¡Brazilian Beat!

¡Brazilian Beat!

Por Hugo Juárez
En un carrerón de aquellos, “transpirando la camiseta” como el mejor, Brazilian Beat no sólo se quedó con el premio mayor de la Copa Utta, sino que además su nombre pasó a ser un emblema del gremio que conforman la Unión de Trabajadores de Turf y Afines, al ser el primer pura sangre del interior que enhebra el preciado trofeo por tercera vez en el año. Antes había ganado las ediciones de Gualeguaychú y Venado Tuerto.
Magistralmente conducido por un especialista como es Facundo Ortiz, quien lo montó en las otras dos oportunidades, el pensionista de Edgardo Zuin en Villa María postergó por medio pescuezo a Fire Tango, luego de recorrer los 1.500 metros de carrera en 1m29s92/100.
Contenido por la cátedra como uno de los principales candidatos, es que este hijo de Pure Prize y Brahma pagó un sport de 1,50 a ganador, en tanto que la “llave” con el pupilo de Sergio Quintana vino a 24,50 por cada peso apostado.
¡Largaron! A la hora exacta y en el momento preciso, la “Chula” Altamira apretó el botón para que los nueve candidatos saltaran a beberse los vientos. Fue allí cuando Thaisa intentó manejar la punta de una, que por ser la única “nena” del lote llevaba tres kilos menos de plomo que el resto y su jockey, Luciano Silva, intentó aprovechar. Pero su vuelo fue tan corto como el de una perdiz, ya que a la altura del palo de los 1.300 se paró feo, tanto que Ilare y Fire Tango la pasaron de largo como si estuviera parada.
Así fue que embocado el codo del otrora Tattersall, y mientras que Fire Tango impresionaba como para venirse de un viaje, Facundo Ortiz pensó que al puntero no lo agarraba más, a sabiendas que el alazán no era precisamente atropellador. Igual, por seguirlo a las patas, es que al pisar la recta de los gritos él era el primer escolta del conducido por Glades.
Cuando parecía que el orden no alteraría el producto, el último jockey ganador del Clásico San Jerónimo no sólo lo alcanzó al del Nimanor, sino que de los 200 a la raya le sobró corazón y pasta de crack como para taparlo en el último salto en el mismísimo filo del disco. Y estaba recontra bien, claro.
LA VOZ DEL INTERIOR