El desierto en primera persona

El desierto en primera persona

Por Silvia Hopenhayn
Hay antologías que brillan por el hilván, por el modo en que los distintos textos dialogan en el escenario propuesto por el compilador. En este caso, es el desierto. Pero no el desierto arquetípico de espejismos y beduinos, sino el de tierra adentro, que implica una experiencia de frontera y un proyecto de nación. El otro desierto de la nación argentina. Antología de narrativa expedicionaria , con estudio preliminar y selección de textos de Claudia Torre (editado por la Universidad Nacional de Quilmes, en la colección homenaje a Oscar Terán), es una invitación al corazón del viaje a través de las plumas de quienes protagonizaron la configuración de una porción importantísima de nuestra historia geopolítica. Ya el epígrafe del premio Nobel Le Clézio anticipa el espíritu de la antología: “El desierto es como una caja de resonancias, una dirección, en la que se percibe mejor todo lo humano”. Pues bien, aquí lo humano bulle: desde su aspecto más audaz y deseante hasta los impulsos despóticos y sus consecuencias devastadoras.
Las obras escogidas abarcan el período de 1870-1900 y revelan aspectos personales y estratégicos a través de relatos testimoniales. Escribe Torre: “Estos textos tienen en común, por un lado, el uso de lenguaje figurativo para definir asuntos institucionales de Estado y, por el otro, la tensión entre el nombre propio y las instituciones del Estado moderno. Por eso están escritos casi todos en primera persona (el «yo expedicionario»), como si el compromiso de la palabra propia fuera un criterio de verdad”. Torre destaca la “doble pulsión” de estos hombres, ligada a la experiencia y al deseo de escribir sobre ello. Y señala: “No existía un entrenamiento formal o sistematizado para el oficio de escribir. Muchos devenían relatores y descriptores de la experiencia”. Quizá por eso la “vehemencia del hacer” teñía los textos de cierta veleidad. ¡Y de expectativas de marketing! Así, Estanislao Zeballos acepta la invitación de Julio Argentino Roca a redactar apuntes sobre la ocupación de Río Negro a cambio de que el gobierno le compre la edición de su obra?
La compilación también incluye el famoso y arrasador “Mensaje y proyecto del Señor Ministro de Guerra y Marina, General Don Julio A. Roca, sobre la traslación de la frontera sur a los ríos Negro y Neuquén”, dirigido al Congreso de la Nación, que, a diferencia del tono de los diarios de Colón, más propios del conquistador absorto, revelan cierta soberbia exenta de altivez. Eduardo Gutiérrez, también incluido en la antología, traza con su pluma originales “Croquis y siluetas militares”, desde el Coronel Lagos (“lámina de acero, que no hay fuerza capaz de torcer”) hasta el elogio hiperbólico de “El soldado en línea”.
Un libro propicio para ilustrar de manera original el ímpetu de la palabra en la construcción de la historia.
LA NACION