03 May Murió Tomás Borge, ex líder sandinista
Tomás Borge, uno de los pilares en el surgimiento del emblemático Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que puso fin en 1979 a la dictadura iniciada por Anastasio Somoza y hoy es el partido gobernante en el país centroamericano, murió a los 81 años en el hospital militar Alejandro Dávila Bolaños, donde había ingresado el 6 de abril para ser operado por una afección pulmonar. Borge fue conocido también por haber sido un destacado escritor y el único sobreviviente del grupo fundador del FSLN. Durante el período de gobiernos sandinistas en Nicaragua (1979-1990) ocupó el cargo de ministro del Interior. “Fui amado, temido y odiado. No se puede amar al pueblo sin ser temido y odiado por los enemigos del pueblo”, consideró alguna vez Borge. Nacido el 13 de agosto de 1930 –el mismo día que Fidel Castro–, se entregó de joven a la lucha contra el régimen que la familia Somoza, conocida como “la estirpe sangrienta”, mantenía en Nicaragua desde el asesinato de Augusto César Sandino en febrero de 1934. En el marco de una pelea sin cuartel, fue detenido y encarcelado por el supuesto intento de asesinato de Somoza en Managua. Prisionero entre 1956 y 1959, logró escapar y huir a Honduras, en cuya frontera fue apresado. Gracias a la intervención de Otto Castro, amigo del presidente hondureño, pudo ingresar finalmente a ese país. Más tarde viajó a El Salvador y a Costa Rica, utilizando como salvoconducto un pasaporte falso.
En 1961, junto con Carlos Fonseca Amador, Germán Pomares, Santos López, Francisco Buitrago, José Benito Escobar, Noel Guerrero y Silvio Mayorga creó el FSLN, espacio que agrupaba a todas las fuerzas que luchaban contra la dictadura somocista. Esta organización, seguidora de la ideología y del movimiento liderado por el líder nicaragüense Sandino (del que tomó el nombre), llevó adelante una guerra de guerrillas contra la intervención de Estados Unidos en su país durante las primeras décadas del siglo XX. El Frente fue el principal baluarte contra un régimen que ahogó, desde el principio, a su pueblo. Julio Cortázar describió como pocos las penurias de esa sociedad en Nicaragua tan violentamente dulce: “Ernesto y los amigos de visita comentan juntos un capítulo del Evangelio que ese día era el arresto de Jesús en el huerto, un tema que la gente de Solentiname trataba como si hablaran de ellos mismos, de la amenaza de que les cayeran en la noche, o en pleno día, esa vida en permanente incertidumbre en casi toda América latina”, retrató la lucha del pueblo nicaragüense el escritor argentino.
Después de varios años en distintos países centroamericanos –también pasó por el Líbano–, Borge regresó a Nicaragua a mediados de los setenta. Comprometido de lleno con la liberación de su país, Borge fue apresado por el régimen somocista. Sin embargo, fue uno de los liberados durante la toma del Palacio Nacional, donde funcionaba el Congreso, el 22 de agosto de 1978. El 19 de julio de 1979 los guerrilleros entraron finalmente en Managua. El gobierno de Somoza cayó cuando la ciudad fue dominada por el FSLN: ese acontecimiento traspasó las fronteras y fue conocido mundialmente como la Revolución Sandinista, proceso que se extendió hasta que el FSLN perdió las elecciones presidenciales en 1990.
A mediados de los ’80 fue elegido gobernador de la dirección del FSLN en la región atlántica de Nicaragua y, desde comienzos de 1988, participó en las negociaciones con la organización rebelde Yatama para la pacificación de esa zona y la posterior concesión de autonomía a los miskitos. El 20 de octubre de 1996 volvió a conseguir un puesto institucional, al ser elegido diputado del Parlamento Centroamericano para un mandato de cinco años (1997-2002). En el II Congreso del FSLN, en mayo de 1998, consiguió la reelección como vicesecretario general y fue el único de los históricos que se mantuvo en la cúpula del partido junto a Daniel Ortega. En las elecciones legislativas del 4 de noviembre de 2001 fue elegido diputado nacional. Consiguió la reelección como vicesecretario del partido en el congreso de marzo de 2002.
Además de político, como escritor y poeta, Borge publicó varios libros, entre ellos La paciente impaciencia, La ceremonia esperada y Un grano de maíz, extensa entrevista a otro líder revolucionario: Fidel Castro. Hasta el momento de su muerte, se desempeñó como embajador concurrente de Nicaragua en Perú y Ecuador.
En el pensamiento que lo convirtió en uno de los líderes de la Revolución Sandinista, Borge acuñó frases como: “Ser sandinista significa ser solidario y valiente, antiimperialista y haber echado su suerte con los pobres” o “No me arrepiento de nada, aunque debí haber sido más humilde cuando estuve en el poder y haber dedicado más horas a la reflexión y al trabajo”
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