Tres alternativas para el relax

Tres alternativas para el relax

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Por Pamela Lundh
Varias son las alternativas para escaparse de la ciudad cuando llegan las vacaciones de invierno, pero uno de los más importantes objetivos a cumplir es el de descansar y renovarse para la segunda mitad del año. Una semana si es posible o, al menos, un par de días son indispensables para descubrir algún nuevo destino que regale un merecido tiempo de descanso. Aquí, tres propuestas para disfrutar, en pareja o en familia, de un receso invernal.

Florianópolis seduce de norte a sur
Hacia el norte de la isla de Florianópolis, esta encantadora urbe comienza a vestirse con la lujosa infraestructura turística que le deparan Praia dos Ingleses, Praia Brava y la famosa Canasvieiras. Allí, todo un escenario de aguas transparentes se contrasta con dunas de batidas arenas blancas e inmensas olas que devuelven a los surfistas hasta la orilla.
Mucho jugo de frutas tropicales, muchas velas que deambulan entre la espuma y algunos saltos de esa extraña mezcla de lucha y baile que es el capoeira, se adueñan de los atardeceres que se extienden hasta la entrada de la luna en el horizonte. Por las noches, Canasvieiras se transforma en un centro de reunión obligado con calles iluminadas de discos e improvisadas reuniones sobre las arenas de la playa, bajo un sereno cielo estrellado.
Paulatinamente, toda la sofisticada hotelería y los comercios del norte va cediendo espacio a las costumbres típicas y a la vegetación espesa, y la zona sur de la isla comenzará a seducir con el encanto de lo agreste. A solo 31 kilómetros del centro, la pequeña villa de Pantano do Sul se abre paso entre dos morros abrigando una colonia de pescadores. Su playa, debajo del Morro do Peri, se nutre con el planeo de las gaviotas que persiguen en bandadas las coloridas embarcaciones pesqueras. Muy cerca del Pantano, accesibles sólo a pie y por caminos montañosos, se esconden las playas de Solidao y Ponta dos Naufragados cercadas de espesa vegetación tropical y envueltas de una quietud imperturbable.

El color de la Patagonia
En San Martín de los Andes, el aroma incontenible que se escapa de las casas de chocolates, la serenidad de las siestas soleadas, el lago Lacar con sus veleros y sus montañas como telón de fondo siguen seduciendo a los visitantes. Es que aparte de las excursiones típicas, algunas nuevas opciones surgieron para quienes buscan descubrir más ribetes patagónicos. Una de las más interesantes es la cabalgata a la Comunidad Mapuche Curruhuinca, situada a cinco kilómetros de San Martín. El ascenso de los caballos se hace faldeando el Cerro Abanico, entre un bosque espeso de robles y cipreses desde donde se logran increíbles panorámicas de la pequeña urbe, el lago Lacar y el imponente Cordón Chapelco. Más tarde se alcanza un salto de agua de deshielo, y un mini-trekking permite llegar hasta su nacimiento.
Cerca de allí, continuando con la ruta que une el circuito de los Siete Lagos, descansa Quila Quina, una pequeña villa que ostenta una bonita playa y un modesto embarcadero. Allí la paz y la belleza del entorno son inigualables, y el sonido vívido de la naturaleza es el mejor relajante antes de emprender el retorno. De regreso a la ciudad, vale la pena esperar el atardecer en las costas del lago Falkner o Villarino.
Un muy interesante sitio donde alojarse en las afueras de San Martín es el Lodge Tipiliuke. Es ideal para vivir los trabajos de los típicos campos de la Patagonia, como el arreo de vacas, o el avistaje de aves o ciervos. Luego de un día de actividades, el mejor lugar es el spa del hotel, donde es posible descansar en el sauna y darse unos masajes reparadores.

Cordoba y el encanto
de sus sierras
El oeste cordobés ocupa menos de un cuarto de la superficie de la provincia, y a pesar de eso es la zona en donde se agrupan la mayor cantidad de atracciones turísticas: Traslasierra, Sierras Chicas, el valle de Punilla y las Sierras del Sur.
En las Sierras, vecinas a la capital de la provincia, se sitúa la Estancia El Colibrí, un lujoso establecimiento de campo que invita a pasar unos días de relax en el corazón de la región donde habitaron los jesuitas, en contacto permanente con la naturaleza. Es que además de sus campos de polo y sus espacios para cabalgar en sus excelentes caballos, desde allí es posible disfrutar de circuitos de mountain bike y trekking, como así también los que despliegan su encanto histórico llegando hasta algunas de las iglesias vecinas.
En La Cumbre una atractiva actividad al aire libre es el vuelo en parapente. Demás está decir que cualquiera puede vivir un vuelo de bautismo, por supuesto en tándem y con un instructor. El lugar indicado es el paraje Cuchi Corral, ubicado cinco kilómetros al oeste de La Cumbre, y la sensación de colgar del cielo es única y vale la pena. Desde arriba, las cumbres de los cerros vecinos se ven como pequeñas lomadas. Claro que desde la tierra la perspectiva cambia.
Para terminar el día, lo más apropiado seguramente sea el spa del establecimiento; un paraíso relajante equipado con jacuzzi, sauna, baño turco, ducha escocesa y sala de masajes, todo con vista a las sierras cordobesas.
EL CRONISTA