener en cuenta que fue escrito por personas que vivieron hace tres mil años y que no conocían la física cuántica, ni la teoría de la relatividad, ni la teoría del Big Bang. Pero el objetivo del autor del Génesis no era dar una explicación científica, sino decir por qué existe el universo desde el punto de vista religioso, de la fe.

-¿Considera verosímil que haya vida inteligente en otros lugares del universo?
-Hay una rama de la astronomía que se llama astrobiología que trata de la búsqueda de vida en el universo en base a un estudio multidisciplinar que incluye los estudios físicos, biológicos e, incluso, teológicos. Pero aún no sabemos cómo surgió la vida, no solo en la tierra. Al menos nadie puede afirmarlo taxativamente. Y eso es importante porque de cómo definimos la vida, nuestra existencia, depende después lo que vamos a buscar. Si no sabemos bien qué es la vida, cuando encontremos algo, ¿cómo vamos a saber qué tipo de vida es? Pero me parece positivo que se investigue para entender mejor la vida. De todas formas, hasta el momento no hay ninguna prueba de que exista vida, aun la más elemental. En un universo con cien mil millones de galaxias, cada una de ellas con cien mil millones de estrellas, es posible que exista vida y aun vida inteligente. Pero, honestamente, creo que será difícil encontrar vida y, más aún, vida inteligente.

-Pero, en caso de que existiera vida inteligente, ¿cómo debería interpretarse la venida del Hijo de Dios a la Tierra?
-No pondría en dificultades el modo de pensar nuestra fe. Hay una lógica en la fe cristiana que nos permite explicar desafíos como ese. Nosotros sabemos por la fe que la Encarnación fue un acontecimiento único no solo en la historia humana, sino del universo. Sabemos que ocurrió hace dos mil años en un lugar determinado, en Palestina. Sabemos que Jesús era parte del pueblo judío. Para la Iglesia, todos los seres humanos, desde antes de Jesús y después de Jesús, están de algún modo, por la Encarnación, unidos a Cristo. Supongamos desde la ciencia ficción, haciendo teología ficción, que fuera de la Tierra hubiera vida inteligente y, por tanto, seres espirituales. De algún modo también estarían unidos a Cristo. Así, nuestra visión teológica nos permitiría explicar la existencia de otros seres inteligentes y espirituales en relación con la fe.

-Investigaciones recientes, intentando recrear las condiciones iniciales del universo, parecen confirmar la existencia del boson de Higgs -la llamada “partícula de Dios”- que explicaría cómo surge la materia. Más allá de lo positivo de este tipo de experimentos, ¿no puede alentar en algunos la inclinación a explicarlo todo desde la ciencia
—El conocimiento científico, para decirlo en palabras simples, responde a la curiosidad humana. Esto nos lleva a los científicos, a tratar de entender en nuestro caso cómo se formó el universo, las galaxias, los planetas. Es natural y bueno conocer siempre un poco más. La tentación -no de todos los científicos, ni tampoco de la ciencia en cuanto tal- puede ser efectivamente la de reducir la visión de la persona, de la historia y del universo sólo a una explicación científica. Pero la vida humana va más allá del conocimiento científico. Hay muchas cosas que no podemos explicar con la ciencia y que van más allá de la ciencia.

-¿Por ejemplo?
—Preguntas acerca de por qué existe el mal en el mundo, por qué sufren los inocentes, la ciencia no las puede responder hoy y no creo que pueda hacerlo en el futuro. Además, la verdad, que es una, tiene diversas facetas. Y, por caso, se manifiesta en la belleza de una obra de arte, o de una obra literaria. Estas cosas no se pueden reducir al conocimiento científico, que es solo una parte de la verdad.

-En definitiva, la ciencia no acabará con la religión …
-La religión se acaba cuando se pierde la fe.
CLARIN