22 Sep La seguridad social, un sistema que funciona
Por Fernando Taboada, columnista invitado.
Hace unos días leí en este espacio una interesante nota del Dr. Carlos Felice respecto a los posibles cambios que pudieran hacerse en el sistema de salud de la Argentina, y al estar de acuerdo con lo expresado en ese artículo, se me ocurrió la posibilidad de intentar hacer algún tipo de aporte.
En efecto, la posibilidad de llevar adelante dichos cambios se debate en algunos ámbitos desde hace un tiempo, y dado que el tema ha trascendido a la opinión pública me inquieta la posibilidad de que se lleven adelante políticas basadas en la opinión general de la gente, las que suelen estar alimentadas por información tendenciosa que resulta en enfoques confusos.
Lo que escribo no es para entendidos ni profesionales del ámbito de la salud. Por el contrario, solo intenta ser alguna reflexión sobre lo más básico del tema, y esto es, precisamente, en vista de que el tema pude llegar a ser debatido por la sociedad en su conjunto.
Primero lo primero. Cuando se habla de cambios en el sistema de salud, no se hace referencia a cambios en los protocolos de prácticas médicas, o sea que no está en discusión la forma de tratar a los pacientes de acuerdo a qué patología los afecte.
Aclarado esto, es menester dejar en claro que dichos cambios hacen referencia al manejo de los recursos para satisfacer la demanda de salud. Es decir quién y cómo se financia la salud, o sea el origen, administración y destino de estos recursos.
En nuestro país conviven tres subsistemas de salud, que se diferencian entre sí por la forma de financiarse. Insisto en este punto, su diferencia está dada por la forma en que se originan, se administran y se destinan los recursos (principalmente financieros) de cada uno de estos subsistemas.
Para hilar más fino, podemos afirmar que en todos los casos el destino son los gastos originados por la prestación de servicios de salud, la diferencia entonces se basa en el origen y la administración de estos recursos. Los tres subsistemas son:
El público, en los que los recursos son originados a través de rentas generales y administrados por el Estado.
El privado, formado por las empresas de medicina prepaga y que se financia por el pago voluntario de aquellos que sean sus beneficiarios.
Y por último el dela SeguridadSocial.Este se financia por el pago obligatorio de un grupo de personas con alguna afinidad en común. Dicho pago está dado por el ingreso y la capacidad de cada uno, pero todos reciben el mismo nivel de atención en función de los cual se define como un sistema solidario.
Este sistema no es nuevo, y tampoco un invento argentino. Empezó a diseñarse e implementarse en los Estados Alemanes a fines del siglo XIX, y es por ello que también se lo conoce como sistema Bismarck (por el entonces Canciller Alemán Otto Von Bismarck).
Este sistema hoy funciona en muchas partes del mundo, y para muchos entendidos en el tema de servicios de salud, es una posible y muy eficiente alternativa frente a las otras en cuanto al financiamiento, sobre todo la privada, que tiene una natural tendencia a incrementar los costos, y por su propia definición deja afuera a gran cantidad de personas.
En nuestro país, la afinidad que reúne a las personas en el sistema está dada por su rama laboral, y es financiada por el pago tanto de los trabajadores como de los empleadores en concepto de aportes y contribuciones respectivamente.
Su administración es llevada adelante por los legítimos representantes de esta rama laboral, es decir los Sindicatos a través de sus Obras Sociales.
La Seguridad Social en Argentina, brinda servicios de salud a unas quince millones de personas. Como regla general, sin experimentar los aumentos de la cobertura privada, y sin el perjuicio del déficit asistencial que es común ver en el sector público.
En nuestro país la cobertura de salud no es un privilegio, muy por el contrario, es un derecho que por medio dela SeguridadSocialse accede en forma directa como consecuencia del ejercicio de otro derecho que es el del trabajo.
Y no sólo cubre a la población económicamente activa, sino que se extiende a su grupo familiar y a los pasivos.
Con todos los cambios que se han producido en le Seguridad Social en los últimos años (desregulación por ejemplo), y con todos los problemas que pueda tener (que los tiene sin duda), creo que el sistema funciona, objetivamente veo que es así. Seguro que es mejorable, siempre debe tratar de ser mejor. Mejor en la prestación de servicios, en la eficiente aplicación de sus recursos, en la transparencia en la administración y en las formas de representatividad.
Vuelvo entonces al principio de esta nota y me pregunto ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de cambio de sistema?
Parecería que la pretensión es la de cambiar a los responsables de administrar los fondos y recursos, y no el concepto de Seguridad Social. De ser así, entonces estamos frente a una discusión que más tiene que ver con el “manejo de las cajas” que con la de mejorar la calidad de vida de la gente. Y entonces amerita focalizar bien el tema.
Por último, quiero decir que el tema es mucho más profundo y complejo de lo que acá he escrito. A los profesionales de la salud que por equivocación pueden llegar a leer esta nota, les pido disculpas por la elementalidad de la misma. Pero me parece que de llevarse adelante una acción política tendiente a la intervención de las Obras Sociales, ésta será posible por contar con la opinión pública a su favor.
Creo que por eso, no debemos dejar de de explicar lo más básico en cuanto a los sistemas de salud. Y esta explicación no sólo deben ofrecerla los dirigentes sindicales, sino todo el ámbito de los profesionales de la salud, ya sean médicos o pertenezcan a las otras actividades que lo conforman.