Ciudades que no duermen

Ciudades que no duermen

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Por Clara Gómez Carrillo
Cualquier gran ciudad tiene más de una per­sonalidad. La cultural, la histriónica, la bohe­mia, la tecno, la vanguardista, la románti­ca, la ejecutiva, incluso, y aunque parezca imposible, también la zen, por englobar dentro de algún término a aquellas propuestas cuyo fin es el descanso. En las grandes metrópolis la oferta es infinita e inabarcable. Es necesario darse tiempo para recorrer, conocer, descubrir y volverá empezar, porque estos destinos, sin duda de los más atractivos del mundo, no paran. Al contrario, en ellos las novedades se reproducen y la oferta es 24 x 7. A continuación, un recorrido non stop por los obli­gados, los imperdibles y los nuevos que presentan 10 de los destinos más atractivos del globo: Nueva York, Hong Kong, Roma, París, Ámsterdam, Río de Janeiro, San Francisco, Berlín, Madrid y Londres.

Nueva York: imperdible y para tildar
Para conocer la Gran Manzana como corresponde es nece­sario partir de una lista de visitas inevitables. Un día per­fecto puede empezar con un café en E.A.T. o en Starbucks; un paseo por el MET (museo metropolitano) y una caminata por el Central Park Después de tomar el sub­te hasta Canal Street se puede salir de compras por Chinatown y luego por el SoHo, donde se encontrarán los típi­cos locales de marca y también algunas tiendas de ropa de diseños interesantes; y más tarde pasar por Strand Books para encontrar libros por menos de US$ 5.
Sin embargo, la lista de imperdibles de esta ciudad es muchí­simo más amplia: Times Square, Greenwich Village, Meat-packing District, el museo MOMA (menos los martes que cierra), Ground Zero, Apple Store, Broadway, el puente de Brooklyn, la iglesia de St. Patrick y hasta un ten­tempié en Dean & Deluca. Es que, en esta ciudad, la gente no suele perder el tiempo en restaurantes. Al contrario, es signo de buen neoyorquino “tener la habilidad de comer un buen bagel de salmón de Russ & Daughter mientras se camina por la calle. Y vale la pena hacerlo por el Lower East Side, uno de los barrios más lindos de Nueva York Para la noche, son recomendables las visitas al 230 Fifth Ave-nue, un restaurante en las alturas, al aire libre, una isla en medio de la jungla de cemento, ubicado en la Su Avenida y 27, desde donde puede verse el Empire State. Pero Nue­va York también tiene una oferta exótica para quienes tengan ganas de conocer qué sucede durante la madru­gada. Le Bain (El Baño, en francés) es un “boliche” ubicado en el piso 20 del Standard Hotel. Con pisos de venecitas negros, una bañadera gigante ubicada en el centro de la pis­ta (donde la gente realmente se baña), máquinas expen­dedoras de trajes de baño, bikinis y toallas es un lugar por el que, al menos, hay pasar para tomar un trago.

Hong Kong: supersónica
Basta con poner un pie en la isla para darse cuenta de que el verdadero atractivo está en las alturas. De hecho, la ciudad tiene más de 7650 rascacielos y alberga a 36 de los 100 edificios residenciales más altos del mundo. Hay tres que son un must El Bank of ChinaTower es una construc­ción de aluminio y cristal, de 396 metros, 70 pisos y un aspec­to vanguardista que, si bien se llevó a cabo en el año 1982, todavía llama la atención. Tiene un mirador en el piso 43. El HSBC Main Building no es ni el más alto, ni el más moder­no. Diseñado por Norman Foster, este edificio, uno de los más caros de su época (se destinaron US$ 1000 millones para su construcción, finalizada en 1985), todavía es una eminencia. Por último, el Two International Finance Cen­tre, que al día de hoyes el edificio más alto de Hong Kong y el segundo más alto de China, con 420 metros y 90 pisos. Los shoppings también son una parte importante de la geografía de esta ciudad en la que marcas de lujo e imitaciones conviven sin ningún problema. Ponqué Hong Kong es cool por donde se la mire. Los ejecutivos lucen trajes de prime­ra, las mujeres pasan 24 horas subidas a un par de tacos y los jóvenes ostentan coloridas combinaciones de zapati­llas, anteojos y remeras con inscripciones, haciendo de las calles un verdadero desfile de moda Es que, según la mito­logía, la ciudad alberga tanto locales de Hermés como Pans. Para compras de diseño y más exclusivas visitar el SOHO o el NoHo, ubicado al norte de la isla Pero no todo es superficialidad. Se puede visitar al TianTan Buddha o el Gran Buddha (escultura de 34 metros de alto que permite conocer el costado místico de esta ciudad) y el West Kowloon Cultural Distict (WKCD), uno de los mayo­res proyectos culturales que jamás se haya construido en Hong Kong. Con planes de finalización para el próximo año, abarcará más de 40 hectáreas y contará con un museo de arte moderno, teatros y salas para conciertos.

París: je taime
Sans doute. La jomada de turismo en París tiene que empe­zar sí o sí con un croissant, du pain o un crepe  (los mejo­res en Marche ou Crepé en 88 Rué Oberkampf, para comer al paso). De ahí, la Torre Eiffel (vale la pena subir) y al Arco del Triunfo (no es necesario hacerlo), dos visi­tas obligadas que, además, ayudarán a calmar las ansias y hacer que uno ya se sienta más en París que antes. Los museos también son una parada obligada. Además del ineludible Louvre, hay que visitar el Musée d ‘Orsay con obras de Manet, Degas y Gauguin, entre otros impre­sionistas; el Rodin (77 Rué de Varenne) o el Musée de l’Orangerie, sobre el Jardín des Tuileries (jardines de las Tullerías), en los que se encuentra la mayor parte de la obra de Monet. Es recomendable también darse una vuelta por el Centro Pompidou, donde las colecciones permanentes suelen cambiar con frecuencia y general­mente son muy interesantes. Allí se puede tomar un café en Georges, en el último piso del museo. La vista es incre­íble y el estilo parisino -música de Edith Piaf y más luga­reños que turistas-son perfectos. Otra terraza imperdi­ble es la del Museo del Quai Branly, frente al Sena. Además de ser conocido como “el Louvre del Arte Primiti­vo”, en el último piso se instaló Les Ombres (Las som­bras), un restaurante con vistas al Sena y a la Torre Eiffel. Pero, en esta ciudad más impresionante que impresionista, también hay opciones para aquellos que quieran salte­arse las exposiciones y prefieran pasar el día caminando por Champs-Élysées, el Quartier Latin (Barrio Latino), el barrio de Saint Germain y visitar Montmartre, el corazón bohemio de Pans. Se trata de una colina que conviene reco­rrer de abajo hacia arriba, para terminar en Sacre Coeur, una de las iglesias más lindas de la ciudad. El consejo para el almuerzo es un soufflé en Le Recamierel plato del día en el jardín del Museo Rodin, rodeado de sus rosales y escul­turas; o simplemente un sandwich de Paul, cadena de pana­derías que intentan serlaversión de comida rápida de Pans. La ciudad luz también ofrece opciones de restaurantes más exóticas y exclusivas: Derriére (69, Rué des Gravilliers); Le Dauphin, diseñado por Rem Koolhaas (131, Avenue Parmentier); y La Tour d’ Argent, conocido por ser uno de los restaurantes más famosos del mundo por su especialidad: el pato a la naranja (antes de que existiera Internet se solían mandar cartas con seis meses de anticipación para reservar).

Río de Janeiro: cidade maravilhosa
Ya no alcanza con recorrer Ipanema, Copacabana o Leblon para conocer Rio de Janeiro. En estos barrios están algunas de las mejores playas y los bares más famosos, como el Baretto Londra Bar (en el hotel Fasano), diseñado por el reconocido artista Philippe Starck o la Academia de Cachaca,en Rúa Conde Bernadotte 26 (Leblon), en el que se pue­den encontrar unas 200 variedades de esta típica bebida carioca, que abre a las 12 y cierra con el último trago de caipirnha del último cliente. Sin embargo, en los últimos años, adentrarse en esta ciudad exige un nuevo recorrido. Hoy no se puede viajar a Río de Janeiro sin pensaren la posi­bilidad de dar un paseo por el barrio de Urca, un distrito ubi­cado cerca del centro histórico, que mantiene la arquitec­tura de los años ’60 con casas coloniales cuyas paredes se encuentran repletas de graffitis. Tampoco dejar de ir a San Teresa, el barrio que conquistó a figuras como Mick Jagger y Benicio del Toro, así como al fotógrafo Mario Testino. El encanto para este paseo sugiere tomar el famoso’ ‘bondinho”, un tranvía eléctrico antiguo que conecta el centro de la ciudad con sus barrios más tradicionales, permitiendo mezclarse con la gente del lugar y vivir la ciudad desde aden­tro. El tranvía hace viajes cada 20 minutos y se lo puede tomar a metros de la Catedral de San Sebastián. Una nueva tendencia es conocer las favelas, muy propias de Río (hay más de 950) y cada vez más turísticas. Un paseo por Vila Canoas y Rocinha, la más grande en el país, es hasta pintoresco. Allí ya se pueden encontrar algu­nos de los mejores atractivos de la ciudad, como el Museo de la Favela, en Cantagalo, y el club de jazz Maze Inn (Rúa Tavares Bastos, 414, casa 66).
También se puede esperar a que caiga la noche para bajar al barrio de Lapa, donde se encontrarán un sinfín de bares, restaurantes y boliches para disfrutar de la noche. Además es el sitio para escuchar la mejor samba, samalanco, forró o MPB (música popular brasilera). Los ‘concier­tos’ suelen armarse en la plaza y en las calles y después de empaparse del ritmo carioca, muchos continúan la noche en el Clube dos Democráticos (Rúa do Riachuelo 91 /93), Carioca da Gema (Av. Mem de Sá 79) o en el exótico Rio Scenarium (Rúa do Lavradio 20), un enorme espacio de tres niveles repleto de antigüedades.

Ámsterdam: prohibidos permitidos
La ciudad de las bicicletas, los tulipanes, el turismo sexual y los coffee shops es también la más joven de las grandes metró­polis europeas y es una viva mezcla de lo pecaminoso y lo divino. También es la urbe con más museos de calidad por metro cuadrado de toda Europa Se destacan el Van Gogh, en el que, si bien las obras más importantes se encuentran en el primer piso, se recomienda recorrer sus cuatro plan­tas; el Hermitage (abierto todos los días de 10 a 17 hs, entrada a 15 euros); el clásico museo de Ana Frank, al que este año se le sumó una muestra virtual muy entretenida; y el Rijksmuseum, actualmente y hasta fines de 2012 cerrado por refacciones, en el que se exhibe, entre otras grandes obras, “la ronda de noche”, de Rembrandt. No alcanza para poner fin al día que Ámsterdam ya coloca su “modo noche” (por su ubicación geográfica en la ciudad oscurece temprano). A partir de las cinco de la tarde y has­ta la madrugada los coffee shops (en los que, curiosamente, está permitido fumar marihuana y se prohibe fumar tabaco), las luces de neón del Barrio Rojo y los bares, en los que se pueden degustar una larga lista de distintos tipos de cerveza (basta con dar el grito:’ ‘een pils’o’ ‘een bier ‘),abren sus puertas. Si hubo tiempo de tomarse la clásica Heinecken, a la noche hay que darle lugar a las belgas y alemanas Dommelsch Amstel, Grolsch, Oranjeboom, Bavaria, Duvel y Westmalle Tripel, estas dos últimas con bastante más nivel de alcohol, Los bares recomendados para hacerlo: Café Gollem (hay tres sedes pero la “clásica” está en la calle Raamsteeg, al número 4), Luxembourg, Zwart, Hoppe. Para comprar: Cracked Kettle. justo en frente del Café Gollem, y Brouwerij’ t, el famoso local emplazado en un molino de viento, sobre la Funenkade 7, en el que la especialidad son las artesanales (la sala de degustación está abierta de 15 a 20 hs).

Madrid: costumbres a la vanguardia
La tradición y las marcas del paso de los años que deno­tan edificios, iglesias, calles y tabernas conviven en Madrid con las últimas tendencias. Quién no quisiera renovar su ropero con todas las prendas de Custo, comer en Estado Puro (el restaurante ubicado en el hotel NH en el Paseo del Prado) y probar las tapas del chef Paco Roncero; salir a bailar a Vintage o ir a una muestra top como la que actual­mente se exhibe en la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos 23) del diseñador Yves Saint Laurent. Madrid es una mezcla del ayer y del hoy Se destacan la Puerta del Sol (centro neurálgico de la ciu­dad), la Plaza Mayor, la Puerta de Alcalá y museos como el Thyssen-Bornemisza, El Prado o el Reina Sofía, tres clásicos a los que hace algunos años se le sumó el Caixa Forum (frente al Prado), un museo gratuito en el que siempre hay buenas muestras de fotografía y pintura, entre otras. Hay cosas que en Madrid no pasan de moda como las tapas, los pinchos y la pinta Los bares siempre fueron un punto a favor en esta ciudad, la única en la que las servilletas en el piso hablan más bien que mal de un lugar Es que es típico de los españoles arrojarlas al suelo mientras comparten charlas sobre la barra Algunos consejos: patatas bravas son buenas en todos lados; la tortilla de papa de la Bodega La Ardosa (sólo sirven 20 pordía por lo que conviene ir temprano para poder probarla); las gambas y los langostinos de La casa del abuelo; las pizzas y los mejillones de Lamucca del Pez (Plaza Carlos Cambronero4,en el barrio de Malasaña), donde tam­bién preparan ricos frneets; el mojito de Delic Café (Costa­nilla de San Andrés 14), el jerez en La Venencia (Echegaray 7).

San Francisco: la ciudad de las”3E”
Espontánea, explosiva y ecológica. En San Francisco, todo lo que reluce es verde y la alimentación, orgánica Los hábi­tos que no atentan contra la ecología (está prohibido fumar hasta en la calle) y la vida al aire libre son una obsesión. Por eso sería imposible no conocer esa cara de esta ciudad psicodélica en la que conviven el movimientos gay hippie, beat y la migración latina en total libertad. San Francisco pre­senta gran cantidad de mercados de alimentos orgánicos, huertas, parques, bodegas (se recomienda visitar Grgich Hills Estáte) y hasta green restaurants, donde sólo se cocina con frutas que hayan sido cultivadas a pocos kilómetros para reducir las emisiones de CO2 que genera el transporte. En plan de este recorrido “verde” debe visitarse el Ferry Building (calles Market y California), el corazón del puerto de San Francisco, hoy devenido en uno de los mercados gour-met más completos y tentadores. Por donde antes pasaban los buques hoy se instalan locales con los más exquisitos panes, quesos, hongos, aceites, vinos, caviares y donde ade­más se pueden tomar riquísimos cafés y medialunas antes de tomar el ferry o almorzar. Para anotar y comprar: los que­sos de Cowgirl Creamer y el caviar de Tsar Nicoulai, las selec­ciones de vinos de Wine Merchant y el chocolate para vege­tarianos de Scharff en Berger Chocolate Maker. Una de las últimas tendencias que ofrece esta ciudad es la de los street food trucks o puestos de restaurantes móvi­les. Se trata de establecimientos que instalan sus carritos en las calles y utilizan Twitter como principal canal publicitario. Se recomiendan los mariscos de SarrTs Chowder House (@samschowder) y los platos franceses de Spencer OnThe Go (@chezspencergo). San Francisco también es la ciudad oscura y tenebrosa que dio a conocer Hitchcock en Vértigo y The Birds. y la revolucionaria que se ve en Milk, la película que protagoniza Sean Penn. Además, es todo menos estructura. Y eso se puede ver en su geografía, llena de pendientes que suben y bajan, que dio origen a la clásica serie Las calles de San Francisco. Pero es fácil descubrir otro costado de la ciudad durante la noche. Hay que quedarse despierto para conocerla movi­da de DJs en lugares como Temple (540 Howard St); Voda (56 Belden Pl.), en donde la recomendación son los tragos con vodka; Levende Lounge (1710 Mission) y Ruby Skye (420 Masón), uno de los establecimientos más populares de la ciudad.
Por supuesto, es obligatorio también visitar Union Square, el barrio chino, navegar a isla de Alcatraz (ex cárcel, hoy museo) y cruzar el inigualable puente Golden Gate.

Roma: monumental
Cualquier lugar de la capital italiana está detrás de una iglesia, delante de una plaza o presenta un museo imper­dible a pocos metros. Es que, en esta ciudad, las obras de arte sobran. Por lo tanto, cualquiera que se disponga a reco­rrerla sabe que en Roma es imposible saltearse el recorri­do clásico, que seguramente incluirá una foto en el Coliseo, el Foro Romano, el Panteón y la Fontana diTrevi. Sin embargo, una propuesta original, que con suerte puede llegar a completarse en un día también sugiere un paseo por la Plaza del Capitolio, proyectada y diseñada íntegra­mente porMiguel Ángel (eligió hasta cómo pavimentarlo), en la que actualmente se encuentra una réplica de la esta­tua de Marco Aurelio (la original se puede ver en los Muse­os Capitalinos). De ahí a la Gallería Borghese, uno de los museos de arte más lindos en donde sorprenden las escul­turas de Berniní y luego hacer una visita a la Trinitadei Monti, la iglesia ubicada en pleno casco histórico, en la cima de las famosas escalinatas de la Plaza de Spagna. Se continúa con la iglesia de San Cario alie Quattro Fontane de Borromini, previa vuelta por la Piazza del Quirinale para ver si, con suerte, se coincide con el cambio de guardias.Y de paso por este destino vale la pena chequear si el Palazzo Pallavicini-Rospigliosi y el Casino dell’Aurora están abier­tos al público, y entrar a conocerlos. Por último, la falsa cúpu­la que Andrea Pozzo pintó en la iglesia de San Ignacio de Loyola la Gallería di Palazzo Spada y el nuevo museo MAX-XI, diseñado por Zaha Hadid, en el que las muestras tem­porales suelen ser siempre muy interesantes. La gastronomía también es imperdible en esta ciudad. Uno de los mejores almuerzos se sirve en Riccioli Café (Via delle Coppelle, 13). Para comer al estilo italiano hay que ir a II Matriciano, donde son recomendables el caróofi alia giudea y la bucatini airamatrldana. La Gela-teria dei Gracchi (Via dei Gracchi, 272) ofrece los mejores helados y se destacan los sabores de chocola­te, almendras y pistacho. La pizza se come en San Mar­co (Via tácito 29) o Gaudi (Via Giovanelli 8). A la noche, los romanos suelen juntarse a tomar tragos durante horas. Recomendados: Bar della Pace, Bar del Fico (están a pocos metros el uno del otro) y el Salotto Locarno, en el Hotel Locarno.

Berlín: artística por donde se la mire
Un imán para los creativos, esta ciudad es considerada una de las capitales del arte y diseño más importantes. Las calles, la gente y las plazas dan muestra de eso, al pun­to que cualquier que la visite se sentirá fácilmente conta­giado por la energía bohemia propia del lugar En Berlín conviven una plenitud de galerías de lo más inte­resantes y cool, la mayoría ubicada en la calle Potsdamer Platz. Tal es el caso de la Nueva Galería Nacional, el princi­pal museo de arte moderno y contemporáneo; la galería londinense Blain Southern, que se instaló en abril de este año; Klosterfelde, donde se podrán ver cuadros de arte con­temporáneo internacional; ARNDT y la galería de Isabella Bortolozzi, más especializada en arte conceptual. Hacia el sur se puede visitar la galería que Tanya Leighton fun­dó en 2008 junto a colegas cineastas, curadores e historia­dores del arte; la No Drama House de Jean-Pascal Flavien (en el jardín de la Galerie Giti Nourbakhsch); dos pisos más arriba, Sommer & Kohl y por último, Tanja Wagner, una galena cuyo propósito es dar lugar a nuevos artistas. Para aquellos que no quieran consumir tanto arte en un mismo día el Salón Populaire ofrece charlas en las que inclu­so uno puede conocerá los principales representantes del arte berlinés. Para este público menos experto Berlín tam­bién ofrece bares en los que, si bien ver cuadros no es el propósito, sí se caracterizan por su perfil artístico. Tal es el caso de Victoria, que expone en sus paredes buena parte de la colección privada del matrimonio dueño del bar También para tomar un poco de aire de las galenas, darse una vuelta por Schwules Museum (el museo gay); visitar el Judisches Museum Berlin que presenta una de las colecciones privadas más asombrosas del periodo nazi, la Sammlung Boros (se necesita una reserva previa porque el tour guiado se hace solo para 10 personas por vez) y lue­go, de vuelta a las galenas de arte, esta vez en el edificio Galerienhaus, que concentra 10 diferentes.

Londres: experiencia real
Lo atractivo está en lo clásico y a su vez histórico. Cada baldosa lleva impresas historias de príncipes y cada puer­ta o .ventana parece estar metida dentro de una escena de cuentos. Es obligatorio meterse en los recovecos de este mundillo de lores y reyes. Por eso, en Londres, el recorrido sío sí debe comenzaren el Palacio de Buckingham, para recorrer sus alrededores, sus parques reales y esperara las I 1:30 de la mañana para ver el clásico cam­bio de guardias.
Cruzando Green Park, y bajando hasta Westminster; se encuentra el resto de los edificios que recuerdan a este mun­do fantástico: el Big Ben, Westminster Abbey y las Casas del Parlamento. No está de más pagar 12 libras para ingre­sar a la Abadía de Westminster; dar una vuelta por todos los recovecos e imaginar cómo habría sido eso en tiem­pos de coronaciones, bautismos y casamientos reales. Todo lo que en Londres remita a lo real es atrapante.
Pero más allá de los establecimientos con validación real, Londres presenta algunos de los mercados más intere­santes, ideales para perderse por unas horas, ya que se puede encontrar de todo. El Camden Market, situado en el municipio de Camden, o el famoso Portobello de Notting Hill, son algunos de los más conocidos. Otra opción es el Dover Street Market (abierto de lunes a sábados de I I a 18 y los jueves hasta las 19), templo de la moda avant-garde.
Por supuesto es un must detenerse para el 5 o ‘dock tea, uno de los momentos más sagrados para los ingleses. Se reco­mienda el PavillionTea House, ubicado en los jardines del Parque Greenwich o en Sotheby’s (la casa de subastas de la calle New Bond Street). Por último, una caminata por la abrumadora Picadilly y alguno de los cinco mejores musi­cales que se presentan en esta ciudad, particularmente en el West End de Londres: Phantom ofthe Opera, Les Mise­rables, Mamma MiaThe Lion King y Billy Elliot 4.
EL CRONISTA