Titanic 3D: el éxito que sigue a flote

Titanic 3D: el éxito que sigue a flote

Por Marcelo Stiletano
on tantas las miradas elegidas por estas horas para evocar la tragedia del Titanic, a cien años exactos del hundimiento de un barco que se creía insumergible, que el hecho que probablemente más potenció en los últimos años la recordación de un hecho conmocionante como pocos a lo largo de todo el siglo XX parece haber quedado reducido a un injusto segundo plano.
En la cabeza de un artista y visionario como el canadiense James Cameron, tan acostumbrado a pensar a lo grande y a imaginarse al mismo tiempo lo suficientemente grande como para encarar desafíos en apariencia inalcanzables, la recreación cinematográfica de una catástrofe de las dimensiones que tuvo el Titanic sólo podía llevarse a cabo con un esfuerzo técnico, artístico y humano verdaderamente descomunal.
Quince años atrás, el portentoso éxito cosechado en todo el mundo por su Titanic alcanzó todavía una magnitud mayor porque tuvo que esquivar obstáculos tan poderosos como los que encontró el barco en aquella desgraciada travesía inaugural de hace un siglo. Eran muchos los que auguraban para la película y para los estudios que decidieron financiarla una hecatombe sólo comparable a los grandes desastres financieros de la historia de Hollywood (Cleopatra, Las puertas del cielo).
Cien años atrás, el arrogante Titanic sucumbió ante un estorbo que nadie consideraba y la megalomaníaca manera con que fue concebida su travesía de bautismo provocó más de un millar de víctimas. Hace 15 años, el no menos jactancioso y altivo Cameron se proclamó “rey del mundo” frente a Hollywood luego de recibir el undécimo Oscar para su obra maestra. La victoria era dorada y también estaba teñida de verde: hasta su siguiente película (Avatar, igual de ambiciosa), Titanic se convirtió por lejos en la obra más taquillera de toda la historia del cine (ver recuadro con números).
Con semejante aval, que logró dejar sin palabras hasta al más convincente de los escépticos, a Cameron no le debe haber costado nada convencer a sus socios y financistas de los estudios y lograr apenas 18 millones de dólares para la conversión de su Titanic en una aventura en 3D, la nueva dimensión con la que se acompañaría desde el cine la conmemoración del centenario de la tragedia.

El arte de la técnica
La versión 3D de Titanic -cuyo lanzamiento en la Argentina anuncia Fox para hoy- no es más que el apéndice de una sucesión de desafíos técnicos que Cameron logró transformar en hechos artísticos dignos de ser reconocidos como clásicos (ver recuadro).
Desde las páginas del diario español El País, David Alandete enumeró esa sucesión de proezas, que hacen de Cameron un cineasta de ribetes únicos. Dice, por ejemplo, que la segunda Terminator fue el primer film de la historia cuyos costos de producción superaron los 100 millones de dólares. Que con Titanic no hizo más que duplicar esa apuesta (el costo final alcanzó en definitiva los 200 millones). Y que Avatar superó todavía más esa marca (oficialmente se invirtieron 237 millones, pero fuentes confiables hablan de 280 millones, sin contar los gastos de marketing).
Eso no es todo. Para hacer la hoy poco valorada El secreto del abismo (The Abyss, 1989) llenó con 30 millones de litros de agua una central nuclear abandonada y obligó a su equipo a permanecer sumergido 10 horas por día a lo largo de 10 semanas hasta concluir el rodaje. Para filmar Titanic, ya se sabe que convenció a Fox y Paramount para que se construyera en Baja California (México) una réplica del barco de 236 metros de largo, circunstancia que obligó a construir a su alrededor un estudio entero, a un costo de 57 millones de dólares. Y ya casi ni hace falta hablar de la cámara 3D que el propio Cameron diseñó para usar por primera vez en Avatar: el hombre esperó más de una década para hacer su obra más reciente sólo porque aún no estaban dadas las condiciones para cumplir con ese salto tecnológico.
Con ese mismo espíritu innovador, el realizador fue el capitán del viaje que llevó al Titanic de las dos dimensiones originales a una nueva concepción en 3D. Una travesía que sigue la ruta impuesta en los últimos tiempos por Hollywood: antes que jugarse por ideas nuevas, nada mejor que seguir extrayendo el jugo de las viejas, con la ayuda de un nuevo y llamativo envase.

Visión enriquecida
“Filmamos el barco tal cual había sido concebido y construido. Y ahora, gracias al 3D, es posible enriquecer para el espectador los momentos más emotivos e intensos de la película”, dijo Cameron al presentar esta nueva versión a fines de marzo en una función de gala realizada en Londres.
Para estar allí a tiempo, viajó 18 horas desde el Pacífico Sur, donde horas antes había alcanzado otra prodigiosa marca: fue el primer ser humano en llegar solitariamente a lo más profundo de la Fosa de las Marianas, 11 kilómetros bajo tierra. Lo que parece asombroso para cualquiera no lo es para quien se sumergió 12 veces para ir al encuentro de los restos del Titanic, que yacen desde hace un siglo bajo el Atlántico.
Se dice que sólo alteró una escena en su voluntad de llevar al extremo el afán perfeccionista. La prensa británica reveló que Cameron siguió al pie de la letra el consejo del astrónomo Neil De Grasse Tyson, quien dijo que en la escena en la que Rose (Kate Winslet) queda a la deriva sobre los escombros a la espera del rescate no había un diseño adecuado de la bóveda celeste. Cameron le hizo caso y modificó el diseño de las estrellas en esta nueva versión.
Será, con toda seguridad, un detalle casi imperceptible, imposible de apreciar frente a lo que dijo en la avant première londinense Winslet, una de las estrellas del film (Leonardo DiCaprio estuvo ausente con aviso): “¿Se acuerdan de ese video casero de hace 16 años, que me llevó siete meses y medio de trabajo? Ahora lo traigo de vuelta para que lo vean todos”.
LA NACION