Amores tóxicos

Amores tóxicos

Por Agustina Vissani
Cuando estar enamoradas significa sufrir, estamos amando demasiado. Así comienza el best seller Mujeres que aman demasiado, de la psicoterapeuta americana Robin Norwood, y esa es una de las evidencias de un vínculo conflictivo. Hablar constantemente de él, terminar una relación para desesperadamente iniciar una nueva, depender de la aprobación del otro o el vaivén compulsivo entre excitación y sufrimiento son síntomas de las llamadas adictas al amor. Se trata de mujeres codependientes que se aferran a cualquier vínculo con tal de no estar solas.
“La adicta al amor es una persona carenciada emocionalmente que necesita ser amada con desesperación. Su autoestima es muy pobre pese a destacarse en las demás áreas de su vida”, describió la licenciada Patricia Faur, psicóloga y autora del libro Amores que matan . Ocurre que la soledad implica enfrentarse con la propia historia, con emociones que prefieren negarse. Y frente a esto, según Faur, encuentran en el otro un ansiolítico peligroso que si bien al principio calma, después genera una dependencia tóxica.
Adicción, ansiolíticos, tóxicos y compulsión son conceptos fuertes que parecerían tener poco que ver con el romanticismo del llamado a la media noche, con San Valentín y sus cajas de bombones. Pero aunque a las fanáticas de las novelas de la tarde les cueste aceptarlo, la ciencia ya confirmó que el amor puede disparar un mecanismo de adicción similar al del alcoholismo.

Querer que te quieran
La psicóloga especializada en vínculos adictivos y coordinadora del sitio Codependencia, Cristina Meyrialle, sostuvo que este patrón vincular tiene su punto de partida en la niñez. “Una codependiente es, debajo de su apariencia adulta, una eterna niña que no recibió la contención y protección necesaria en su infancia”, dijo para luego explicar que la intención de estar en pareja a cualquier precio esconde la necesidad de reparar aquel agujero emocional de la infancia. “Es una repetición compulsiva de algo que se vivió en el hogar infantil, la búsqueda de amor y estabilidad.”

Una y otra vez
Más vale sola que mal acompañada, reza un sabio dicho popular. Pero la lógica de la codependencia es bien diferente: terminar una relación conflictiva, llorar, preguntarse qué salió mal, dar vuelta la página y volver a intentarlo con alguien igual o más tóxico aun que esa ex pareja. “Tapar el desamor con otra relación es un autoengaño. Es necesario elaborar el duelo, si no el ciclo se repetirá inevitablemente”, analizó Meyrialle.

S.O.S.
Una vez que se acepta que la manera de relacionarse afecta negativamente, los especialistas recomiendan un tratamiento del estilo de los que se emplean para el resto de las adicciones. Los grupos terapéuticos son la mejor salida ya que más allá de la voluntad se requiere del apoyo de los otros para poder salir adelante, para entender que el amor no es tan enredado ni tan estridente. “No se necesita tanta interpretación o decodificación. El amor verdadero hace bien y permite que cada integrante pueda ser feliz con la felicidad del otro y con su propia vida”, concluyó la licenciada Patricia Faur.
LA NACION