El médico que Obama quiere para cambiar al Banco Mundial

El médico que Obama quiere para cambiar al Banco Mundial

Por Felipe Ramírez Mallat
La tradición manda, pero la presión por el cambio aumenta. Ya lo vimos el año pasado, cuando varios países emergentes azuzaron la idea de que no fuera un europeo la nueva cabeza del Fondo Monetario Internacional (FMI), tras la escandalosa salida da Dominique Strauss-Kahn, en medio de acusaciones de abuso sexual. A pesar de la campaña a favor del ex ministro de Finanzas mexicano, Agustín Carstens, finalmente se impuso el acuerdo entre los Estados Unidos y Europa para que el Viejo Continente se quedara con la jefatura del Fondo (en este caso, Christine Lagarde) y un estadounidense con la del Banco Mundial.
Pero ahora, que ha llegado el momento de este cambio, la polémica está instalada.
“Es un experto en salud pública, pero carece de experiencia económica”, escribió The Economist la semana pasada, encendiendo el debate. Es que la trayectoria económica de Jim Yong Kim, el candidato nominado por el presidente estadounidense Barack Obama el pasado 23 de marzo para reemplazar a Robert Zoellick como titular del Banco Mundial es, según muchos, débil.

American dream
Nacido en Seúl, Corea del Sur, en 1959, la familia de Kim se mudó a los Estados Unidos buscando vivir el sueño americano cuando él tenía sólo cinco años. Instalados en la pequeña ciudad de Muscatine, en Iowa, Kim cumplió a la perfección con el estereotipo de hijo de inmigrantes orientales educados: su padre es dentista y su madre es doctora en filosofía. Fue mejor alumno y presidente de su clase en la secundaria pública de la ciudad, además de quarterback del equipo de football y pivote en el de básquetbol. Una vez en la facultad, sus buenas notas en la Universidad de Iowa le permitieron ser transferido a Brown, donde se graduó con honores en 1982. De allí pasó a la Escuela de Medicina de Harvard y al terminar, obtuvo un doctorado en el Antropología, siendo uno de los primeros estudiantes del programa experimental de medicina y ciencias sociales de la prestigiosa casa de estudios.
Una vez terminada su etapa de formación académica, continuó sirviendo tanto sus intereses médicos como sociales al fundar Partners in Health, una ONG que creó lo que a fines de los años ‘80 era un novedoso programa sanitario en Haití. La idea era poner el foco en las necesidades de la comunidad y entrenar a sus miembros para llevar a cabo la implementación final, que a principios de los ‘90 alcanzaba a 100 mil personas. En el plan, Kim fue el encargado de diseñar los protocolos de los tratamientos y rebajar los costos de los medicamentos. El resultado fue que, con u$s 200 resultaba posible curar enfermedades como tuberculosis, tratamientos que en los Estados Unidos eran 100 veces más caros.
Luego de su también exitosa implementación en Perú en 1994, la Organización Mundial de la Salud lo adoptó y es hoy el paradigma de los programas de la organización en el tercer mundo, estando presente en 40 países alrededor del globo. Esta relación lo llevó a unirse a la OMS en 2003 como consejero del director general, para luego pasar a dirigir el trabajo de la organización en relación al VIH/SIDA.
Siempre relacionado con el mundo académico como profesor y director de varias iniciativas de la Universidad de Harvard, en marzo de 2009 se transformó en el primer asiático-estadounidense en asumir como presidente del exclusivo Dartmouth College. Durante sus tres años en el cargo, ayudó a desarrollar una serie de innovadores programas en la estructura de enseñanza de la institución, sobre todo gracias a sus experiencias en Partners in Health y la OMS.
Casado con la pediatra del Hospital Infantil de Boston, Younsook Lim -tiene dos pequeños hijos de 12 y 3 años-, en 2006 fue nombrado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo y en 2010 fue elegido como miembro de la Academia de Artes y Ciencias de los Estados Unidos. Y aunque todo parezca un lecho de rosas, durante estos tres años a la cabeza de Dartmouth ha debido enfrentar una serie de críticas que hoy, a la luz de su flamante nominación, son escuchadas con renovada fuerza.
Porque no todo el mundo está de acuerdo con la idea de Obama.

Tradición versus cambio
“Cómo arreglar el Banco Mundial”, tituló The New York Times esta semana, contando los entreveros de la discusión en torno a que Yong haya sido el elegido para el trabajo.
“El líder del Banco Mundial debería tener un profundo entendimiento tanto del rol que el desarrollo juega en el mundo y de la importancia de crear condiciones donde la asistencia ya no sea necesitada”, dijo Obama durante su discurso de nominación. “Es tiempo de que un profesional del desarrollo lidere la mayor agencia de desarrollo del mundo”, agregó, en una elección que dejó fuera a personajes como el senador y ex candidato presidencial, John Kerry, y la actual embajadora de los Estados Unidos en la ONU, Susan Rice.
El actual secretario del Tesoro, Tim Geithner celebró la nominación diciendo que “estamos frente a una oportunidad única de aprovechar su pasión y experiencia a la cabeza del Banco Mundial”. Y el reconocido economista Jeffrey Sachs, director del Earth Institute en la Universidad de Columbia y quien se encontraba en abierta campaña por el cargo, dijo apoyar su nominación “en un 100%, con mi más completo entusiasmo”.
Al frente, claro, están los detractores. Estos critican que, por mucho que tenga las mejores intenciones, su falta de experiencia en cuanto a manejo de grandes fondos le podría jugar en contra. Poderosas usinas de influencia como Financial Times y la citada The Economist se encuentran en abierta campaña a favor de la ministra de Finanzas de Nigeria, Ngozi Okonjo-Iweala, principal contendiente de Kim de cara al 19 de abril, cuando se realice la votación en la que el directorio del banco -antes del inicio de la reunión anual del Banco Mundial y el FMI, entre el 20 y el 22 de abril, en Tokio- escoja al reemplazo de Robert Zoellick a partir del 30 de junio.
Entre los principales argumentos esgrimidos por sus detractores se encuentra el hecho de que nunca ha debido tomar “decisiones duras entre, digamos, infraestructura, salud y educación”, según escribió la revista inglesa luego de conocerse su nominación, refiriéndose a él como alguien “a la cabeza de una universidad en Nueva Inglaterra”, en referencia a la especie de burbuja de recursos casi ilimitados en que se mueve Dartmouth.
Tal vez una mirada más abarcadora en torno a la disputa es la del columnista del New York Times Thomas Bollyky, quien ha inscripto el actual proceso como la gran oportunidad para reformar la institución. Según su mirada, si bien los Estados Unidos seguiría con la tradición de imponer al presidente del banco, por otro lado estaría avanzando en un cambio en torno al perfil de su líder y, de esta forma, de las principales prerrogativas que debería tener. Al frente, dice, están quienes defienden la posición de una economista curtida por un país como Nigeria bajo el argumento de que es necesario cambiar con el anacronismo de que sea siempre un estadounidense pero que, en realidad, Okonjo-Iweala vendría a ser una continuidad de lo que ha sido el banco en los últimos 20 años.
EL CRONISTA