Caos en Wall Street: Los mercados financieros se enfrentan a la rebelión de las máquinas

Caos en Wall Street: Los mercados financieros se enfrentan a la rebelión de las máquinas

Por Martin Burbridge
Son numerosas las novelas y películas de (cada vez menos) ciencia ficción que plantean un futuro donde las máquinas terminan tomando el control de la humanidad. Por citar dos ejemplos, en “2001, Odisea del Espacio” (filmada en 1968), los tripulantes de una nave espacial pierden el mando a manos de la supercomputadora de a bordo; más reciente es la trilogía de “Matrix”, donde casi todos los seres humanos han sido esclavizados por las máquinas y las inteligencias artificiales creadas por ellos mismos.
Justamente, lo que sucedió el pasado miércoles 1´ de agosto en la apertura de la bolsa de Nueva York pone sobre el tapete hasta qué punto las computadoras “comienzan a controlar” a los mercados financieros. Durante 45 minutos que parecieron una eternidad, las cotizaciones de 140 compañías del Dow Jones siguieron una tendencia completamente ilógica, algunas exhibiendo grandes subas y otras caídas estrepitosas, cuando no había señales que anticiparan esos movimientos.
Se suponía que en esa jornada los operadores y los analistas iban a estar pendientes del anuncio de la Reserva Federal respecto de las medidas para sacar a EEUU de la crisis económica, pero casi nadie le prestó atención al comunicado de la Fed; todos estuvieron enloquecidos por lo que sucedió en el mercado a la mañana bien temprano.
Unas horas más tarde, se supo lo que había pasado: el programa de computación de Knight Capital, una de las principales agencias de trading de Wall Street, había enviado cientos de miles de órdenes de compra y venta equivocadas. El problema para los operadores fue que esta compañía no es un pequeño corredor, sino que se trata de uno de los principales “market maker” de Wall Street, es decir que se encarga de comprar y vender títulos permanentemente para asegurar que el mercado se mantenga líquido, con transacciones diarias por valor de u$s 20.000 millones.
“Un problema relacionado con la instalación de un programa de trading provocó el envío de miles de órdenes erróneas”, informó Knight Capital en una declaración oficial publicada al día siguiente. El costo para la empresa fue de u$s 440 millones, lo que la puso contra las cuerdas y al borde de la quiebra. “A pesar de que nuestros fondos propios hayan sido severamente afectados, se mantienen de acuerdo al minímo legal”, intentó persuadir el corredor, reconociendo que en menos de una hora había perdido la ganancia de los últimos cuatro años y que el valor de sus acciones había caído a un tercio en menos de 48 horas.
De acuerdo con la investigación llevada adelante por las autoridades del mercado, un algoritmo comenzó a funcionar al revés de lo que estaba programado, vendiendo acciones sin parar al precio solicitado por los compradores (es decir al menor precio), después de haberlas comprado al precio fijado por los vendedores (es decir al mayor valor). Según las explicaciones ofrecidas por la compañía dirigida por Thomas Joyce (una de los agentes más respetados de Wall Street), en el caso de una acción como la de la eléctrica Exelon, “esto significó perder u$s 0,15 por cada transacción; 40 veces por segundo, 2400 veces por minuto, lo que la convirtió en una formidable máquina de quemar dólares”.
El problema es que Knight Capital se especializa en el trading de alta frecuencia, es decir que la compañía pasa órdenes de compra y venta a razón de cientos de miles por segundo gracias a sus sofisticados programas informáticos, tarea por la cual cobra una comisión mínima por cada transacción realizada. Y como la mayoría de sus clientes son hedge funds, la empresa se ha visto obligada a disponer de servicios cada vez más sofisticados para seguir siendo competitiva. Pero la contracara de esto es que los riesgos de que pudiera suceder un error de estas características fue creciendo a medida que los programas de trading se volvieron más complejos. Y esto alimenta la crítica de quienes ven al sistema financiero como demasiado desregulado y descontrolado para que pueda seguir funcionando igual que hasta ahora.

Una salida elegante
Finalmente, las autoridades declararon nulas las transacciones realizadas durante el momento de caos, pero únicamente en relación a 6 compañías cotizantes. Respecto del resto, Knight Capital tuvo que hacerse cargo de las pérdidas, para lo cual necesitó que le facilitaran un préstamo de u$s 400 millones, a cambio de ceder parte de la empresa a menos de la mitad de su valor a otros participantes como el fondo Blackstone.
El salvataje fue orquestado a toda prisa, habida cuenta del efecto dominó que hubiera causado en Wall Street la caída de la firma y el default sobre su deuda, por su vínculo estrecho con el resto de los operadores del mercado. Gracias a este salvavidas financiero, la empresa fue autorizada a operar a partir del lunes 13 de agosto por el NYSE Euronext, administrador de la bolsa de Nueva York.
El mini crac bursátil del 1´ de agosto hizo recordar a todos lo que sucedió el 6 de mayo de 2010, cuando durante 20 minutos el Dow Jones se volvió loco a causa de un fallo informático similar, generando de paso pérdidas por un total de u$s 900.000 millones. Para evitar que la tercera sea la vencida y que las máquinas comiencen a tomar en serio el control de los mercados (fundiendo en el camino a miles de inversores), las autoridades evalúan la implementación de regulaciones más estrictas. La Comisión de Operaciones de Futuros de Commodities de EE.UU. (CFTC en inglés), a cargo de la regulación de estos mercados, estudia obligar a todos estos corredores de trading de alta frecuencia a acreditarse ante el organismo, algo que parece increíble que todavía no suceda y que da la pauta de la excesiva desregulación existente. Por otra parte, los programas informáticos deberán ser testeados por las autoridades y estar equipados con mecanismo de corte en caso de que los mercados se vean afectados por fuerte volatilidad.
EL CRONISTA