Noriega tiene otra historia para contar

Noriega tiene otra historia para contar

Por Carlos Delfino
El ajustado desenlace del Gran Premio Carlos Pellegrini no le dio margen a Juan Carlos Noriega de ofrecer su particular festejo al compás de la música de la Mona Jiménez. Esta vez entregó al público el puño derecho apretado luego de cruzar el disco y agradeció los aplausos parándose en los estribos, ya sí meneando la mano con una mezcla interminable de sensaciones. “No sabía si reírme, llorar, gritar… Casi que quería hacer todo junto”, fue la primera confesión del cordobés, con el triunfo confirmado y la copa en manos de sus dos hijos. Cerca también estaba Paola, su mujer, que completa el grupo de los afectos con los que comparte principalmente cada triunfo.
Otra persona importante en su vida es Jorge Valdivieso, rival hasta hace cuatro años en la pista y ayer adversario desde otro lugar, el de entrenador de Val Champ, clasificado cuarto. No obstante, Valdi fue el primero en acercarse cuando Juan se bajó del zaino para darle un abrazo interminable. Se le llenaron los ojos de lágrimas a Noriega. “Es el espejo que hemos tenido los jockeys, pero además es un gran amigo, un hermano… No puedo decir que es un padre porque se van a dar cuenta de que es viejito”, mencionó Noriega, que, fiel a su estilo, fue llevando su declaración casi sin escalas de lo serio a la broma.
La emoción se hizo más intensa camino a la foto, donde lo esperaban la familia y todo el equipo del stud Axel. “Es la satisfacción más grande desde que corro. Gané el Nacional en Palermo, el Dardo Rocha en La Plata, el San Jerónimo en mi provincia? El Pellegrini se me estaba negando, me faltaba. Y esta vez se me dio con el caballo de otro amigo”, agregó Chupino, que el 26 del actual cumplirá 38 años.
Ya hace dos décadas desembarcó en Buenos Aires y su currículum incluye una experiencia por Arabia Saudita entre septiembre de 2004 y abril de 2005. Desde ayer tiene otra historia fuerte para contar. “Fue con sufrimiento al final. Faltando 100 metros pareció que el brasileño [por Veraneio] me ganaba, pero el mío guapeó, se hizo fuerte. Tuve suerte en el desarrollo porque no sufrí ningún golpe. Quería evitar los roces y por eso intenté quedarme afuera, aunque regalara algo de terreno. De los 1200 metros para adelante me fue llevando el caballo”, describió Noriega.
Jockey del año y Olimpia de Plata en 1998, Juan difícilmente esperara este éxito hasta hace unas semanas. “Era monta de Gustavo Calvente, pero por su compromiso con el stud La Pomme no podía. Por eso volví a montarlo yo, como en un clásico de La Plata hace unos meses”, explicó el cordobés, para quien “este césped, ni duro ni blando, le vino bárbaro”. Y Juan ejecutó magníficamente su obra.
LA NACION