28 Jan Hopkins le ganó al tiempo
Por Osvaldo Príncipi
l estadounidense Bernard Hopkins dosificó, con sabiduría y oficio, la conquista de un doble objetivo que lo consagró como el boxeador más importante del primer semestre del boxeo internacional de 2011.
No sólo revitalizó su relación con los títulos mundiales al lograr el cetro semipesado (Consejo Mundial de Boxeo) tras vencer por puntos a Jean Pascal, en Montreal, sino que revolucionó todas las teorías que “sentencian a muerte” la durabilidad de los atletas en el deporte profesional con el paso de los años.
Hopkins, con 46 años, 4 meses y 6 días, se convirtió en el hombre récord del boxeo: es el campeón mundial más viejo de todos los tiempos, batiendo el registro que George Foreman, con 192 días menos de edad, había logrado en 1994.
El nuevo campeón se inspiró en la productiva longevidad de su compatriota Archie Moore, quien con su misma edad enfrentó en el primer nivel de los pesados al argentino Alejandro Lavorante y a un explosivo Cassius Clay en 1962.
La estrella de Moore potenció las ilusiones de Hopkins, quien mantuvo firmes los tres principios básicos que un veterano debe mantener para dimensionar la imagen de un buen campeón: 1°) su espectacular tonicidad muscular; 2°) la precisión de sus impactos, que derribaron a Pascal en el 10° round, 3°) los reflejos de su visteo defensivo y la aceptable absorción de los golpes.
Hopkins impuso un manejo mental brillante sobre Pascal, un haitiano de 28 años que perdió la corona en su quinta defensa, evidenciando una inocencia llamativa en torno a los secretos del ring.
Hay un hecho significativo que diferencia la astucia expuesta por uno y por otro; Pascal nació en 1982 durante el período de privación de libertad de Hopkins, a los 17 años, en la prisión de Graterford. ¡Terminante! El norteamericano cumplió cinco años de condena por robo a mano armada e intento de homicidio.
“Mi motivación fue demostrarle al león joven que el viejo león todavía gobierna la selva. No me retiraré hasta los 50”, dijo Hopkins, que ahora tiene un récord de 52 triunfos, con 32 KO, cinco derrotas y dos empates.
Alguna vez rompió el récord de defensas mundialistas de Carlos Monzón y se convirtió en un púgil resistido por los argentinos. En distintas circunstancias se transformó en un rebelde sin causa de esta industria y no tuvo tapujos para noquear y humillar al mismísimo Oscar de la Hoya.
Pese a todo, está de pie, vivo y metido en la historia. Como si el paso de los años añejase en él un néctar sabio y no una carga lastimosa.
LA NACION