19 Oct Para volver a lo más alto, Obama busca que los millonarios paguen más impuestos
Por Martín Burbridge.
En el casino virtual en que se han convertido los mercados financieros estas últimas semanas, Barack Obama ha decidido sentarse en una mesa de blackjack y jugar parte de su presidencia a una carta que puede ser la ganadora. Se trata de la propuesta presentada al Congreso de reducción del déficit fiscal con una serie de medidas, de la cuales se destaca el aumento de impuestos a los más ricos. Como en el blackjack, esta carta que quiere recibir Obama puede valer 11 y darle la victoria en las próximas elecciones presidenciales de 2012, o simplemente valer 1 si es que se pasa en la apuesta que está realizando.
El desafío no es de ahora, sino que viene de principios de agosto, cuando la calificadora Standard & Poors decidió rebajar la calificación triple A de la deuda soberana estadounidense. En una medida histórica que hasta ahora causó mayor impacto político que económico, S&P se había cansado de esperar que los demócratas y republicanos se pusieran de acuerdo para elevar el techo del endeudamiento público, necesario para evitar que el país cayera en default.
En ese momento, la agencia desafió al gobierno de Obama a ver si era capaz de acordar con los republicanos un recorte del déficit y del gasto públicos que fuera realista y no simple maquillaje.
La rebaja refleja nuestra visión de que la efectividad, estabilidad y previsibilidad de los legisladores e instituciones políticas de EE.UU. se han debilitado en un tiempo de desafíos fiscales y económicos a un grado mayor que los que habíamos previsto cuando le asignamos una perspectiva negativa, afirmó S&P en su momento. Ni lerdo ni perezoso, Obama tomó nota de la falta de previsibilidad que achacaba la calificadora a la clase política estadounidense para retomar la iniciativa y mostrar que su gobierno estaba dispuesto a jugar fuerte para recuperar la AAA perdida.
Batería de medidas
El paquete de medidas presentado al comité bipartidista que emitirá en noviembre sus recomendaciones de recortes, tiene como objetivo reducir el déficit fiscal en u$s 4 billones durante la próxima década y así mostrar que lo que reclamó S&P se puede cumplir. Pero también busca poner en aprietos a la oposición republicana y exhibir ante los votantes que ellos son los que no quieren el consenso para ajustar el gasto. Este es un tema por demás sensible en EE.UU. hoy, ya que la economía no termina de reactivarse y el nivel de desempleo y pobreza son muy altos.
Y para que la jugada del gobierno pegue en donde más duele, Obama propuso elevar los impuestos a los más ricos con una tasa extraordinaria para quienes tengan patrimonios superiores al millón de dólares, algo que había sido sugerido por el mismísimo gurú de las finanzas Warren Buffett en una entrevista publicada en el New York Times. La secretaria de Buffett no puede pagar más impuestos que él. No hay justificación para eso, dijo Obama durante la presentación de su propuesta de recorte del déficit, bautizada como Ley Buffett. Una imagen muy fuerte que caló hondo entre los estadounidenses, quienes apoyan esta medida en más de un 60%, según las primeras encuestas.
Para los republicanos, la jugada es artera y los pone en situación de riesgo, algo que hace tiempo no habían vivido con este gobierno. Desde la negociación de fines de 2010, en la que Obama tuvo que resignar su aumento de impuestos a los ricos a cambio de que el recorte en planes sociales no fuera tan elevado, hasta la última puja de agosto por el techo de la deuda, que dejó al presidente en un posición de debilidad frente al electorado, los republicanos fueron acumulando las victorias políticas gracias a su ala dura del Tea Party.
Pero ahora es otra cosa: la propuesta del gobierno, que incluye un ajuste de u$s 1,5 billones en programas sociales como Medicare y Medicaid y un ahorro de u$s1 billón gracias a la repatriación de las tropas en Irak y Afganistán, implica también una suba tributaria para 450.000 millonarios, sobre un total de 144 millones de estadounidenses que pagan impuestos.
¿Cómo justificar el esfuerzo solidario de todos frente a la crisis si no se acepta que los más ricos paguen un poco más?
En cierta forma, el proyecto de Obama tiene la forma de un regalo envenenado para los republicanos, quienes conservan la capacidad de veto en el Congreso pero habrá que ver si se atreverán a hacer uso de ella.
Por ejemplo John Boehner, jefe de la bancada republicana en la Cámara de Representantes y uno de los más fervientes opositores a la suba del nivel de endeudamiento en agosto, debería explicarle a sus electores de Ohio, distrito industrial que atraviesa una severa crisis, por qué se opone a que los millonarios hagan su esfuerzo para sacar al país del pozo.
Lucha de clases
Por ahora las réplicas de los republicanos han sido bastante torpes, acusando al gobierno de querer generar una lucha de clases entre ricos y pobres, o que la suba de impuestos afectaría a la creación de empleos, algo que el Premio Nobel de Economía Paul Krugman demostró que no era cierto.
De todas formas, el gobierno no puede subestimar la capacidad de maniobra de la oposición, que ya ha dado muestras suficientes de habilidad para poner contra las cuerdas a los demócratas. Por eso habrá que ver qué carta reciben los republicanos en la próxima jugada. Mientras tanto, la crisis financiera internacional sigue acelerándose, hecho que también pone más incertidumbre sobre cuál de los dos partidos saldría mejor parado en caso de que ésta se precipitara. Por ahora, todos siguen apostando a alcanzar el 21 y plantarse.
EL CRONISTA