“Las grandes decisiones siempre las toman las mujeres”

“Las grandes decisiones siempre las toman las mujeres”

Por Laura Mafud
Durante una revolución, la francesa, un grupo de mujeres, bajo el lema de libertad, igualdad y fraternidad, caminó a Versalles con el deseo de exigir el voto femenino. Dos siglos más tarde, en otra revolución, la industrial, distintas organizaciones comenzaron a proclamar un día internacional destinado a celebrar la lucha de la mujer por sus derechos: el 8 de marzo. En vísperas de un nuevo festejo, la psicóloga chilena Pilar Sordo dialogó en exclusiva con El Cronista WE y reflexionó sobre el rol del género femenino en el ámbito corporativo y los desafíos en la esfera política regional. “Está perfecto que celebremos el Día de la Mujer. Pero creo se abusa un poco de ello. Los hombres también tienen derecho a decir que evolucionaron, están intentando hacerlo bien y necesitan reconocimiento”, asegura.
Y es palabra de experta. En 2006, 2007 y 2010, esta especialista en cuestiones de género fue elegida una de las 100 mujeres líderes de Chile. Ahora, tras firmar un acuerdo con editorial Planeta para la reedición de sus libros, publica Bienvenido dolor, que este mes llega a las estanterías vernáculas y que presentará oficialmente en la Feria del Libro de Buenos Aires. El volumen trata sobre temáticas referidas a los duelos y a cómo afrontar esas heridas para seguir adelante. Para Sordo, los latinoamericanos asocian la felicidad con algo fugaz y, por ello, viven anticipando la desgracia. El trabajo desmitifica esta idea para analizar el significado de la felicidad y la conexión con el presente.

El juego de las diferencias
Los hombres son de Marte y las mujeres, de Venus, sentenció hace 20 años el psicoanalista estadounidense John Grey, desde cuyo best seller de autosuperación analizó el porqué de las diferencias de género. Sordo se alzó con la bandera de gurú regional tras el éxito editorial alcanzado por ¡Viva la diferencia!, un libro, liviano de leer, presentado en 2005 que lleva más de 300.000 ejemplares vendidos. “Ordena la cabeza en todo este despelote de ambigüedad y de dispersión de los roles para adecuar las expectativas en las relaciones”.
No es novedad que la mujer salió al mercado laboral y ganó espacio en puestos de gestión y altas jerarquías. Pero, en pos de seguir abriendo el camino transitado, entender cuáles son las ventajas de cada uno de los géneros ayuda. “El gran aporte de la mujer es el valor que le da a los detalles, a los proyectos, a la negociación, a la conversación y al trabajo en equipo. Los hombres avanzan, piensan en objetivos y no se quedan pegados en detalles que no suman. Somos complementarios”, comenta.
Y el liderazgo, claro está, no tiene género. “La meritocracia es la mejor forma de que nos hagamos un espacio válido en la sociedad”, observa.
Por esto, en tanto mujeres y hombres sean capaces de conocer las diferencias, “vamos a poder ubicarnos en un lugar que nos permita adecuar las expectativas para que resulte más fácil la negociación entre los géneros”. Es que, tanto a nivel laboral como familiar, las negociaciones a veces entrampan porque se esperan reacciones del otro que no están en su estructura. “Conocer las diferencias nos permite negociar mejor”.
Sin embargo, los números alertan sobre las deudas pendientes. Según un ranking Fortune, apenas 15 de las 500 empresas más grandes del mundo son dirigidas por mujeres. En América Latina, de las 100 más grandes, sólo el 14% cuenta con voces femeninas en sus puestos directivos. Y, aún, existen diferencias salariales por mismo puesto de trabajo que pueden alcanzar hasta el 20%. “En ocasiones, las mujeres nos autoboicoteamos en el progreso profesional porque sentimos que somos indispensables, nos cuesta delegar, no pedimos ayuda y la culpa nos impide avanzar en decisiones”.

Señora Presidenta
La economista Josefina Vázquez Mota, ex secretaria de Eduación Pública de México, ganó recientemente las internas en el Partido Acción Nacional (PAN) y dará pelea frente a Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Gabriel Quadri de la Torre en las elecciones presidenciales que celebrará este año el paíz azteca. De este modo, un nueva presidenta mujer podría sumarse a las filas latinoamericanas. “Hay buenos líderes hombres y mujeres”, observa Sordo. Y en línea, ejemplifica: “Michelle Bachelet nunca traicionó su femineidad en el manejo del poder. No perdió la dulzura, la calidez ni la cercanía con la gente y terminó haciendo todo lo que tenía que hacer”.
Asimismo, Sordo reflexiona sobre el caso argentino: “A CFK, su proceso de viudez o el contacto con las emociones en relación a ello, a la pérdida y el duelo, le han permitido un contacto con lo femenino y con las emociones mucho mayor al que tenía. Se la ve más conectada en su discurso con los otros. Creo que eso la ayudó en su reelección”.
Sordo sabe de lo que habla. Ella misma atravesó un proceso de fuerte duelo cuando falleció su segundo marido. Por esto, es prudente al reflexionar sobre el luto de la Presidenta: “El tema me llama un poco la atención. Es un proceso que es mucho más interno que externo. Pero no soy nadie para opinar en cómo cada persona vive su duelo. Si eso está manejado políticamente o no, no tengo idea. Creo que hay que ser criteriosos como para respetar los dolores de los otros”.
El desafío de las jefas de Estado, como el caso de Dilma Rousseff, en Brasil, asegura Sordo, está en encontrar el equilibrio entre la gestión y la femineidad. “Se puede ser eficiente, firme, ejecutora y, al mismo tiempo, cálida y femenina sin perder el aporte maravilloso que las mujeres hacemos a las sociedades”.
¿Camino hacia una sociedad matriarcal? “Siempre ha sido un poco así. Hemos disfrazado el tema. Pero si uno escarba en la familia argentina y chilena, las grandes decisiones siempre las tomamos las mujeres. Oficialmente, pareciera ser políticamente incorrecto decirlo. Pero, quien toma la sartén por el mango es la mujer. Hasta el vino que se compra en el hogar es una decisión de ella. Entonces, está medio disfrazado eso, como si en cierto punto nos beneficiara venir sintiendo que somos nobles, buenas y hasta víctimas. Por supuesto, el machismo tendrá que ir desapareciendo en la medida en que cada vez haya más mujeres orgullosas de ser tales.
EL CRONISTA