17 Feb “La ciencia todavía no sabe por qué envejecemos”
Por Nora Bär
Como innumerables jóvenes, “Paquita” (Florencia Solana Muñoz) se declara “adicta” a la computadora: “En cuanto termino de cenar, me vengo a mandar mails y hasta tengo mi perfil en Facebook”, cuenta. Lo singular, sin embargo, es que “Paquita” vive en la pensión de las hermanas de Santa Catalina de Siena y ¡está a punto de cumplir 89 años! “Yo sigo aprendiendo -dice-. Internet me abrió muchísimo los horizontes.” El doctor Rodolfo Goya, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata, estudia precisamente los mecanismos básicos que pueden explicar por qué mientras algunos viven una vejez saludable, otros sufren un deterioro notorio.
-Doctor Goya, ¿por qué envejecemos?
-El envejecimiento es un fenómeno universal entre los animales superiores (ratones, perros, gatos, el ser humano). Hay numerosas teorías que tratan de explicarlo, pero ninguna certeza. Una de las más difundidas es que el oxígeno que respiramos produce los denominados “radicales libres”, que son compuestos dañinos para las células , y que los daños se van acumulando progresivamente. Pero la pregunta sigue pendiente.
-¿Vencer el envejecimiento es una ilusión inalcanzable?
-Es una tarea monumental que puede considerarse como el objetivo último de la medicina. La ciencia y la tecnología lograron avances de tal magnitud que la expectativa de vida virtualmente se ha duplicado en el último siglo. La aspiración última de la gerontología es independizarnos del paso del tiempo. Lograr que a los 90 tengamos una edad biológica de 40 o menos. Esto significa agregar calidad de vida a los años. Hay otra aspiración, que es la de rejuvenecer a las personas ancianas, pero éste es un objetivo más difícil.
-¿Qué factores lo incrementan y cuáles ayudan a retrasarlo?
-La constitución genética es un importante determinante de la longevidad. El medio ambiente es otro. En el caso de los seres humanos, el estilo de vida es fundamental, particularmente lo relacionado con la nutrición y la actividad física. Una dieta sana que nos permita evitar la obesidad y una actividad física regular cuya intensidad sea acorde con la edad son factores que ayudan enormemente a mantener nuestra calidad de vida durante muchos años. También es importante mantener una adecuada actividad mental durante toda la vida. Una caída brusca en ese aspecto, como a veces sucede después de la jubilación, puede actuar muy desfavorablemente sobre nuestra vitalidad.
-¿Es cierto que los telómeros [los extremos de las hebras de ADN que constituyen los cromosomas] indican la edad biológica de nuestras células?
-Cuando se descubrió que los telómeros se acortan en cada división celular, se pensó que este acortamiento podría ser el factor limitante de la duración de nuestra vida. Sin embargo, estudios subsiguientes mostraron que en nuestro organismo hay células que se reproducen activamente durante toda la vida (como las del epitelio intestinal) y aun en personas ancianas mantienen esta capacidad de multiplicarse. Por otro lado, células tan importantes como las nerviosas y las musculares no se dividen durante la vida adulta, y por lo tanto no son afectadas por el acortamiento de los telómeros, pese a lo cual igual envejecen. En la actualidad, los gerontólogos consideran a los telómeros como uno de una constelación de factores biológicos que pueden influir en el envejecimiento.
-Cada vez se vive más. ¿Hay un límite para la prolongación de la vida?
-Hay opiniones divididas. Algunos piensan que el constante avance de las tecnologías médicas permitirá ir reparando las alteraciones que nuestro organismo sufre con la edad y que en el futuro incluso se podrá llegar a restaurar el organismo “a nuevo”. Otros, que en muy pocas décadas la especie humana deberá fusionarse con su tecnología a través de implantes de chips de memoria, microimplantes retinales y auditivos que nos den acceso directo a Internet, miembros biónicos…
Esto que parece ciencia ficción ya está comenzando a ocurrir, con los stents intracoronarios en cardiología, implantes cocleares para revertir ciertas sorderas, implantes neurales o retinales para corregir cegueras, prótesis inteligentes para brazos y piernas, etcétera.
LA NACION