Erin Brockovich analiza la crisis de confianza entre el público y las empresas

Erin Brockovich analiza la crisis de confianza entre el público y las empresas

Han pasado veinte años desde su batalla legal contra una empresa energética que envenenó a cientos de familias en California y Erin Brockovich se encuentra de regreso en el pequeño poblado de Hinkley tras descubrir que en vez de limpiar el derrame químico, PG&E sólo lo cubrió bajo una gruesa capa de tierra.
No se trata de la segunda parte de la película protagonizada por Julia Roberts en el papel de una asistente judicial que lideró una de las demandas civiles más conocidas en la historia de EE.UU. Esta es la verdadera Brockovich, quien encabeza una nueva ofensiva para que la compañía finalmente cumpla la orden judicial que la obligó a pagar US$ 670 millones a las familias afectadas y a financiar el costo de limpieza.
Pero éste no es el único tema que la mantiene ocupada. Brockovich formó su propia consultora que canaliza todo tipo de denuncias sobre abusos contra el público. Y parte de su tiempo lo dedica a exponer ante grandes audiencias en todo el mundo sobre la relación entre las empresas y las comunidades, asesorando a ejecutivos y dirigentes para mejorar el diálogo entre ambas partes. Por esta razón, visitará Chile, donde participará en el la Cumbre de Sustentabilidad el martes 9 de agosto.
Para la experta, el principal error que cometen las empresas en su relación con el público es la falta de una comunicación franca y directa. “Las comunidades no quieren que las empresas se vayan o quiebren, porque son ellas las que proveen sus empleos, pero las personas necesitan que las respeten y les digan la verdad”, explica y agrega: “Cuando se crea una alianza fuerte y transparente entre las empresas y las comunidades será una combinación ganadora para todos, la salud de la gente, el medio ambiente, y también para las propias empresas”.
El problema, dice, se genera porque las empresas no saben cómo comunicarse. “Muchas veces son mal asesoradas, y quien paga las consecuencias es el público, que recibe información de todas partes, de agencias estatales, de autoridades locales, de equipos jurídicos, pero que a fin de cuentas es dejado fuera de la conversación, cuando es el más afectado. Son los consumidores los que deben decir lo que se debe hacer y las compañías no deberían temer oír eso”.
Y en un arranque de ese explosivo temperamento que la hizo famosa agrega entusiasmada “si yo fuera el director ejecutivo de una compañía en un caso como éste (el de Hinkley) me subiría las mangas, saldría de mi oficina, iría a esa comunidad y vería, experimentaría, oiría, sentiría y tocaría qué está ocurriendo con esas personas, y abriría una línea de comunicaciones directa con ellos”. Si el CEO no puede ir, entonces debe enviar a un representante, pero tendrá que ser alguien que tenga algo que decir y que tenga la autoridad para decirlo.
Muchas veces, sin embargo, las empresas no lo hacen porque temen quedar expuestas a altos costo, pero tarde o temprano la verdad sale a la luz y eventualmente habrá un costo de todos modos. Si la empresa asume su responsabilidad desde el comienzo, en el largo plazo, los costos serán menores.
Brockovich cree que la relación entre empresas y comunidades atraviesa una crisis de confianza. La tendencia se profundiza y el sistema podría colapsar. “Cuando el consumidor ya no tenga dinero, cuando esté furioso, cuando reaccione, ¿cómo va a ganar dinero la compañía? El sistema completo se paralizará. ¿A quién beneficiará eso? Evidentemente no al público, pero tampoco a las empresas”.
Su apuesta es por un nuevo modelo de comunicación más directa entre el mundo de la empresa y el público. “Hoy existe esta enorme desconfianza y no va a funcionar si no empezamos a tener una mayor transparencia entre empresas y personas. No vamos a sobrevivir si no eliminamos al mediador. Así es que, ¿por qué no mejor establecer una comunicación directa donde la compañía escuche de la comunidad lo que esta necesita? Luego podrá responder qué es lo que ella puede y no puede ofrecer, y entonces se podrá buscar una solución intermedia”.
EL CRONISTA