22 Dec Murió Vaclav Havel, el símbolo de la Revolución de Terciopelo
El ex presidente checo Vaclav Havel, emblema de la Revolución de Terciopelo, en 1989, murió ayer, a los 75 años, tras una prolongada enfermedad. Su muerte conmocionó ayer a la República Checa y al resto de Europa, y desencadenó una ola de mensajes de condolencia en todo el mundo.
“Vaclav Havel nos ha dejado”, dijo en un comunicado Sabina Tancevova, su asistente personal. Havel murió mientras dormía, acompañado por su mujer, Dagmar, en su casa de Hradecek, en Bohemia oriental. El ex presidente sufría una enfermedad respiratoria crónica que contrajo como consecuencia de su largo encarcelamiento durante el régimen comunista. En 1996 fue operado de cáncer de pulmón.
“Su muerte supone una enorme pérdida; fue un gran hombre de Estado y su palabra tuvo mucho peso en la sociedad”, dijo el primer ministro checo, Petr Necas. “Estoy muy conmovido; Havel fue el símbolo y el rostro de nuestra república”, añadió.
Mientras tanto, numerosas personas se congregaron espontáneamente en el centro de Praga para rendir homenaje al político depositando velas y flores en los principales escenarios del cambio democrático.
El gobierno checo convocó una reunión extraordinaria para mañana con el fin de delinear los detalles del funeral de Estado, informó un vocero oficial. Según Tancevova, el entierro del ex mandatario se realizará probablemente este viernes.
Nacido en el seno de una familia burguesa, Havel fue una figura clave de la lucha pacífica contra el régimen comunista en la antigua Checoslovaquia. Las Cartas a Olga, escritas entre 1979 y 1982 desde prisión a su primera mujer, que murió en 1996, dieron a los lectores de Occidente una imagen de las injusticias de esa época en el país.
En 1989 fue una de las cabezas visibles de la denominada Revolución de Terciopelo, que acabó con el régimen comunista. El lema de “Havel al castillo”, coreado por miles de personas en la plaza Wenzel de Praga, lo catapultó a la presidencia de la nueva Checoslovaquia democrática. El castillo de la capital checa, a orillas del río Moldava, es la sede del jefe del Estado.
Entre 1989 y 1993 Havel asumió la presidencia del país y en 2003 se convirtió en jefe de Estado de la República Checa, tras la escisión de Eslovaquia. Aunque la presidencia es un cargo más bien representativo, se erigió en una enorme instancia moral. Hasta su salida del cargo, Havel llevó a su país a la OTAN y la Unión Europea y buscó una reconciliación con los desplazados alemanes de la posguerra.
Havel fue considerado el garante de la transición pacífica a la democracia y logró que el pequeño país de 10 millones de habitantes se destacara en política internacional.
“Fui un soñador y a la vez más realista que muchos de mis conciudadanos”, dijo una vez Havel. Tras décadas de mandato comunista con mano de hierro, Havel sorprendió a sus compatriotas mostrándose como un presidente poco convencional. En 1990 invitó a los Rolling Stones a dar un concierto en Praga al que acudieron más de 100.000 personas.
Havel tuvo que enfrentarse a las críticas de un sector de la sociedad que le reprochaba no haber podido evitar la escisión pacífica de Eslovaquia en 1993, a la que el líder de la Revolución de Terciopelo siempre se opuso. Además, se le achacó haber tolerado en exceso la corrupción derivada de los efectos negativos de las privatizaciones. En política exterior, apoyó las operaciones armadas en Yugoslavia e Irak, y con ello se enfrentó a la opinión mayoritaria en su país.
Además de su faceta como político, Havel fue un exitoso autor de obras teatrales. Una de sus últimas apariciones públicas tuvo lugar en marzo, cuando acudió al estreno de su película La partida, que supuso su debut como director de cine.
LA NACION