Abrir la puerta para conocerse

Abrir la puerta para conocerse

Por Luis Aubele
Soy como una portera. Sé cómo llevarte de la mano y decirte: mirá acá está la puerta, vamos a abrirla juntos, pero yo no entro, esa es tu aventura, tu juego, tu manera única de vivir la realidad”, anuncia la licenciada Nora Chimirri, psicóloga y autora de Dar el salto, cinco pasos para generarte una vida mejor. “Pero el salto propuesto no es un salto a la manera clásica, hacia adelante. Es un salto hacia adentro, hacia la identidad auténtica, hacia el yo profundo que hermana a uno con la divinidad”, sigue.
La verdad, frente a las narices. Hay una anécdota budista zen que Chimirri suele usar como ejemplo para ilustrar cuál debería ser la actitud del maestro espiritual. Cuenta que un maestro y su discípulo salieron a dar un paseo por el campo cuando el sol empezaba a bajar. Caminaban en silencio, acariciados por una brisa tibia. De pronto, el discípulo preguntó: Maestro ¿puedes mostrarme la verdad? El maestro respondió con otra pregunta: ¿Escuchas el trino de los pájaros?
-Sí, respondió el discípulo.
-Entonces. ¡no tengo nada que enseñarte!
Antes de abrir la puerta. Para la terapeuta, la espiritualidad debe ser algo práctico, por eso acompaña sus reflexiones con prácticas para que el lector las realice y tenga vivencias más genuinas. “Un ejercicio aconsejable para los ejecutivos de empresas y la gente que ocupa cargos de mucha responsabilidad es que, antes de abrir una puerta, inspiren profundamente y después exhalen lentamente hasta eliminar todo el aire. Es una forma de relajarse, de disminuir la tensión y aclarar las ideas antes de enfrentar el problema que seguramente se esconde detrás de esa puerta.”
Cambio de perspectiva. “Cuando uno tiene un problema y se siente abrumado y confundido, una forma de encararlo positivamente es buscar otra manera de mirarlo, subirse a una escalera o a un banco y mirar hacia abajo para cambiar la perspectiva. Por último, antes de entrar a casa al terminar el día, dar una vuelta manzana como ceremonia previa para celebrar el regreso al hogar.
Mente serena. “A veces se escucha decir que hay que poner la mente en blanco.pero ¿cómo hacerlo? Es poco menos que imposible, porque la mente está para pensar, y entonces trabaja continuamente. La consecuencia es que hay mucha gente frustrada que piensa que no sirve para la práctica espiritual. En realidad, nadie sirve para algo semejante porque es antinatural. Lo que uno sí puede hacer es serenar la mente y darle buen alimento, a través de lecturas, meditación, etcétera. Así, la mente responderá en consecuencia.”
Entre sueños y frustraciones. “Hace años di una conferencia que se titulaba Por favor seamos felices y empecé mi charla preguntando a los asistentes si querían ser felices. Todos levantaron la mano. Volví a preguntar: “¿Y por qué no son felices?” Se hizo un gran silencio. Entonces, comenté al auditorio que creía que no éramos felices porque nuestra manera de mirar la vida hacía tiempo estaba estancada. Uno vive acumulando ilusiones que sospecha que nunca serán realidad. En parte porque están formuladas de manera que son imposibles de realizar. Entonces uno no vive. Respira, se alimenta, circula por el mundo entre sueños y frustraciones ¡pero no vive! Uno tiene que detenerse, tomar conciencia de quién es, mirarse con atención, sentir el cuerpo, reparar en las maravillas que lo rodean y empezar a vivir concientemente”.
Aventura de coraje. “Todos pueden ser felices, la vida es una aventura de coraje que consiste en hacer realidad un don que todos tienen. Al principio, puede que uno como terapeuta ayude enseñando cosas como respirar o ejercicios determinados, pero una vez que abre la puerta, una vez que toma la decisión, ¡es el protagonista! Todos los seres humanos nacen con ese don para hacerse realidad. No tienen que parecerse a nadie, ¡únicamente a ellos mismos! Eso es lo sano. Lo otro es malgastar energía y arruinar la vida buscando un ideal ajeno que no los hará felices.?”
LA NACION