Mensajes ocultos de la historia

Mensajes ocultos de la historia


Por Silvia Hopenhayn
Hay escritores que toman la palabra para subrayar lo que otros han escrito antes. Suelen ser autores inclasificables que se ven afectados por sus lecturas a tal punto que necesitan dar cuenta de ellas y crean textos nuevos donde les otorgan a aquéllas variada trascendencia. Pueden referirse a letras de canciones, ensayos filosóficos, poemas, novelas e incluso manifiestos. Lo que vale es el sabor de la historia que se extrae de esos textos inspiradores.
Un gran lector de retazos del pasado y provocaciones del presente es el crítico norteamericano Greil Marcus (1945), autor de Rastros de carmín. Historia secreta del siglo XX , uno de los más originales recorridos por los márgenes del siglo, que va desde el dadaísmo hasta el punk, pasando por las dos guerras mundiales.
La aparición de un libro de Marcus permite ingresar en la historia reciente por una puerta distinta. Es el caso de El basurero de la Historia (2012, Paidós, colección Entornos), cuya traducción de Fermín Rodríguez e introducción de Pablo Schanton (ambos autores argentinos) nos predispone a una lectura grata y urticante.
Según Schanton, “para Marcus la historia no es un pasado cerrado. Suelta demandas insatisfechas que el crítico cultural tiene la responsabilidad de reactivar en su «hoy». Al basurero de la historia le opone su reciclaje de la histeria, la actualización de las promesas de felicidad y deseos sin cumplir que laten desde el pasado. La meta es despertar con un nuevo beso a la Bella Durmiente de la Historia”.
El libro de Marcus -a diferencia de otros anteriores, como el mencionado Rastros de carmín , su mítico Mystery Train o sus ensayos sobre Elvis Presley, Bob Dylan, The Doors y Van Morrison– reúne varios artículos, todos originados por una suerte de interlocución intensa con las obras (o sobras) contemporáneas. Como señala el propio autor, se trata de “historias, entre otras, sobre hechos policiales, discursos, canciones, novelas, películas, religión, el Guernica , de Picasso, y pinturas rupestres, la Biblia y el Muro de Berlín”.
Los distintos escritos, repartidos en tres capítulos, “Mapas”, “Territorios” y “Pactos”, van dando cuenta del gustito -sabroso y amargo- de una época, a través de relatos que Marcus hilvana con cinismo y felicidad.
Propone una estrecha relación entre lo que se canta y lo que se cuenta, como por ejemplo, las letras del grupo punk The Sex Pistols, que aluden al Muro de Berlín o el antisemitismo.
Marcus, cuya firma se hizo célebre en la revista Rolling Stone , escribe sobre críticos y poetas fervorosos, como el situacionista Guy Debord o el “beat” Allen Ginsberg, y apela a las miradas sutiles del cineasta Wim Wenders o el guionista y escritor Peter Handke. A su vez, destaca la importancia de las publicaciones culturales, ya sean revistas o suplementos literarios, para capturar la efervescencia de la actualidad. O sea, un libro de brasas del pasado que alzan sus llamas en nuestro presente.
LA NACION