La brillante idea de un niño científico desata una tormenta eléctrica en Internet

La brillante idea de un niño científico desata una tormenta eléctrica en Internet

Por Sophia Hollander
Un nuevo método para captar energía solar ha polarizado a los científicos alrededor del mundo y encendido un feroz debate en Internet, donde el joven innovador ha sido llamado desde extraterrestre hasta agente de una conspiración global. El científico en cuestión es Aidan Dwyer, de tan sólo 13 años.
A mediados del año pasado, Aidan ganó una competencia nacional de ciencia con lo que aparentaba ser una idea brillante: su investigación parecía demostrar que los paneles solares organizados como las hojas de un árbol captan la luz solar con mayor eficiencia que la disposición tradicional.
Muchos en Internet denominaron al adolescente de Long Island como un “genio” que logró un verdadero “avance” en la energía solar. Otros lo elogiaron por corroborar que los diseños naturales son superiores a los del hombre. Pero hubo un pequeño problema: para probar su hipótesis, Aidan había hecho mediciones incorrectas.
Conforme los lectores descubrían el error, estalló una supernova en Internet. Comentaristas y blogueros atacaron a Aidan. Los blogs criticaron su experimento llamándolo “mala ciencia” y un “absurdo imposible”.
Aidan y su familia contemplaron desconcertados cómo extraños en todo el mundo debatían su inteligencia y capacidades, así como su opinión sobre temas normalmente fuera del alcance de los niños de su edad: la política, la evolución y el estado de la sociedad moderna, por ejemplo.
Recibió algunos consejos constructivos, cuenta la madre de Aidan, Maureen. Después hubo gente que era simplemente…”.

“Odiosa”, interviene Aidan con una sonrisa.
La legitimidad de su idea original aún está por determinarse, aunque los científicos se muestran escépticos. Aidan ahora está modificando su experimento mientras lidia con las tareas del colegio, las visitas a las casas de sus amigos y el toque de queda en su hogar.
De todas formas, no se puede negar que el joven se ha convertido en una sensación. Muchos en la comunidad científica han elogiado su curiosidad intelectual y su estoica habilidad para capear la tormenta de Internet, al elegirlo como orador en varios eventos alrededor del mundo, entre ellos la conferencia anual de innovación de PopTech y una charla en la Universidad de Nueva York. Ha presentado una solicitud provisional de patente para su investigación. Ha recibido, y rechazado, pedidos para ser amigos en Facebook de parte de capitalistas de riesgo.
Tras ver una de sus charlas en YouTube, los organizadores de la Cumbre Mundial sobre la Energía del Futuro en Abu Dhabi invitaron a Aidan a participar y hablar en la ceremonia de apertura este mes.
Aidan y sus padres reconocieron que están un poco asombrados por la atención hacia un proyecto que empezó hace dos años en una caminata por las Montañas Catskill, en el estado de Nueva York. En el viaje, Aidan, entonces de 11 años, se interesó mucho por la estructura de las ramas de los árboles, y las comenzó a investigar.
En su casa en Long Island, sus padres deseaban instalar paneles solares, pero su patio era demasiado pequeño y su techo no era adecuado. Sin embargo, había espacio suficiente para un árbol. Tal vez, postuló Aidan, los árboles organizaban sus ramas de cierta forma para maximizar la captación de luz solar. Si imitaba el diseño de las ramas de los árboles, que siguen un concepto matemático conocido como la sucesión de Fibonacci, reemplazando las hojas con paneles solares, la estructura quizás podría caber en el limitado espacio, verse bien y abastecer la casa.
Al hacer el experimento con dos modelos -un panel solar tradicional y otro receptor solar en forma de árbol- descubrió, con gran satisfacción, que los números procedentes del emulador de árbol eran mayores.
Tras ganar un reconocimiento del Museo Estadounidense de Historia Natural, el informe se hizo viral y atrajo elogios y ataques.
Los críticos hicieron una observación acertada: Aidan había registrado el voltaje, cuando tenía que haber calculado la potencia eléctrica. Es una falla seria, explica Jan Kleissl, profesor de ingeniería ambiental de la Universidad de California en San Diego.
Hace poco, Aidan mostró a un visitante su nuevo modelo, modificado para responder a sus críticos: un árbol de más de dos metros adornado con paneles solares y pintado de verde. Ahora está midiendo tanto la corriente como la potencia. Por ahora, dice, el árbol sigue superando al panel tradicional. “Pienso que esto realmente podría cambiar el mundo”, afirma.
LA NACION