Florida, entre el brillo y la decadencia

Florida, entre el brillo y la decadencia

Por Laura Rocha
Histórica y tradicional, popular y aristocrática, comercial y turística. Estas son algunas de las características que desde siempre han marcado a la peatonal más antigua y emblemática de la Argentina: la calle Florida.
Hoy es centro de atención por el conflicto desatado por la venta ambulante, que ha copado sus mejores cuadras. Una vez más, muestra uno de esos vaivenes entre el esplendor y la decadencia que han signado su historia más reciente. Pero no hay dudas de que sus ocupantes supieron esquivar el destino del olvido.
El origen de Florida se remonta a 1580, cuando Juan de Garay refundó la ciudad de Buenos Aires. Ese camino, que en un principio fue un sendero, ya apareció en el primer plano de la ciudad que se trazó dos años después.
Barro, pajonales y aguas estancadas predominaron en ese camino que conectaba el centro de la aldea colonial con la plaza de toros que se levantó a la altura de lo que hoy es la plaza San Martín. “La construcción podía albergar hasta 10.000 personas, una capacidad sobredimensionada para la cantidad de la población de la época”, apunta el historiador Daniel Balmaceda. Para presenciar el espectáculo el camino obligado de los transeúntes, incluidos el presidente y los vocales de la Primera Junta, debían recorrer las 11 cuadras de la calle y cruzar el arroyo que en aquel entonces la interrumpía a la altura de lo que hoy es Paraguay. “En ese cruce era común que muriera gente”, acota Balmaceda.
“Lo peligroso por estos días ya no es el arroyo, son los pungas y las organizaciones que marcan gente cuando entra en los negocios”, indica Héctor López Moreno, un comerciante que llegó a la calle Florida de la mano de su padre en 1947 y que hoy preside la Asociación de Amigos de la calle Florida.
La peatonal tuvo varios nombres hasta 1952: del Empedrado, del Correo y San José. Aunque su fisonomía se terminó de definir en el siglo XIX, siempre albergó pulperías y almacenes entre las propiedades que serían históricas. Por ejemplo, al 271, en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, se ejecutó por primera vez el Himno Nacional.
La música que acompaña hoy a los peatones es bastante diferente: según la cuadra se puede escuchar tango electrónico, cumbia o acordes del Altiplano.
Fue a comienzos del siglo XX cuando esta calle, en consonancia con las vísperas del centenario patrio, se transformó. Y en 1910 la arteria sufrió su primer embate: el circo de Frank Brown, que funcionaba en Florida y Córdoba, se incendió. Los miles de chicos que asistían y disfrutaban de los espectáculos se quedaron sin espacio. Pero, paralelamente, empezaban a levantarse las galerías. La primera: la Güemes, en donde vivió durante su estada en la Argentina Antoine de Saint-Exupéry, en la esquina con Cangallo, hoy Juan Domingo Perón. Fue un anticipo de lo que luego serían las grandes tiendas, como Gath y Chaves y Harrods, cuyos espacios hoy todavía esperan ser remozados.
Otro incendio afectó fuertemente a la calle en 1955: el ataque al Jockey Club, un edificio inaugurado en 1897, en Florida 571, que fue una muestra de magnificencia arquitectónica.
Por ese entonces todavía Florida no era totalmente peatonal. Había horarios determinados en los que se transformaba para los transeúntes. Fue transitada primero por carros y carruajes, luego por el tranvía y, hasta su peatonalización completa, por automóviles de todas las épocas. El brillo de los desfiles patrios también se lucía en la tradicional arteria. Sólo algunos privilegiados, que mantenían sus viviendas en la calle podían ser espectadores elegidos en aquellos actos.
Ser propietario en la peatonal también hoy es un privilegio. Incluso, muchos desarrolladores y operadores inmobiliarios coinciden en que las propiedades allí no tienen precio. Un informe de la consultora Cushman & Wakefield que se conoció el mes pasado sobre centros comerciales al aire libre ubica a Florida en el primer lugar en el ranking de precios del país.
Esta también es una de las razones principales por las que se quejan los comerciantes respecto de la competencia desleal que significa la venta ambulante ilegal en la calle. “Los manteros provocaron que algunos lugares tuvieran que cerrar. Además, ellos no pagan impuestos ni alquileres. Y lo más importante es que claramente están violando la ley”, indica López Moreno, que afirma que una de las razones del cierre de la tradicional confitería Richmond fue el desarrollo de la actividad ilegal.
“Nosotros queremos recuperar Florida como calle peatonal y de convivencia. Alrededor de 850.000 personas transitan por día y la mayoría de ellos lo único que quieren es caminar tranquilas para ir a sus trabajos o sus casas y hoy no lo pueden hacer”, dice Diego Santilli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
Balmaceda sostiene que Florida tiene esa capacidad de resurgir: “La calle tiene esa posibilidad de dar pelea en todas las batallas. Siempre fue un orgullo para los porteños. Incluso con el advenimiento de los shoppings pudo recuperar su lugar y su esplendor. El alma de calle bulliciosa lo mantiene”. Hoy enfrenta un nuevo desafío.
LA NACION