17 Jan La vida saludable también mantiene sano el cerebro
A los 60 y largos, se le empezaron a olvidar algunas cosas. Es normal, le dijeron. Isabel asintió. Al principio, eran pequeños despistes, como dónde había dejado las llaves. Pero luego se fue complicando y ya no sabía ni encender la hornalla. Se suele pensar que al llegar a la vejez es normal que el cerebro se empiece a deteriorar. Pero lo cierto es que hacernos mayores no tiene por qué implicar enfermar.
Todos queremos llegar a viejos, pero nos da miedo pensar en enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer. Llegada cierta edad el cuerpo pierde capacidad de reparación, pero envejecer de forma sana está, en buena medida, en nuestras manos. “Es el estilo de vida personal lo que nos hará llegar mejor o peor”, afirma Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana de la Universidad Complutense de Madrid. Los hábitos de toda nuestra vida determinarán nuestra salud física y mental en el envejecimiento.
El proceso de envejecimiento del cerebro comienza, como el de todo el organismo, a partir de los 30 años. Hasta entonces, el cuerpo fue reparándose gracias a un programa inscrito en los genes. Cuando ese programa se acaba, el organismo comienza a no producir la energía necesaria para reparar los daños que se producen como resultado de la interacción con el medio ambiente y pueden llegar las enfermedades. En el caso del cerebro, envejecer afecta la estructura de las neuronas y las conexiones físicas que establecen unas con otras, por las que se intercambian la información. No envejece todo a la vez, sino que lo hace por áreas, en función del uso que le demos.
Para llegar sanos, debemos prepararnos para generar reservas cognitivas, una especie de baterías extra que entran en funcionamiento cuando el cerebro las necesita. Es como si fuera un banco, en el que se van depositando todos los beneficios que le reporta el deporte, una buena alimentación, el ejercicio intelectual, el descanso. Y al parecer, esas reservas funcionan ya sea para hacer frente a un problema, como una lesión o una enfermedad, o simplemente para paliar el deterioro que supone envejecer. De lo que se trata es de, a lo largo de la vida, ir reforzando las redes de conexiones sinápticas para que, al hacernos mayores, estemos en la mejor forma posible, tanto física como mental. Afirma Mora que para tener una buena reserva cognitiva necesitamos trabajar tres frentes: la actividad social, la intelectual y el deporte. Son los tres ingredientes básicos para gozar de un cerebro sano y protegernos de los procesos neurodegenerativos.
CLARIN