03 Jan Un tumor con predilección por las mujeres
Por Nora Bär
El carcinoma papilar tiroideo es el más frecuente, pero no el único de los tumores que pueden afectar esa glándula que, en el adulto, no pesa más de 30 gramos, regula el metabolismo y la sensibilidad a las hormonas y es productora de proteínas: representa alrededor del 80% de todos los cánceres de tiroides.
La incidencia anual de este tumor es de 2 a 3,8 casos por cada 100.000 habitantes, con mayor frecuencia entre las mujeres.
Según explica el doctor Marcos Abalovich, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Tiroides y médico de la División de Endocrinología del Hospital Durand, aunque puede provocar ronquera o cambio de la voz, por lo general, no da síntomas.
“Con frecuencia, los nódulos de tiroides se detectan durante una revisación clínica, son advertidos por la propia paciente o descubiertos accidentalmente en una ecografía de vasos de cuello realizada para controlar factores circulatorios -explica el especialista-. Su presencia puede sugerir una exploración más detenida, aunque casi siempre el funcionamiento de la glándula es normal.”
Se trata de un tipo de carcinoma de evolución muy lenta y con buen pronóstico, dado que, en general, el tumor está localizado sólo en la glándula. Cuando da metástasis, tiene la peculiaridad de hacerlo primero en los ganglios del cuello.
El diagnóstico del cáncer tiroideo se hace por punción o aspiración; es decir, que se obtiene líquido del o los nódulos que se detectan en la glándula. “La punción es altamente sugestiva, pero la confirmación la da la anatomía patológica -subraya Abalovich-. Sin embargo, previamente se le puede pedir a un ecografista experto que informe si existen ganglios sospechosos, que también se pueden punzar antes de la intervención.”
La tiroidectomía total, como se llama la operación a la que será sometida la Presidenta, consiste en extirpar completamente la glándula. Si lo considera necesario, el cirujano -que según la información oficial será el doctor Pedro Saco, jefe de cirugía de cabeza y cuello del Hospital Austral, y actual vicepresidente de la Asociación Argentina de Cirugía de Cabeza y Cuello- puede retirar también compartimentos ganglionares.
La operación lleva dos o tres horas, básicamente por la cercanía con otras estructuras, como las glándulas paratiroides, que regulan el metabolismo del calcio, y un nervio llamado “recurrente”, que si se lesiona podría producir alteraciones respiratorias o disfonía.
“Es un procedimiento relativamente sencillo, pero que hay que hacer con tranquilidad -explica el doctor Mario Bruno, jefe honorario del Servicio de Oncología del Hospital Alvarez-. De acuerdo con los detalles que se hicieron públicos, sería excepcional que hubiera complicaciones.”
Alrededor de un mes después de la intervención, se administra una dosis de yodo radiactivo para eliminar posibles restos del tumor, aunque sean mínimos. Y a continuación se puede comenzar a tomar hormona tiroidea de reemplazo.
Estadísticas internacionales calculan que entre el 95 y el 97% de los pacientes que pasan por esta cirugía continúan sanos diez años más tarde. “Sustituyendo la hormona [levotiroxina], pueden hacer una vida normal. Sólo requieren controles periódicos”, afirma Abalovich.
Y agrega Bruno: “Se puede llegar a una curación completa. No es necesario usar radioterapia externa ni quimioterapia, salvo casos extraños”.
LA NACION