26 Dec El empleo en negro afecta más a los jóvenes de 15 a 24 años
Por Silvia Stang
Casi el 78 por ciento de los jóvenes de hasta 19 años con empleo en relación de dependencia está en la informalidad. En otras palabras: casi 8 de cada 10 trabajan sin tener acceso a los derechos de la seguridad social. Entre quienes tienen de 20 a 24 años la tasa se reduce, para ubicarse en poco más del 50%, pero de todas formas se trata de un nivel de trabajo no registrado muy superior al promedio estimado para todo el universo de asalariados.
Los datos surgen de cruzar información de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que indaga -con preguntas a los propios trabajadores- respecto de la existencia o no de aportes jubilatorios en sus trabajos. La semana pasada el organismo oficial difundió que, según los resultados del tercer trimestre, la tasa promedio de informalidad es del 34,3 por ciento. Los datos desagregados por grupos de edades, mencionados en el primer párrafo, corresponden al segundo trimestre (son los últimos disponibles), pero la situación casi no varió luego. De hecho, entre abril y junio el índice general había sido del 34,5 por ciento (ver recuadro).
Entre las personas asalariadas de 15 a 19 años, casi el 78% no cuenta con aportes. Más allá de que una ley que entró en vigor en 2010 impide la celebración de contratos laborales con menores de 16 años, en la medición de la realidad laboral las estadísticas oficiales toman en cuenta edades más bajas. En el segmento de 20 a 24 años, el 50,8% de los asalariados está en negro. Y a partir de los 25 años, las tasas se ubican en torno a un tercio, es decir, cerca del promedio.
Exclusión social
Los índices más bajos de trabajo en negro se dan en la población de entre 35 y 44 años: en ese segmento, uno de cada cuatro trabajadores no accede a los derechos sociales. A partir de la edad que permite el acceso a la jubilación, las tasas de trabajo informal vuelven a elevarse progresivamente, hasta llegar al 72,6% entre los ocupados de 75 y más años de edad (que quizás estén jubilados o no tengan posibilidades ya de acceder al beneficio y que no constituyen una porción muy significativa -vale aclararlo- del mercado laboral).
Según destaca un informe reciente de SEL Consultores, la muy elevada informalidad entre los trabajadores más jóvenes tiene que ver en gran medida con factores directamente vinculados a la pobreza. El economista Ernesto Kritz, director de SEL, plantea que cuando por la condición social de los hogares se abandona en forma temprana el sistema educativo se crean las condiciones para empleos precarios y de ingresos bajos, que, entre otros beneficios perdidos, no permiten muchas veces el acceso al crédito.
El estudio señala a la informalidad laboral como causa principal de la exclusión social. Y detalla que, según las estadísticas, 7 de cada 10 desocupados tuvieron como último empleo uno no registrado, lo que demuestra la mayor vulnerabilidad de este tipo de ocupaciones. Tal vulnerabilidad es una lógica consecuencia de que el trabajador queda fuera del amparo que otorga el marco legal.
Entre los jóvenes de hasta 24 años, y según surge de los resultados de la encuesta oficial, el problema del trabajo no registrado afecta casi por igual a varones y mujeres. No hay diferencias significativas en las tasas, lo que estaría mostrando que los problemas de la deserción escolar y de la informalidad como puerta de entrada al mercado de trabajo para los más débiles afectan a todos, más allá de que se trate de personas de uno u otro sexo.
Sin embargo, entre los trabajadores de mayor edad (a partir de los 25 años) sí existen diferencias y siempre la participación del trabajo en negro es más elevada entre las mujeres. En la población de 25 a 29 años, por ejemplo, no tienen aportes el 30,9% de los varones, en tanto que entre ellas la tasa llega al 37,5 por ciento. Y entre los trabajadores de entre 45 y 49 años, los índices son del 22,2 y del 37,6%, respectivamente.
Los más vulnerables
El dato promedio, sin desagregar por edades, indica que la falta de registro laboral afecta al 38,9% de las asalariadas, en tanto que la tasa baja al 31% cuando se observa la población laboral masculina.
Los datos que demuestran la mayor vulnerabilidad de los jóvenes y de las mujeres en cuanto a la condición en que trabajan están en línea con otros índices de la realidad laboral.
Las estadísticas que provienen de la encuesta de hogares muestran también que el desempleo es más grave en la población femenina y en las personas de menor edad. Así, según los datos del Indec, el 8,6% de las mujeres que buscan trabajar no encuentra un puesto, mientras que entre los varones el índice es del 6,2 por ciento.
Un modelo con limitaciones
El empleo no registrado cerrará este año afectando al 34% de los trabajadores, después de caer lentamente desde el pico del 48% registrado en 2003. Según un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), la evolución del mercado laboral en los últimos años muestra una fuerte recuperación, a partir de la creación de empleos “en blanco”. De acuerdo con el estudio, esta recuperación se explica gracias a que las empresas compensaban los costos que provocan las regulaciones laborales pagando salarios reales “licuados” por la devaluación de 2002. Pero apenas el salario real recuperó su nivel anterior a la crisis, la compensación dejó de ser posible y se desaceleró la reducción de la informalidad.
LA NACION