El Dakar: ese infierno tan deseado

El Dakar: ese infierno tan deseado

Por Daniel Meissner
Consultado en cierta oportunidad sobre cómo imaginaba él que era el infierno, el gran Peter Ustinov lo resumió en un puñado de palabras: “Puntualidad italiana, humor alemán y vino inglés”. Por una cuestión cronológica, el excelso actor y director británico -un fanático del automovilismo- jamás supo que el Rally Dakar, la carrera más complicada del planeta, se mudaría alguna vez a América del Sur. Si no, sin lugar a dudas, la hubiese agregado en su nómina de intolerables situaciones. No obstante, quienes participaron en ella en estos últimos tres años, han hecho de ese infierno un lugar casi encantado, al que se piensa de modo masoquista en regresar apenas terminado el esfuerzo de cada año.
El abrasador sol de Fiambalá, que se hace decididamente insoportable en Copiapó, y parece terminar con toda resistencia humana en el desierto de Atacama, actúa como un imán para que cada año cientos y cientos de aventureros se decidan a sufrir las consecuencias en pos de la meta.
La última gran travesía del planeta vuelve una vez más a América del Sur. Será la cuarta vez que los pilotos pisen la Argentina y Chile, agregándose en esta oportunidad Perú. Y aunque saben que van a ser torturados por una geografía hostil, a desesperarse cuando la navegación empiece a fallar y a padecer angustia en las gélidas noches que los devora en la más cruda de las soledades, ellos no renuncian a su pasión: desafiar a la naturaleza.
Autos, motos, camiones y cuatriciclos comenzarán a buscar su objetivo el 1° de enero, con la salida desde Mar del Plata rumbo a Lima, capital peruana, a la que con pericia y fortuna, intentarán alcanzar 15 días más tarde.
Además del cambio de sede para el punto de partida (por primera vez no será Buenos Aires), los organizadores de la competencia focalizaron su atención en mantener un recorrido exigente, pero con zonas en las que los protagonistas puedan relajarse. Así, no todo será un esfuerzo supremo de navegación y los brazos tendrán la posibilidad de descontracturarse aunque sea de a ratos. Los 8363 kilómetros que prevé el Dakar 2012, bastantes menos que los 9500 de este año, se armarán con la partida desde Mar del Plata hacia Santa Rosa, el posterior ascenso por San Juan, Chilecito y Fiambalá; el cruce de la Cordillera, un día de descanso en Copiapó y el áspero trayecto hasta Antofagasta antes de cruzar a Perú. Allí, Iquique, Arica, Arequipa, Nasca, Pisco y Lima se sucederán bajo las ruedas de quienes le vayan ganando a las oposiciones naturales que les ofrecerá el suelo inca.
Ante la ausencia del equipo oficial Volkswagen (ganador de las tres ediciones anteriores con Giniel de Villiers, Carlos Sainz y Nasser Al-Attiyah), el duelo principal parece buscar otros rumbos. Con hombres experimentados como Stéphane Peterhansel y Nani Roma, los Mini All 4 Road se batirán con los Hummer que conducirán el carismático y controvertido Robbie Gordon y el príncipe Al-Attiyah; en un plano igualitario intentarán batirse las nuevas camionetas Toyota Hilux, en las que De Villiers compartirá equipo con el argentino Orlando Terranova.
Por el lado de las motos, habrá diversidad de marcas y gran participación de las terminales. Una gran ventaja tiene en este rubro KTM, por contar con los dos hombres que se repartieron las victorias en los últimos seis años: el español Marc Coma y el francés Cyril Despres, respaldados por los mismos mochileros que en 2011, Juan Pedrero y Ruben Faria, respectivamente, ambos también potenciales ganadores de alguna etapa ante el mínimo inconveniente de sus primeros pilotos. Conocedor del terreno, el chileno Francisco Chaleco López (Aprilia) será otro de los candidatos y contará con el incondicional aporte de un público más que entusiasta.
Los camiones, que siempre tuvieron en América del Sur a los poderosos Kamaz al frente, tendrán dos bajas sensibles: los rusos Vladimir Chagin y Firdaus Kabirov, históricos dominadores entre los gigantes. Eso, sumado al ingreso de un ambicioso proyecto del team Iveco, despierta incógnitas que empezarán a develarse en las primeras horas de 2012, cuando el infierno del Dakar convoque a centenas de valientes atraídos por la irresistible leyenda de la carrera más dura del planeta.
LA NACION