07 Nov Cura para tiempos apurados
El consenso general y el criterio de la mayoría de los médicos y psicólogos es que la curación de cuadros emocionales o psiquiátricos debe ser necesariamente lenta y trabajosa. En realidad, desde los comienzos de la psicoterapia con Sigmund Freud o Pierre Janet hasta nuestros días, este concepto cambió poco”, advierte el médico y terapeuta Pablo Solvey, que junto con la doctora Raquel C. Ferrazzano (su mujer, además) llevan adelante un tratamiento novedoso llamado Terapias de Avanzada, nacido en Estados Unidos en los años 90 frente a la demanda de alta eficacia y mayor velocidad.
Psicoterapia estancada.“Pero pensemos un instante. ¿Es acaso concebible que, frente a adelantos en áreas tan dispares como cirugía, diagnósticos por imágenes, comunicaciones, transportes, terapéutica antibiótica, robótica, televisión o telefonía, no exista algo acorde con ese progreso en el campo de la psiquiatría? ¿Podemos concebir que la psicoterapia haya quedado estancada en niveles semejantes a los de hace más de un siglo?”, se pregunta Ferrazzano.
Nuevo enfoque.La respuesta es compleja, sostiene la pareja. Sin la menor duda Freud fue un pionero genial, pero a un pionero se le debe pedir la primera palabra y no la última. Muchos olvidaron esto. Recientemente, ciertos investigadores desarrollaron nuevos enfoques, que no se basan en los contenidos de las ideas de Freud, sino en la neurofisiología.
Cambiar de sistema. “A lo que se apunta es a cambiar la información guardada en el sistema, de manera disfuncional, cambiando así el contenido de los pensamientos y de las emociones, y por ende, de las conductas y de la manera de mirar la vida. El paralelo sería como cambiar la información de un archivo a otro en una computadora. Esto se aplica a las Terapias de Avanzada”, aclara Solvey.
Técnicas innovadoras.Pueden resolver la perturbación de un conflicto o trauma entre en una a tres horas de trabajo, constituyéndose como métodos innovadores de hacer psicoterapia. Las técnicas están divididas en dos grupos. El primero son las Técnicas de Integración Cerebral (TIC), que incluyen la Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular (EMDR), las técnicas de los anteojos hemisféricos y de un ojo por vez. En todas se trabaja con la información que cada uno de los hemisferios cerebrales tiene del hecho perturbador o traumático. Con métodos determinados se logra equilibrar los hemisferios con respecto al tema planteado y se consigue la reducción de la perturbación (angustia o miedo, por ejemplo) a un mínimo adecuado y adaptativo. La perturbación no vuelve una vez desensibilizada y los resultados se mantienen en el tiempo. En tanto, en la práctica se trabaja con anteojos diseñados para activar por separado los hemisferios cerebrales, o con movimientos oculares, tapándose un ojo por vez y pensando en el tema perturbador con el otro ojo y, después, alternando. O estimulando ciertos puntos del cuerpo que son puntos de liberación de estrés.
Equilibrio.El otro grupo es el de las Técnicas Basadas en la Energía, que incluye las de libertad emocional y de reactivación energético-emocional. “Se trabaja con la estimulación de puntos del cuerpo, correspondientes a puntos de acupresión(los puntos donde se aplica la acupuntura) y con una secuencia determinada, pensando en el tema perturbador. Así se equilibra la información disfuncional y, como consecuencia, la perturbación que el tema provocaba desaparece o baja a su mínima expresión”, explica Ferrazzano.
Secuencia.Primero se hace concentrar al paciente en el problema por tratar, colocando el tema en el campo del pensamiento, donde se van a producir las modificaciones. “Por ejemplo, en situaciones de duelo, recientes o antiguas, donde el dolor o el recuerdo traumático del fallecido embarga al sujeto impidiéndole continuar su vida en paz. Después de un breve trabajo terapéutico, no más de una sesión, el dolor cesa, la angustia desaparece y queda el recuerdo pacífico y comprensivo de la situación vivida, encontrándose la persona en paz con el hecho por primera vez desde que ocurrió”, concluye Solvey.
LA NACION