La lección que marcó a toda una generación

La lección que marcó a toda una generación

Resumen del discurso que Steve Jobs ofreció en una ceremonia de graduación de la prestigiosa Universidad de Stanford, situada en Palo Alto, California, el 12 de junio de 2005.

“A los 17 años fui a la universidad. Ingenuamente elegí una universidad casi tan cara como Stanford y todos los ahorros de mis padres de clase obrera fueron gastados en mí matrícula. (…) No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y no tenía idea de la manera en que la universidad me iba a ayudar a deducirlo. Y aquí estaba yo, gastando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Así que decidí dejar [la universidad] y confiar en que todo iba a resultar bien (…)
“Tienen que confiar en algo, su instinto, su destino, su vida, su karma, lo que sea. Esta perspectiva nunca me ha decepcionado, y ha hecho la diferencia en mi vida.
“En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No pierdan la fe. Estoy convencido de que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tienen que encontrar eso que aman. Y eso es tan válido para su trabajo como para sus amores. Su trabajo va a llenar gran parte de sus vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen es un gran trabajo. Si todavía no lo han encontrado, sigan buscando. No se detengan. (…)
“Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo parecido a «Si vives cada día como si fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo correcto». A mí me impresionó y desde entonces, durante los últimos 33 años, me miro al espejo todas las mañanas y me pregunto: «Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?».
“Recordar que van a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder. Ya están desnudos. No hay ninguna razón para no seguir a su corazón. (…)
“Su tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas, es decir, vivir con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencien su propia voz interior. Y, más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, que de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario.
“Fue a mediados de los años 70 y yo tenía la edad de ustedes ahora. En la contratapa de la última edición [del libro The Whole Earth Catalog ] había una fotografía de una carretera, en medio del campo, temprano en la mañana (…) Debajo de la foto decía: «Manténganse hambrientos, manténganse necios». Manténganse hambrientos. Manténganse necios. Siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando se gradúan para empezar de nuevo, es lo que deseo para ustedes. Permanezcan hambrientos. Permanezcan necios. Muchas gracias.”
LA NACION

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