La condena de “seguir” y “gustar” en la vida virtual

La condena de “seguir” y “gustar” en la vida virtual

Por Karelia Vázquez
La ingeniería social se complica. Si ya era difícil quedar bien con todo el mundo en la vida analógica, el protocolo digital multiplica las reglas de una cortesía desbordada que, al menos, yo no había sentido la necesidad de poner en práctica hasta ahora.
Antes controlaba. Sabía perfectamente cuándo había sido border, a quién había puesto mala cara o con quién no me había portado del todo bien. Unas veces estaba dispuesta a corregirme y otras no. Pero controlaba. Ahora cada día me entero de que he metido la pata involuntariamente con quien no lo merecía o he sido escandalosa y digitalmente descortés con gente que me aprecia, virtualmente hablando. Léase, no he puesto un “me gusta” cuando debía, no he dado las gracias por un retuit, tampoco por un #FF o no he devuelto a tiempo el follow a alguno de mis seguidores en Twitter, que tampoco son demasiados, probablemente por mi comportamiento asilvestrado.
Invadida por la culpa me voy a consultar, en caso de que exista, algún manual de urbanidad sobre el asunto. Y encuentro verdaderos tratados de protocolo en varios idiomas, Cinco maneras de decir gracias en Twitter (en inglés), Siete maneras de agradecer a alguien por un retweet (en inglés), 30 modos de decir gracias por un retweet (en inglés), Protocolo en redes sociales: Facebook, Twitter, Linkedin (en español). Evidentemente, el asunto ya está bastante regulado, aunque algunas de estas redes sociales, como Twitter y Facebook, no cuentan 10 años de vida y aún tendríamos que estar todos aprendiendo en ellas en vez de dictar normas de comportamiento como si fuéramos expertos.
Algunos posteos dedicados a la cortesía digital son muy honestos, siguen recomendando agradecer a diestra y siniestra a los seguidores, pero al menos explican claramente por qué. Por ejemplo, Cómo conseguir más retweets en Twitter (en inglés), un propósito que, en mi humilde opinión, se esconde detrás de tanto derroche de agradecimientos, y no tanto la buena educación o el conocido refrán de “Es de bien nacido ser agradecido”.
En este posteo se explica que la ley de la reciprocidad funciona en Twitter como en la vida misma: dar para recibir. Si te siguen, sigue; si te retuitean hacé lo propio; si te mencionan, agradecé y mencioná; si te hacen un #FF deshacete en elogios y anotate lo que tendrás que hacer el próximo viernes. Y, encima, hacelo con gracia para que tu timeline no se convierta en un encadenamiento aburrido de gratitudes.
Una amiga me cuenta lo incómoda que se sintió cuando apareció en su timeline este reclamo: “Algo malo habré hecho para que @llamésmoleX (mi amiga) me haya dejado de seguir”. Después de pensar un par de días sobre qué hacer, decidió no responder y volver a agregar al reclamante. En el mío alguien publicó: “A ver cuándo me devuelves el follow “, y todavía no sé cómo arreglarlo.
Afortunadamente también encuentro el irreverente blog de Jay Dolan The Antisocial Media que me ilustra sobre el asunto. “Si estas relaciones no te aportan nada, déjalas. No es agradable, pero es lo que hay que hacer (…) Algunas relaciones terminan con un estrépito, otras con un quejido y en nuestra época terminan con la tecla delete”.
Elias Aboujaoude, un psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, autor del libro Virtually you (Norton , 2011), defiende la existencia de la e-personality , ese sujeto casi siempre mejor que nosotros que nos creamos.

Egos digitales
Todo sería más fácil si no se hubieran inventado las máquinas de engordar egos digitales. Por ejemplo, Favstart.com es un servicio útil para medir el impacto de la actividad en Twitter, pero es también una fábrica de neuróticos. Su misión consiste en informarte de tus listas de tuits exitosos, de cuántas veces te han mencionado, cuántas te han retuiteado, quién te menciona… Luego saca un ranking de celebridades y de tuits más populares.
Klout.com es otra herramienta para medir la reputación digital en Twitter, Facebook y LinkedIn que clasifica a los usuarios según su nivel de influencia y notoriedad. Además, Klout marca estatus, poniendo un número a las cuotas de influencia de cada usuario. Del 1 al 100. Puestas a engordar egos ya desorbitados, estas herramientas generan verdaderos dictadores de las redes sociales y de sí mismos. Al menos, un problema debe tener alguien que dice (y muy en serio): “Me he ido de vacaciones dos semanas y no sabés cómo me ha bajado el klout “. Y esto es una cita auténtica.
Por último, la peor de todas, generadora de paranoias en serie, la aplicación who.unfollowed.me , que cada 15 minutos te informa de quién ha osado dejar de seguirte en Twitter y elabora un historial de unfollowers cada 45 días. Las reacciones son muy variadas, desde el resignado silencio hasta el desvergonzado reclamo, pasando por el ojo por ojo, un rencoroso y vengativo unfollow . Dicho esto, termino y me voy a comprobar cuántos followers he dejado en el camino después de escribir esta nota.

A JUICIO POR SUBIR LIBROS DE TARINGA
Los administradores de un sitio de Internet donde se subían libros sin autorización de sus autores deberán afrontar un juicio, en el que podrían ser condenados a seis años de prisión, luego de que la Cámara del Crimen confirmó sus procesamientos por violación a la ley de propiedad intelectual. Fuentes judiciales informaron que la Sala Sexta del tribunal de apelaciones ratificó los procesamientos de Alberto Nakayama y de los hermanos Matías y Hernán Botbol, imputados por la contratación del servicio de hosting del portal Taringa para ofrecer “a usuarios anónimos la posibilidad de compartir y descargar gratuitamente archivos cuyo contenido no está autorizado”.
LA NACION