Vacunas, trasplantes y mucho más

Vacunas, trasplantes y mucho más


Por Fabiola Czubaj
Si hubo algo que caracterizó a la mayoría de las medidas sanitarias adoptadas este año fue que al anunciarlas se las consideró, con más o menos palabras, “un hecho histórico para la salud pública”.
¿Y lo fueron acaso? Para las sociedades científicas que reúnen a los pediatras y los infectólogos del país, por ejemplo, la actualización del Calendario Nacional de Vacunación fue todo un logro los últimos años. Es que hace tiempo los especialistas reclamaban la incorporación de nuevas vacunas.
Este año, finalmente, el calendario alcanza las 16 vacunas gratuitas y obligatorias no sólo para los chicos, sino también para los adolescentes y adultos mayores. Las flamantes incorporaciones incluyen la vacuna contra la gripe A (H1N1), el virus del papiloma humano (VPH) y el neumococo, que puede causar no sólo neumonía, sino también meningitis y una infección generalizada llamada bacteriemia.
Sin duda, la que más debate generó es la que protege de dos cepas (genotipos 16 y 18) del VPH causantes del 77% de los cánceres de cuello uterino. Desde octubre, la vacuna es de aplicación obligatoria para las nenas de 11 años.
Otra buena noticia asociada con la actualización del programa de inmunizaciones surgió a mediados de año, durante el II Simposio Internacional de Inmunizaciones en nuestro país. Allí se supo que las infecciones por hepatitis A disminuyeron más del 95% en los últimos seis años. Fue por la incorporación de la vacuna contra el virus que la produce.
Mientras que en 2004 se habían registrado oficialmente 43.321 casos, en 2010 hubo apenas 329, según reveló el informe que presentó en la reunión el Ministerio de Salud. Y en dos años se redujo a cero la cantidad de trasplantes hepáticos cuando la infección viral es fulminante.
“Antes de la inmunización pediátrica obligatoria, por cada paciente con síntomas había 12 que no los tenían, con lo cual había mucha circulación del virus, y un porcentaje muy chico de los pacientes con síntomas tenía una infección fulminante”, explicó entonces a Comunidad la doctora Ivonne Malla, jefa del Servicio de Hepatología y Trasplante Hepático Pediátrico del Hospital Universitario Austral.

Cuestión de cifras
La disminución de la mortalidad infantil en la ciudad de Buenos Aires también estuvo entre los anuncios del año que se va.
Una diferencia de 0,7 por mil nacidos vivos en un año (de 7,4 por mil en 2009 a 6,7 en 2010) también fue considerada un descenso histórico en marzo último.
Una mirada al país nos devuelve estadísticas hasta 2009, cuando se lanzó el llamado Plan para la Reducción de la Mortalidad Materno Infantil, de las Mujeres y las Adolescentes. Su objetivo, prometido para alcanzarlo este año, era reducir la mortalidad infantil a un dígito para evitar el fallecimiento de 2378 bebes, como lo resumieron desde la cartera sanitaria nacional.
Es decir que de los 13,3 chicos fallecidos por cada mil nacidos vivos registrados en 2007, este año debería haberse llegado a una tasa de 9,9 por mil. Según el Boletín de Indicadores Básicos de este año, la tasa de mortalidad infantil informada al cierre de esta nota para 2009 es de 12,1.
Por otro lado, un balance presentado estos días de los resultados obtenidos en los 18 meses de vigencia del Programa Nacional de Cardiopatías Congénitas muestra que ya son más de 2800 los chicos que nacieron con problemas cardíacos y que fueron operados en 17 hospitales públicos del país.
También crecieron los trasplantes de órganos y mejoró la cantidad de donantes, según informó el Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Hace dos meses, la publicación europea Newsletter Transplant 2011 colocó a nuestro país en el primer puesto del ranking elaborado con las tasas de donación en América latina, con la misma cifra que Canadá -14,5 donantes por millón de habitantes- y un 2%más que en 2009, lo que se tradujo en 1294 trasplantes de órganos en 2010.

¿Chau tabaco?
Tres leyes despiden este año con bastante repercusión, sobre todo entre las ONG de pacientes y entidades profesionales.
Una fue la llamada ley antitabaco, que finalmente salió de una carpeta y se sancionó en junio último. La norma obliga, por ejemplo, a que las tabacaleras incluyan en los paquetes de cigarrillos mensajes sobre los efectos nocivos para la salud, que los fumadores no prendan un cigarrillo en lugares cerrados o que se les vendan cigarrillos a los menores de 18 años.
El día de la sanción de la nueva norma, la Alianza Libre de Humo de Tabaco de Argentina (Aliar) consideró que se trataba de una jornada histórica y celebró que el Congreso “haya por fin decidido legislar a favor de la vida de los trabajadores sin ningún tipo de discriminación”.
En nuestro país, 6000 de las 40.000 personas que mueren anualmente por el tabaquismo son fumadores pasivos. Se estima que, cada año, la Argentina recauda 1050 millones de dólares a través de los impuestos a la venta de cigarrillos, pero destina unos 1700 millones de dólares para el tratamiento de trastornos como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o el cáncer de pulmón, entre otras.
Sin embargo, nuestro país todavía no es 100% libre de humo porque la ley antitabaco no fue reglamentada. Por eso, Aliar está reuniendo firmas en su página Web para lograrlo.
Además, nuestro país es el único de América latina y de los pocos del mundo que no ratificó legislativamente el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT), un acuerdo antitabaco de la Organización Mundial de la Salud vigente desde hace seis años.
Las otras dos leyes que movilizaron a las ONG de pacientes fueron la ley para celíacos y de enfermedades raras o huérfanas, que son un conjunto de más de dos centenares de trastornos crónicos que no son tan frecuentes en la población, pero tienen alto impacto. Esta ley establece la cobertura integral de la atención de los pacientes.
En tanto, el grupo promotor de la ley celíaca logró la reglamentación de la norma después de cuatro año de trabajo. El texto le permitiría a unos 400.000 pacientes cumplir con el único tratamiento disponible para esta sensibilidad exagerada al gluten: la dieta sin TACC (trigo, avena, cebada y centeno). “Vamos a celebrar, pero todavía falta -dijo Celina Bo, del grupo promotor-. Es el reconocimiento del derecho que tenemos a la salud, que es inalienable. Pero sabemos que ahora comienza una nueva etapa de trabajo.”
LA NACION