Los nuevos paradigmas del humanismo

Los nuevos paradigmas del humanismo

Por José Crettaz
La ecología política como última ideología de la modernidad, cuyo ideal no es el crecimiento sino su opuesto, el “decrecimiento”; una familia-tribu que pone en crisis el binomio parental; la relectura de la infancia como etapa clave de la vida y la comprensión del proceso humano de morir fueron algunas de las ideas que dejó la tercera edición de TEDxBuenos Aires, una de las dos versiones locales de la conferencia que se volvió un fenómeno global.
Así, este espacio se volvió una caja de resonancia de lo que podrían considerarse propuestas radicales para un nuevo humanismo, que trasciende la tecnología, el entretenimiento y el diseño, ejes temáticos que dieron origen a la sigla, y basa su credo en la capacidad humana de innovar.
Ayer, en el Teatro San Martín, 1200 asistentes escucharon a 18 oradores (una suerte de predicadores laicos) sobre distintas disciplinas, aunque sería más correcto hablar de interdisciplinariedad. Como es habitual en este tipo de encuentros, lo más cuidado de la organización fue la estética, caracterizada por una puesta en escena en la que destacaron múltiples pantallas y las letras TED corporizadas a gran escala.
No es casual que el encuentro haya sido conducido con mucha soltura por el modelo Iván de Pineda. En el auditorio era evidente a simple vista que el promedio de edad no llegaba a los 30 años. Un ejército de jóvenes munidos de notebooks , tablets y smartphones entre los que se sorteó una bicicleta de diseño y a los que se agasajó con bebidas ricas en vitaminas.
La periodista y escritora Marta Dillon se basó en su propia biografía, que incluye a su mamá detenida-desaparecida en la última dictadura, para “darles voz a muchas experiencias de familia” y romper con el binomio parental que permanece aún después de la sanción de la ley de matrimonio igualitario. “Cuando con mi esposa empezamos a pensar en un hijo, decidimos que tenga un padre y dos madres. Creímos que era posible escaparse de ese binomio, de salir del mandato binario. Y esto es algo todavía difícil de escuchar”, afirmó. “¿Por qué seguimos pensando que una familia tiene que partir de dos personas? Los niños pueden tener más de dos personas que se hagan cargo suyo. Ese hombre al que le pedimos el material genético se convirtió en padre al menos hasta ahora. En esta aventura empezamos a pensar en tribu y tres, palabras que tienen la misma raíz”, describió.
“¿Qué tiene esa primera infancia para darnos como banderas gestos e ideas para cambiar el planeta? Los que vienen al mundo son lo nuevo, es tan obvio que decirlo me da vergüenza. Pero este es un mundo que no está preparado para tanta cantidad de nuevo, es una sociedad que no le da lugar a lo nuevo. Habitar el mundo a esta edad no es cosa tonta”, dijo María de los Angeles Chiqui González, ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe, creadora de seis museos dedicados a la convivencia, la participación y el juego entre adultos, jóvenes y niños.
González habló rápido y denso. Imposible seguirle el ritmo. Según ella, hay que recuperar de la primera infancia, hasta los 4 o 5 años, “la capacidad de deslizarse de lo real a lo simbólico e imaginario”; el “silogismo y el absurdo” como contraposición a la pura lógica; y la mirada centrada en la forma por sobre el contenido. “El niño cree que la forma es el contenido. Lo que no tiene forma no existe y no hay nada nuevo sin una forma nueva”, dijo González, con múltiples referencias a hijos y nietos.
“Soy Hugo Dopaso, médico y psicoterapeuta, y trabajo en la problemática final de la vida”, empezó su charla este especialista, que terminó especializándose en el acompañamiento de enfermos terminales tras ver morir en pocos años a casi toda su familia. “La muerte se había llevado a todos y cada uno de los miembros de mi familia y en cualquier momento venía por mí. Eso me produjo un miedo profundo y una fuerte tristeza”, describió. En ese contexto, haciendo su propio camino, descubrió una forma de asistir a sus pacientes: “La función de la tristeza es llevarnos hacia nuestro mundo interior, en el que nos sentimos plenos y felices”, afirmó.
“Al paciente terminal, como en una obra de teatro, le cae el telón, cumplió su rol. Esta ahí tranquilo dispuesto, inquieto, inseguro, temeroso. Nunca se vio a solas consigo mismo. El creía que era los roles que había cumplido en su vida, estaba identificado con los personajes con los que se desenvolvía en el mundo pero no había conocido al verdadero actor. Todavía identificados con sus personajes y con su cuerpo porque sabe que se va a quedar sin el cuerpo, que es lo que va a morir”, relató.
Carlos Merenson, ex secretario de Medio Ambiente y dirigente del espacio político Los Verdes, presentó en sociedad “la ecología política, la más reciente ideología de la modernidad, que va a plantear la necesidad del «decrecimiento»”, que incluye vuelcos radicales en el uso de los recursos naturales. “No se puede enfrentar el cambio climático sin un cambio de estilo de vida”, expresó. También pasaron por TEDxBA, David Cameron, especialista escocés en educación, que propuso, entre otras cosas, “poner al arte y a la danza como parte principal en los planes de estudios”; Helena Maltez, bióloga y ambientalista brasileña, para quien “la civilización moderna produjo una ruptura con la naturaleza cuando delegó a especialistas la producción de alimentos”; Carlos Varela, abogado especializado en derechos humanos y representante de Susana Trimarco en el juicio por la desaparición de Marita Verón, hizo un ensayo de lo que será su alegato en el final del juicio que se sigue por la desaparición de la joven tucumana; el neurocientífico Facundo Manes afirmó que “la complejidad para entender el cerebro radica en la complejidad de la sociedad”; la religiosa católica Marta Pelloni se refirió a la trata de personas y el “hombre común”- andinista, Leonardo Mc Lean expresó que cada uno tiene que encontrar su “Everest” y subirlo.
LA NACION