Habrían hallado un Da Vinci escondido

Habrían hallado un Da Vinci escondido

Por Elisabetta Piqué
Uno de los mayores enigmas de la historia del arte, qué fue de La Battaglia di Anghiari , un colosal fresco realizado por Leonardo da Vinci sobre una de las paredes del Palazzo Vecchio de Florencia, desaparecido hace casi 500 años, ha llegado a su fin.
Ayer, entre bombos y platillos, se anunció en Florencia el hallazgo de pruebas que indican que este capolavoro perdido de Leonardo estaría detrás de La batalla de Marciano , fresco del pintor, arquitecto e historiador del arte Giorgio Vasari (1511-1574), en la pared este del Salón dei Cinquecento del Palazzo Vecchio.
Detrás del fresco de Vasari se hallaron muestras de una composición química igual al pigmento negro existente en La Gioconda y en el San Juan Bautista , dos obras maestras de Leonardo (1452-1519) que se encuentran en el Museo del Louvre, en París. El descubrimiento fue anunciado por el ingeniero Maurizio Seracini, profesor de la Universidad de California y director del viejo y ambicioso proyecto -auspiciado por la National Geographic Society en colaboración con entes florentinos- para dar con el famoso tesoro perdido de Leonardo, un fresco de siete metros de altura y 17 de largo pintado en 1503.
“Las pruebas surgidas en la última fase de la investigación muestran que detrás del fresco de Vasari hay huellas de otro fresco. Ya no estamos hablando de indicios, sino de verdaderas pruebas, que nos dicen que estamos buscando a Leonardo en el lugar correcto”, dijo el profesor Seracini al presentar estos datos, considerados “muy alentadores”.
El pigmento negro, compuesto por manganesio y hierro, una típica mezcla creada por el genio de Da Vinci, fue identificado gracias a análisis químicos sobre materiales extraídos a través de seis diminutos agujeros realizados en el fresco de Vasari, entre noviembre y diciembre pasado, procedimiento cuestionado por algunos historiadores que temen que esta última obra pueda resultar dañada. Entonces, también fueron hallados fragmentos de material rojo, asociados a laca roja, un colorante utilizado sobre tablas al óleo; un estrato beige; fragmentos de carbonato de calcio: elementos que para Seracini podrían haber sido aplicados solamente con un pincel.
El equipo de expertos identificó, además, la existencia de un espacio o cámara de aire entre la pared sobre la que Vasari pintó su fresco y el muro que se levanta detrás. Según Seracini, esto sugiere que Vasari “podría haber querido preservar el trabajo de Leonardo, erigiendo una pared” frente al fresco de La Battaglia di Anghiari . “Ninguna otra pared del Salón dei Cinquecento presenta un vacío como en este caso”, explicó.
Tecnología de avanzada
Los datos que fundamentarían el hallazgo del fresco de Leonardo -que evocaba la victoria en una batalla que hubo en 1440 en la llanura de Anghiari entre Milán y la Liga italiana liderada por la República de Florencia- se obtuvieron con una sonda endoscópica dotada de una microcámara (4 milímetros).
Nunca nadie cuestionó la existencia de La Battaglia di Anghiari , de la que también existen bocetos. Durante varios años la obra estuvo expuesta en un salón del Palazzo Vecchio de Florencia. Muchos pudieron admirar el gigantesco fresco -descripto como “una obra milagrosa”, con caballeros y sus caballos retorcidos en una profunda torsión-, tanto es así que varios artistas realizaron copias, incluido Rubens (1577-1640), que reprodujo su parte central. Pero lo que se ignoraba desde hacía casi cinco siglos es qué había pasado con este capolavoro , que muchos daban por destruido y que algunos expertos consideran una de las obras de arte más significativas de Leonardo.
Fue Pier Soderini, confaloniero vitalicio de Florencia, quien en 1503 le encargó al inventor y pintor toscano la realización de La Battaglia di Anghiari , que realizó en el imponente Salón del Cinquecento del Palazzo Vecchio, entonces sede del gobierno de la república florentina. Da Vinci aprovechó del encargo para experimentar nuevas técnicas de fresco que, sin embargo, no alcanzaron los resultados esperados. De ahí que algunos pudieran pensar que la obra se hubiera podido desintegrar. A mediados del siglo XVI, Giorgio Vasari, admirador de Leonardo, reformó por completo ese mismo Salón del Cinquecento, donde pintó seis nuevos frescos, escondiendo, pero salvaguardando, el fresco del pintor de la Mona Lisa.
Seracini comenzó su cacería hace más de 30 años, cuando se dio cuenta de que en el fresco de Vasari hay una bandera con dos palabras, “cerca trova” (busca, encuentra): un indicio para resolver el misterio, ahora resuelto, del Leonardo perdido.
LA NACION