19 May 3 millones y una epopeya futbolera
Por Sebastián Esposito
“¿Quién gana, el tigre o el león?”, pregunta Diego Forlán y ante la respuesta errónea corrige: “No, el león”. Era una jornada de esparcimiento, la selección de Uruguay recorría un zoológico sudafricano y allí estaban las cámaras de Yamandú Roos y las preguntas de su padre Jaime para registrar lo que empezó siendo una aventura de un padre y su hijo y acabó por convertirse en una experiencia compartida por esos 3 millones de uruguayos a los que alude el título del filme que se estrena hoy, a las 20.30, en el teatro SHA, Sarmiento 2255.
Los Roos llevaban un año y medio sin verse. Jaime, músico uruguayo emblemático de 50 y pico, Yamandú, fotógrafo holandés de 31, tenían pendiente un viaje para ponerse al día. “La idea original de la travesía era ir a Rusia -cuenta Jaime Roos-, pasar cinco semanas allá. De repente nos avivamos de que estaba el Mundial y cambiamos de frente y terminamos con la selección uruguaya haciendo una película. Cuando estuvo terminada, mi hijo me dijo: «¿Vos te das cuenta que fuimos a pasear a Sudáfrica y terminamos haciendo una película?»”
3 millones es un documental futbolero, definido por Roos padre como ficción verdadera. Parte del reencuentro entre padre hijo para compartir su pasión por el fútbol en su punto más elevado, un Mundial. Y lo que empieza siendo un simpático diario de viaje, con situaciones cotidianas, adversidades y la riqueza del choque cultural que genera el intercambio entre un holandés -Yamandú es hijo de madre holandesa y siempre vivió en los Países Bajos-, un uruguayo y los sudafricanos de una pequeña ciudad llamada Kimberley, termina por convertirse en un sentido relato de una epopeya del balompié.
“Recién al volver a Montevideo decidí tirarme al agua con un trabajo que duró 11 meses. Estuve enclaustrado, fui una vez al cine, una al teatro y una a ver un concierto en esos 11 meses. Para hacer una película de estas características, la gente de cine que me rodeaba opinaba que se necesitaban entre 2 y 3 años de trabajo. Nosotros, en menos de un año, hicimos tres horas de película, ya que finalmente recortamos 45 minutos ya trabajados.”
“Los Olímpicos”, “Cuando juega Uruguay” y otras canciones futboleras de Jaime y de otros autores acompañan las imágenes, igual que el relato en off del Roos mayor. “Me fue muy difícil relatar los partidos. Traté de despegarme de la forma tradicional periodística porque no soy ni locutor ni actor. Fue más fácil contar otros aspectos del viaje pero los partidos no. Uno no podía jugarla de sabelotodo. Yo no soy un especialista, sólo soy un hincha enfermizo, como la mayoría en el Río de la Plata.”
Los Roos partieron de una pequeña idea previa, no de un guión. A medida que Uruguay avanzaba en la Copa del Mundo, el guión se iba construyendo, superando incluso las expectativas más íntimas de los directores. Aunque en el documental Jaime se encarga de aclarar que a un Mundial se va a ganar.
“Me tomé dos premisas para desarrollar: que no iba a ser un documental tradicional sino una historia a la que bauticé ficción verídica. Cualquiera que la vea se va a meter en un cuento y, sin embargo, todo lo que se muestra es verídico porque no hubo ni una sola escena posproducida. Después está el otro hilo, que es el suspenso. La película más vista de todos los tiempos creo que es Titanic y todo el mundo sabe que el barco se hunde al final. Entonces no le tuve miedo a ir manejando nuestra ficción con dosis de suspenso. Hay un hilo que está siempre tenso, porque la premisa era que nunca podía decaer la piola.”
Día a día, durante 38 largas jornadas, Roos padre fue tomando apuntes de su experiencia mundialista por dentro, al tiempo que Roos hijo apuntaba con su cámara directo al corazón del pueblo charrúa. Es por eso que por más que todos sepan que ese Mundial no lo ganó la Celeste, al final la que se consagra es la más pura, virgen y cristalina emoción
LA NACION