07 Oct Un estudio puede detectar el Alzheimer hasta 10 años antes
Por Nora Bär
Ronald Reagan, el ex actor que entre 1981 y 1989 fue dos veces presidente de los Estados Unidos, supo que padecía el mal de Alzheimer luego de una revisión realizada en 1993 por médicos de la Clínica Mayo, de Rochester, Minnesota.
Tenía 83 años y muchos se preguntaron si no habría padecido el trastorno ya durante su segundo mandato, pero en esos días se carecía de tecnologías para detectarlo antes de que el cuadro estuviera totalmente instalado. La constatación se realizaba post mórtem, mediante una biopsia del tejido cerebral que delatara la presencia de placas de la proteína beta amiloide, que se adhieren a las neuronas y son la marca distintiva de la enfermedad.
Hoy, esto está cambiando drásticamente. Un protocolo de investigación, en el que participa el equipo de Enfermedades Cognitivas del Cemic como único centro de América latina, hace estudios con marcadores biológicos que permiten identificarla precozmente con un alto nivel de precisión, entre ocho y diez años antes de que se declare abiertamente la demencia, cuando todavía la persona presenta un deterioro cognitivo leve.
“En el país, suele sospecharse de este trastorno neurodegenerativo cuando el paciente tiene 72 años, y se llega al diagnóstico alrededor de los 75 -explica el psiquiatra Fernando Taragano, investigador principal del proyecto en el que también participan equipos de España, Estados Unidos, Italia, China, Francia, Canadá y Taiwan-. Pero dentro de este estudio, si los primeros síntomas se presentan a los 65, se puede diagnosticar con certeza si está teniendo un trastorno en el metabolismo de la proteína beta amiloide. Con esta tecnología se pueden ganar diez años y eso permite actuar antes de que la enfermedad destruya tanto el cerebro que ya sea imposible intervenir.”
Sumada a las pruebas de evaluación tradicionales, los especialistas del Cemic emplean una tecnología que combina la tomografía por emisión de positrones (PET, según sus siglas en inglés) con un nuevo marcador radiactivo que demostró tener alta afinidad específica por las placas amiloides, el AV45, que incluye una molécula combinada con flúor 18 y es elaborado en el país por Laboratorios Bacon, una pyme surgida hace más de 30 años de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
“El estudio dura alrededor de una hora -explica la doctora María Bastianello, la única especialista autorizada por la Anmat y la Autoridad Regulatoria Nuclear para realizar la detección por este método-. Inyectamos el biomarcador por vía endovenosa y esperamos entre 45 y 50 minutos para que el radiofármaco se «pegue» a las placas. Luego, en 15 minutos obtenemos las imágenes.”
A los 65 años, Alicia Roca, retirada de su actividad en la decoración, comenzó a notar algunos olvidos y, con varios antecedentes de mal de Alzheimer en la familia, no podía dormir tranquila. “Mi madre, su hermana y mi abuela habían fallecido por esta enfermedad, así que la conozco perfectamente -cuenta-. Siguiendo el consejo del neurólogo, hace cinco años me hice varios estudios que me dieron muy bien, pero no hace mucho volví a consultar y me sugirió que lo viera al doctor Taragano. Me hicieron una serie de tests sin resultados significativos, pero dada mi carga genética me invitaron a participar en este programa y enseguida acepté. Mis cuatro hermanos me querían matar, pero yo quería saber y, si era necesario, dejar todo arreglado en mi vida.”
EN BUSCA DE CERTEZAS
Afortunadamente, en el caso de María el resultado no mostró desórdenes neurobiológicos. “Taragano me dijo que me tenía que felicitar y yo, ¡feliz!”, recuerda.
“Lo bueno de este estudio es que no sólo permite detectar el riesgo a desarrollar la enfermedad, sino también corroborar que se está libre de él -dice Taragano-. Es emocionante poder ofrecer mucha certidumbre a un paciente de que no tiene desórdenes del metabolismo de la proteína beta amiloide en su cerebro.”
Además de la tomografía por emisión de positrones, la evaluación de un cuadro de Alzheimer incluye otras pruebas, como la resonancia magnética y la punción lumbar del líquido cefalorraquídeo para detectar déficits metabólicos beta amiloides. Según los especialistas, un 70% de las personas con síntomas cognitivos y placas amiloides desarrollarán la enfermedad. Y aunque por ahora no se cuenta con una cura ni con medicamentos que modifiquen sustancialmente su evolución, la intervención temprana ofrece ventajas nada desdeñables.
“Un paciente que recibe este diagnóstico puede optar por recibir terapia farmacológica o ingresar en estrictos programas de estimulación aeróbica y cognitiva, que pueden demorar la aparición de los síntomas -destaca Taragano-. Hoy se sabe que las actividades aeróbicas (como la caminata o la natación) mejoran el funcionamiento de las neuronas, algo que incluso fue probado con esta tecnología. Además, uno tiene varios años para organizar su vida.”
Este proyecto de investigación abarca cuatro líneas simultáneas que intentan determinar cuáles son los trastornos de memoria, de las conductas y del lenguaje en el inicio de la demencia, y también cuánto tiene que caminar una persona de más de 80 años para mantenerse cognitivamente saludable. Quienes deseen consultar porque olvidan nombres y lugares, o tienen dificultad para recordar hechos recientes o emitir palabras (desde hace más de 12 meses), pueden hacerlo telefónicamente durante las 24 horas por el número 0800 122 6366 (MEMO).
LA NACION