11 Oct La batalla por el Amazonas
Por Joe Leahy
El lugar donde los dos activistas defensores del Amazonas fueron asesinados no pasa desapercibido. Hace tres meses, José Claudio Ribeiro da Silva y su esposa, María, estaban tratando de cruzar con su moto un Puente deteriorado en un paraje remoto, en las afueras de la ciudad de Nova Ipixuna, en el estado de Pará, cuando francotiradores escondidos abrieron fuego contra ellos desde la selva. Una bala atravesó la mano de María que estaba sobre la cintura de su marido. Los asesinos cortaron una de las orejas de Claudio como prueba de la tarea realizada. Hoy, una placa marca el lugar y dice: El ejemplo que dejaron al defender la selva sigue vivo.
Claudelice Silva dos Santos, hermana de Claudio, señala que los que los mataron son gente intolerante que quiere limpiar la selva. Los abogados dedicados a la defensa de los derechos humanos sostienen que los asesinos fueron contratados por un hacendado local que codiciaba la pequeña reserva que ellos trataban de proteger.
En los últimos años, después de una breve desaceleración en el ritmo de la deforestación, el futuro de la selva amazónica que es la más grande del mundo y está, en su mayor parte, dentro de las fronteras brasileñas está otra vez en juego. Se estima que, antes de fin de año, el Senado debatirá y votará un proyecto de ley que, en su forma actual, promete una amnistía para los propietarios de tierra que deforestaron ilegalmente antes de junio de 2008. En marzo y abril, las tasas de deforestación se multiplicaron por seis mientras el proyecto se abría camino por la cámara baja, aparentemente anticipando que esta amnistía podía ser seguida por otras. Además, los conflictos violentos relacionados con la tierra se han incrementado.
Brasil que es el mayor exportador de café, jugo de naranja, azúcar y carne vacuna; el segundo más grande de soja y uno de los países capaces de abastecer el apetito voraz de China y otros gigantes asiáticos se juega en esto su reputación como superpotencia agrícola emergente, pero también como guardián del medio ambiente global.
El Amazonas es parte del estatus del país como potencia en alza, y como potencia agrícola. Cuando se observa China, se ve su manufactura; India tiene la tecnología de la información. Y cuando se piensa en Brasil,se piensa en tierra, agricultura y producción de alimentos, dijo João Augusto de Castro Neves, analista y editor político de la revista The Brazilian Economy, con sede en Washington.
Entre los que están preparados para la batalla se encuentran los productores agropecuarios, que favorecen la amnistía y se preocupan por el costo de cumplir con las leyes ambientales. Alineados contra ellos están los ambientalistas, preocupados porque la amnistía pueda resultar perjudicial para Brasil y otros países. A ellos se suma un nuevo sector: el del sector inversor, que quiere monetizar la protección de la selva.
Para la presidenta Dilma Rousseff quien prometió que vetará la amnistía, lo que la enfrentará al poderoso lobby agrícola el tema plantea un decisivo test. Votantes e inversores observarán con atención su capacidad de manejar la cuestión.
Uno de los éxitos brasileños de los últimos años ha sido una significativa reducción en la deforestación del Amazonas, combinada con una producción agrícola lograda por medio de avances tecnológicos. Alrededor de 17% de la selva fue destruida desde la década de los 60, principalmente para criar ganado. Pero, tras alcanzar un pico de 27.000 km cuadrados en 2004, la tasa anual de deforestación declinó a casi 6.500 km cuadrados el año pasado (un área que aproximadamente cuadruplica la superficie de Londres).
Los ambientalistas han dicho que será difícil lograr mayor reducción. Por ejemplo, la negativa a otorgar préstamos estatales a productores que deforesten no afectó a muchos, dijo Paulo Barreto, de Imazon, una institución ambiental sin fines de lucro con sede en Brasil. Vamos a tener que cambiar nuestra estrategia, explicó.
Fue en nombre de los pequeños propietarios que Aldo Rebelo, representante del Partido Comunista en la cámara baja, autorizó el proyecto de ley. Las propuestas dejan sin cambios requerimientos previos de mantener la cobertura selvática: 80% en el Amazonas y 20% en otras partes.
La propuesta de una amnistía para los que deforestaron ilegalmente antes del 22 de junio de 2008 ha resultado la sección más controvertida. Sin la amnistía, los productores agropecuarios tendrán que pagar miles de millones de reales en multas y reforestar 60 millones de hectáreas, comparado con los 10 millones que establece la propuesta actual, según dijeron los miembros del lobby agrícola.
Pocos grupos de productores defienden la idea de eliminar el Amazonas. El auge de Brasil como potencia agropecuaria se concentró en áreas alejadas de la región, porque los avances tecnológicos permiten cultivar zonas que antes no eran consideradas apropiadas. En los últimos 20 años, la producción de granos aumentó casi 150%, mientras el área plantada se expandió sólo 25%. Los analistas sostienen que Brasil tiene al menos otros 20 millones de hectáreas de tierras pobres que podrían mejoradas y explotadas.
Pero los ambientalistas temen que la amnistía aliente a los que ya han ignorado las restricciones a seguir reduciendo la selva. Durante la colonia, lo que se hacía con los decretos poco realistas de Portugal era ignorarlos y ver si ocurría algo; y esa actitud continuó hasta ahora, dijo Philip Fearnside, del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA).
El debate tiene como telón de fondo la creciente incertidumbre por los cambios climáticos en el Amazonas. A la grave sequía de 2005 siguió la inundación récord de 2009, y el año pasado volvió la sequía. Si se vuelve un poco más seco y más caliente, la selva desaparecerá incluso sin interferencia humana, opinó Rodolfo Salm, de la Universidad de Pará en la ciudad amazónica de Altamira. Y los científicos temen que limpiar el terreno perturbe aún más el patrón de lluvias y evaporación, un sistema que influye en el clima del cinturón sojero del estado de Mato Grosso, en el oeste de Brasil; en las plantaciones de azúcar de San Pablo, en el sur; y hasta en partes de la Argentina.
El papel crucial del Amazonas en la regulación del clima global favorece el impulso de planes y modelos empresarios que recompensan a las comunidades y los propietarios de tierra por el manejo sustentable de la selva. Uno de estos es el Fondo Amazonas del gobierno brasileño, establecido en 2008 con financiación de Noruega y Alemania, que ha aprobado 19 proyectos por un valor total de u$s 235 millones.
En el corto plazo, sin embargo, el futuro de la zona depende de la capacidad de Rousseff para influenciar la próxima votación en el Senado. Después de que el gobierno fuera claramente vencido en la cámara baja, derrotar a la amnistía será un desafío difícil para una mandataria a la que se considera una tecnócrata capaz, pero que por primera vez ocupa un cargo elegido por la ciudadanía.
Izabela Teixeira, la ministra de Medio Ambiente, dijo que la amnistía propuesta envía una señal negativa a la sociedad y agregó que el gobierno federal trabaja duro para conseguir ajustes y mejoras en el texto del proyecto para reducir la necesidad de aplicar el veto presidencial.
Rousseff tendrá que calcular si esta es una batalla que vale la pena enfrentar, ya que tiene problemas para controlar su coalición multipartidaria y perdió cuatro ministros desde que asumió, en enero pasado. Además, la presidenta tiene sus propios planes para la región, incluyendo la construcción de un sistema de represas en la zona para generar energía e impulsar el crecimiento.
EL CRONISTA